Capitulo 10

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Ichimatsu cayó al suelo en un ruido seco, la sangre brotaba a chorros de su nariz y apenas podía mantenerse en pie, Osomatsu no estaba en mejores condiciones, Ichimatsu le había reventado el labio inferior de un puñetazo y su ojo derecho ya había comenzado a hincharse también producto de otro golpe; la ropa de ambos estaba empapada en sudor y sangre, la piel de sus nudillos estaba desgarrada por los golpes y ambos estaban al límite del cansancio con moretones en todo el rostro y el cuerpo. El Caporegime terminó de levantarse poniéndose en posición de defensa de nuevo. Aquello le recordaba a las peleas que solía tener con Osomatsu cuando eran más jóvenes.

- Levántate perdedor – se burló Osomatsu al verlo desangrarse en el suelo sin poder obedecerle. A sus quince años el único hijo de Don Matsuzo era el orgullo de la Famiglia y futuro heredero del imperio Matsuno – Eres muy aburrido "Ichimachu" así nunca llegaras a ser útil para mi Padre y mucho menos para mí. A diferencia de él, yo no le tengo lastima a la basura inútil.

Trató de hablar pero lo único que brotó de su boca fue una gran baba pegajosa de sangre que se mezcló con su saliva dándole una consistencia espesa y desagradable. Osomatsu arrugó la nariz con asco mientras lo dejaba ahí tirado en medio del enorme patio de la mansión bajo el ardiente sol Siciliano. Ichimatsu volvió a intentar levantarse pero volvió a caer de cara al suelo, todo su cuerpo le dolía horrores y apenas podía respirar apropiadamente. Se odió a si mismo por ser tan débil, al parecer lo único que sabía hacer bien era llorar como un bebé esperando que alguien tuviera lastima por su situación.

- Osomatsu... questo sciocco isvampita* – Don Matsuzo se agachó a su altura mientras le limpiaba las lágrimas gentilmente con un pañuelo. – ¿Te encuentras bien Bambino?

Ichimatsu negó levemente, no quería que su Jefe le viera en esa lamentable situación, mucho menos si aspiraba a ser uno de sus soldados. Matsuzo le acarició levemente la cabeza mientras lo alzaba en brazos para llevarlo a su habitación a que trataran las heridas de su cuerpo, ya hablaría más tarde con Osomatsu sobre su comportamiento. Aquel pequeño le causaba tanta ternura sobre todo porque le recordaba a si mismo cuando era joven, todo lo que tuvo que enfrentar para llegar a ser el hombre que ahora era y tener todo lo que ahora poseía.

- Cuando te sientas mejor empezaremos tu entrenamiento – Don Matsuzo le sonrió de manera cálida, Ichimatsu se encogió sobre sí mismo cual gato asustado. – Debes aprender a defenderte por ti mismo Ichimatsu, no permitas nunca que alguien te pisotee o pase por encima de ti.

- No puedo – gimió enterrando la cabeza en la almohada, nuevas lagrimas brotaban de sus ojos. – Osomatsu tiene razón... soy un perdedor inútil.

- ¡Stai Zitto! – lo mando a callar, Ichimatsu tuvo que morderse el labio inferior para ahogar un sollozo. – cuando termine contigo serás capaz de vencer a cualquiera, incluso cerrarle la boca de una vez por todas a Osomatsu.

- ¿Usted lo cree? – levantó la cara mirando a Don Matsuzo con cierto brillo en los ojos.

- Por supuesto pero sobre todo siempre recuerda, Ichimatsu "caer está permitido pero el levantarse es obligatorio" nunca te rindas hasta conseguir lo que quieres. – Ese día, con tan solo once años, Ichimatsu juró que jamás volvería a perder contra alguien y que no se detendría hasta lograr sus objetivos.

Osomatsu era un gran peleador, eso nadie lo ponía en duda, pero lo que nadie sabía era que Don Matsuzo no solo le enseño a pelear a su único hijo y ahora Ichimatsu tenía una razón de peso para no perder esa pelea. El de rojo volvió a acercarse con los puños en alto, ya no le quedaba mucha energía, si la pelea continuaba así no le quedaría de otra más que sacar la pequeña pistola que tenía escondida en el tobillo y pegarle un tiro a Ichimatsu entre ceja y ceja antes de que el Caporegime decidiera usar su rifle. Ambos volvieron a agarrarse a puñetazos sin prestar atención a nada más que el sonido de sus puños impactando en el rostro ajeno.

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