Cap *8

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  — ¿A donde crees que vas?—  
 Me maldije cuando comencé a escuchar sus pasos apresurados tras de mi y el eco de su voz por todo los lugares. 
No tenía buen condicionamiento físico y eso me restó bastantes puntos.

¿Y mi hermana? No estaba con él, entonces ¿Donde está?
Sin darme cuenta las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas, el simple hecho de imaginar que habrá pasado con ella me hacía daño ¿Leviathan tenía que ver en esto, o ella está bien y fue solo mi imaginación?

Debía encarar al vampiro, debía saber donde se encontraba Aleska ¿Estará bien, siquiera?
No soportaba la incertidumbre por lo que me detuve en seco y él por el contrario no tardó en llegar.

— ¿Te rindes?—  Me rindo.—

 Me limité a responder aquello sin saber que aquellas palabras me harían llegar al mismo infierno.
Mis manos ardían en tanto el las aprisionaba tras mi espalda y sus dientes trazaban lineas en mi cuello antes de que sus colmillos desgarraran parte de mi piel y carne, enterrándose en ella sin compasión alguna, ardía como mil demonios cuando comenzó a succionar de mi sangre. 
Solté un grito desgarrador de lo más profundo de mi garganta, causando que doliera.
Apegó mi espalda a un tronco, enterrándome unas astillas en la misma, pero el dolor no era comparado al de sus dientes penetrando mi piel.
Él por el contrario solo gruñía incoherencias o quizás era otro idioma cada que la succión aumentaba, sentía como me secaba por dentro, mis piernas comenzaron a debilitarse y mi vista a nublarse.

¿Qué está pasando? ¿Por qué éste hombre me está besando? 


Duele, duele.

  — ¿Mamá?—

No entiendo nada ¿Por qué lloro? ¿Por qué duele? ¿Arboles? ¿Qué es esto?

Mis manos tienen sangre, la boca del otro chico tiene sangre, sus ojos son de un profundo negro, me observan, me pierdo en su mirada y en su sonrisa torcida.
¿Por qué se acaricia su mejilla? ¿Por qué la palma de mi mano arde?
Oh, lo golpeé y estoy sonriendo a causa de ello.

— Eres lindo ¿Lo sabías? Me gustan tus ojos.—
Y desapareció frente a mis ojos, se esfumó como el aire.

No entendía que había pasado, o si todo fue un sueño o realmente sucedió.
Las manchas de sangre en mis manos aún estaban, no se esfumaron como él lo hizo.
La ropa seguía manchada con ese color carmín, estaba transpirando, estaba frío, no veía con claridad donde estaba y a donde iba, pero llegué a mi casa, ahí estaba frente a mis ojos, pero yo aún me encontraba rodeado de arboles.
Cuando llegué al extremo de ambos lugares mi vista se nubló de un abrumador color oscuro, cayendo de golpe al suelo frente a los ojos de una mujer quien me observó preocupada antes de que yo dejara de oír cualquier cosa. 


Había perdido mucha sangre, no saben como ni por qué siendo que mi piel estaba en buen estado, yo si lo entendía, entendía todo y a la perfección pero de alguna manera las palabras no salían de mi boca y la oscuridad seguía ahí sobre mis ojos.

Solo escuchaba los llantos de mis hermanas y mi madre mientras mi padre seguía hablando con ese caballero que decía que había tenido un ataque de anemia. 
¡No es así! succionaron mi sangre, no tuve una crisis de anemia. Escúchenme, por favor. 
Pero aunque quisiera decir miles de palabras, ninguna salía de mi boca lo cual me frustraba.


Pasé la noche en ese lugar, me dolía el cuerpo, me dolía el cuello pero nadie podía darse cuenta de que tenía una herida ahí, solo yo.
Mis labios comenzaron a pesar con una suavidad diferente y mis ojos lentamente se abrieron, logrando ver unos ojos muy cerca de los míos, unos ojos negros puro, una piel pálida y unos cabellos negros como el carbón. 

Leviathan.

Sus labios se encontraban aprisionando los míos en un tierno beso, el cual provocó que me sonrojara, mis brazos estaban conectados con algo que no supe distinguir, pero dolía.
Pasó su lengua sobre mis labios y luego atrapó el inferior, dañándole con sus dientes para que sangrara y así él poder degustar el sabor de mi sangre en otra parte de mi cuerpo. 
Se lo permití con un quejido, él me tenía aprisionado con sus manos al rededor de mi cuerpo y yo solo pude sonreír, me gustaba de alguna manera como él se apoderaba de mi sin dañar más allá del cuello, me gustaba, éste chico me gustaba. 

Todo el miedo qué sentí por él en un inicio se esfumó como lo hizo Leviathan en un principio y mis mejillas se tiñeron de un suave rosa, causando un calor en mi rostro.

  —Me gustan tus labios.—
Y desapareció como llegó, sin aviso previo.

Me incorporé en la cama y era mi habitación, la ventana estaba abierta, las cortinas volaban dentro por el espeso viento que a esa hora soplaba.  
Tenía unos cables unidos a mi brazo y una aguja que atravesaba mi piel traspasando sangre de un frasco hasta las venas de mi interior, que claramente ya no tenía más que aire dentro.
Me desconecté con un pequeño quejido y antes de que cerrara la ventana escuché una risa familiar, Leviathan. 

Solo sonreí antes de volver a mi cama.

—¿No está?—

Es la segunda semana que vengo a verle y no lo encuentro.

¿Será que se aburrió de mi? No lo creo, estoy seguro de que no es así.

¿Entonces por qué ya no viene? 

Grito su nombre en la desesperación de mis lágrimas, pero nada, ningún rastro de él logro ver.
Me estoy cansando, mañana no vendré ¿Para qué si no está?

Mañana no vendré, definitivamente no.
Me he estado diciendo esa frase todos los días, pero sigo viniendo a pesar de qué el dejó de hacerlo hace unos meses. 

El sabor de sus labios permanece en los míos, la dureza de sus dientes siguen en el interior de mi piel, el sonido de su voz se niega a marchar lejos de mi mente, lo necesito, me acostumbré a él.

A pesar de mi insistencia dejé de venir, hubo un día en qué todas aquellas cosas que sentía por él se fueron, como él lo hacía, sin previo aviso entre el aire. 

No bastaron las noches en desvelo junto a la ventana para qué el apareciera a devorar mi cuerpo, no fueron suficiente mis lágrimas sobre la almohada, rogando su venida, él simplemente dejó mi vida como una mariposa. 

Estuvo ahí para que le admirase, para desearlo, pero se marchó sin siquiera poder acariciar sus alas. 

Lo odiaba, lo odiaba más que a nada en este mundo. 
Quizá no sentía nada por él y solo era imaginación mía.
Everetth, olvida a ese monstruo y vive tu vida.

Lo haré.


Sediento de ti [Yaoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora