Prólogo

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Es una hermosa noche en Star Hill, donde el patriarca Hanbinger está con Yuna de Águila, leyendo las estrellas.
-Se supone que yo no debo estar aquí...- dijo con cierta duda la santo.

-¿Por qué?- sus palabras suenan vagas como si no prestará atención a lo dicho por la santo.

-Este sagrado lugar es exclusivo del patriarca, los santos de cualquier rango tienen prohibido su acceso...-

-No te fijes en eso, en toda clase de regla tiene una excepción- carcajeo ante la mirada atónita de la joven.

-A veces me pregunto qué clase de Patriarca eres...-

-Sabes que aún me estoy adaptando a esta responsabilidad, incluso ni yo me la creo, sé que Athena confía en mí, también los demás santos, sin embargo soy joven y me falta mucho por aprender, por eso pido la ayuda a santos de confianza, Seiya, Kiki, Integra y ahora a ti...- Yuna se sonrojó levemente.

-Gracias por la confianza, espero que sea de gran ayuda-

-Por supuesto que sí, Raki me dijo que tienes la habilidad de leer estrellas, por eso necesito que me ayudes, deseo aprender a leerlas-

-¡De acuerdo! no es muy difícil como parece, tu cosmos también te ayudará a entender lo que las estrellas nos dicen...-

Con una breve clase Yuna le mostró las constelaciones del hemisferio norte y con un pergamino las del hemisferio sur, así como la estrella de Athena, también sobre los movimientos y sombras. Todo le parece complicado al Patriarca, pero no se da por vencido, después de mucha explicación Yuna nota el cansancio del santo dorado.

-Podemos dejarlo por hoy-

-Estoy de acuerdo- dijo con alivio.

-Veras que con los años será más fácil- sonríe cálidamente tratando de animarlo.

-Eso espero... bueno regresemos al Santuario, debemos descansar-

-Si...- están a punto de partir, sin embargo Yuna siente un cosmos que la hace voltear.

-¿Qué pasa?- la santo mira el cielo, una de las estrellas está brillando de una extraña forma. -Esa es...-

-La estrella de Athena...- antes de que hagan algo la estrella baja una línea de luz, la cual rodea a la joven elevándola.

-¿Qué pasa? Mi cuerpo... mi cuerpo...- se eleva ante la mirada atónita del Patriarca.

-¡Yuna!- la santo desaparece en un destello, ante la mirada atónita de Hanbinger. -¡YUNA!

En los aposentos de Athena, la diosa se levanta de su cama, ve el firmamento...

-Yuna... discúlpame, pero es necesario...-

Saint Seiya. Guerreras de dos épocasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora