Chapter 4: Secreto Oscuro

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Historia escrita por:Lissa Bryan

Traducido por:Isa BetaTraductora Ffad (FFAD)

Beta:Verito Pereyra (FFAD)

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—Bella, levántate.

Bella se despertó de mala gana y se incorporó en posición vertical mirando a Alice. Ella y Edward se habían quedado hasta muy tarde jugando a un juego extrañamente adictivo que se parecía a las damas, y estaba cansada.

—Vamos, vamos —persuadió Alice. Aplaudió y saltó. — ¡Vamos!

—Te odio —murmuró Bella. —Nadie debería ser tan enérgico en la mañana. Nadie.

El nido era tan suave y cálido. Ella había estado tan cómoda acurrucada contra el pecho de Edward escuchando su sordo ronroneo. Él había estado medio dormido cuando Alice irrumpió en la casa, acariciando el cabello de Bella. Él estaba fascinado por su pelo. El pelo Volturi solo crecía alrededor de dos y medio centímetros de largo, y el más moderno de las mujeres de la Tierra les llegaba hasta la cintura.

Bella era feliz. Era tan extraño que después de toda una vida de lucha contra la depresión, años de miseria que habían culminado en su decisión de acabar con ella solo para escapar del dolor. Años de sentirse no deseada, no amada, rechazada por sus padres que no podían hacer frente a una hija que tenía un expediente de salud mental de cinco centímetros de espesor, rechazada por Mike que había elegido a una más bonita, más "normal" tan pronto como fue posible.

Una parte de ella seguía pensando que tenía que haber una trampa o que el tapete sería arrancado debajo de ella en cualquier momento, y otra parte de ella recordaba las palabras de Lauren sobre Edward, pensando que estaba enamorado impulsado por el imperativo biológico.

Tenía más sentido esa parte auto-denigrante de ella. ¿Por qué un hombre tan guapo y maravilloso iba a amar a una criatura normal, sin complicaciones, como ella? Ella podría creer más fácilmente que fue el embrujo de sus feromonas, más que sus dudosos encantos personales.

La semana pasada había sido la mejor de su vida. Aquí, era querida. Aquí, era respetada. Aquí, era una princesa mimada que tenía un hombre guapo que abiertamente la adoraba. Al parecer, nadie le había dicho alguna vez a los Volturi que a los hombres, supuestamente, no les gustaba abrazar. Él tampoco era tímido en público.

Cada día, Edward la impresionaba de nuevo con su dulzura, su consideración, su firme determinación de hacer lo que fuera para hacerla feliz aquí. Le encantaba darle los regalos que había recogido desde que era pequeño, con los ojos brillantes como un niño en la mañana de Navidad. Su entusiasmo era más divertido que los propios regalos. Bella no se preocupaba particularmente por la ropa o las joyas, pero para él, brotaba belleza. Porque ellos eran hermosos. La belleza radica en el hecho de que Edward había estado pensando en ella, con la esperanza de agradarle, incluso antes de que él la hubiera conocido.

La llevó a un nuevo destino el mismo día, excursiones placenteras que también la familiarizaron con la forma de trabajo de su sociedad para que fuera capaz de ayudarle a gobernar con eficacia.

Todas las noches, Bella estudiaba –era mucho más diligente de lo que había sido en la universidad–, incluso viendo la pantalla de visión, -su versión de la televisión que trabaja de una manera similar a YouTube-. Ella estaba absorbiendo la información sobre su cultura, sus reglas y tabúes.

La educación Cívica nunca había sido su punto fuerte y ahora era un área de lucha para ella, mientras trataba de aprender la estructura de su gobierno. Cada uno de los planetas tenía un Presidente, que estaba sentado en el Consejo del emperador, elegido por los líderes de muchas naciones del planeta, ya sea electo o monárquico. Esa parte fue bastante simple, pero dentro de la Federación había cientos de departamentos, cada uno supervisando un aspecto de la gobernabilidad con una jerarquía compleja. Era desconcertante tratar de mantenerlo todo en orden en su cabeza.

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