Chapter 2: Regalos

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Historia escrita por:Lissa Bryan

Traducido por:Miranda Pattinson (FFAD)

Beta:Verito Pereyra (FFAD)

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Bella estaba harta de despertar en lugares extraños.

Ella estaba acostada en alguna especie de hoyo grande y circular en forma de tazón, que estaba lleno de almohadas en una amplia gama de tamaños, colores y telas. Ella se volteó sobre su estómago y se asomó por el borde. Edward se sentó en el suelo, su espalda contra la pared, al otro lado de la habitación, y él la estaba mirando. Bella se agachó rápidamente.

―Bella, no te haré daño. Tú no tienes que temerme.

Su voz sonaba tan triste que ella asomó su cabeza otra vez.

―Tú estás perfectamente a salvo. Mira, Tanya está aquí ―. Bella siguió la dirección de su mirada y vio a Tanya, quien se arrodilló silenciosamente en el rincón, su bastón de madera colocado en la parte superior de sus muslos. Ella podría haber sido confundida con una estatua de tan inmóvil que estaba.

Bella miró alrededor del resto de la habitación. Las paredes eran de piedra, pulidas y talladas con símbolos indescifrables alrededor de la parte superior, y había varias puertas redondas que llevaban a lugares desconocidos. No había mucho respecto a muebles, algunos objetos como de troncos y, extrañamente, un sillón de descanso reclinable, que todavía tenía la etiqueta. Una mesa baja, como los que había visto en la cena estaba en la esquina rodeada con cojines. La habitación tenía la misma fuente oculta de iluminación como las otras que había visto. Sin ventanas. Ella se dio cuenta de que no había visto ninguna desde que llegó.

―Tengo un regalo para ti ―, dijo Edward, su tono de voz suave y persuasivo.

Oh, Dios mío, por favor, no dejes que sea otra cola cortada.

― ¿Emmett está bien? ―preguntó ella.

―Sí, él está bien ―. Edward miró desconcertado. ―Lamento que yo te haya sorprendido tan malamente después de la cena. Para mi pueblo, la cola de un oponente vencido es un regalo honorable.

Ella se había desmayado como una heroína victoriana en una novela gótica frente a todas esas personas. ¡Qué gran manera de presentarse! Puede ser que también hagan un trasero de sí misma dentro del primer par de horas, de esa manera sabrían de buenas a primeras por lo que estaban luchando. Ella se cubrió el rostro con las manos.

―Bella, mírame ―, dijo Edward. Ella así lo hizo, pero era difícil encontrase con sus ojos. ―Nadie piensa mal de ti.

Ella no le creyó en lo absoluto, pero fue bondadoso de parte de él intentarlo. Ella le dio una pequeña sonrisa.

― ¿Te gustaría ver tu regalo?

―Sí, por favor ―, dijo amablemente.

―Alice dijo que te gusta leer.

―Lo hago ―, respondió Bella. Se preguntó cómo había sabido Alice eso, y qué tipo de ficción iba a encontrar en este mundo.

Él le tendió una tablet plana de color negro. Bella dejó escapar un pequeño grito de alegría, reconociéndolo como un e-Reader.

―Hay muchos libros en esta computadora. Le pedí a Lauren que la llenara para ti con libros de tu época.

Bella luchó con el borde para salir del hoyo, pero tropezó con una almohada. Asombrosamente, él estuvo allí a tiempo para atraparla antes de que ella pudiera golpear el suelo. Él la puso sobre sus pies y le extendió el e-Reader. Después de que ella lo tomó, él retrocedió, retomando su lugar en el suelo.

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