Capítulo 12: Retorno.

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Yuna y Teneo se dirigían lo más rápido posible a Jamir, pues Yuzuriha corría peligro, no sabían cuantos enemigos irían tras ella.

Mientras tanto en ese lugar, Yuzuriha y Yato se encontraban en un río cercano, pescando, era tarde soleada y muy tranquila, como de costumbre el ex-santo de Unicornio no atrapaba nada, ella por su parte estaba un poco consternada, tenía un mal presentimiento, pero deseaba que sólo fuera eso.

Ambos sintieron la presencia de tres personas, voltearon, encontrándose con dos hombres y una mujer, quienes portaban armaduras y poseían miradas maquiavélicas.

-¿Quiénes son?- exigió saber Yato, por instinto él y Yuzuriha se pusieron en pose de batalla.

-Buscamos a Yuzuriha de Jamir...- ambos se tensaron.

-¿Y él asunto es?- cuestionó la mujer, tal vez ya no poseían cosmos alguno, pero aún podían sentirlo y claramente aquellos extraños eran muy poderosos.

-Simplemente eres un estorbo para nuestros planes...- declaró el mayor de ellos, ampliando su sádica sonrisa, lanzando un ataque, que ellos esquivaron contrabajos.

-Por poco...- dijo aliviado Yato. -¿Serán espectros?- cuestionó muestras miraba detenidamente a aquellos guerreros.

-No... ellos fueron encerrados... pero sin duda son enemigos...- dijo bastante preocupada la mujer, la buscaba precisamente a ella, pero no como santo, sino como habitante de Jamir, su legado tenía algo que ver.

-¿Qué hacemos?- cuestionó un poco asustado, pues claramente eran presa fácil y su enemigo lo sabía.

-No lo sé...- dijo bastante tensa.

-No es divertido asesinar a santos que no se defienden, al menos esa mocosa de bronce dio pelea...- se quejó Cloe, lo que llamó la atención de los ex-santos.

-Estuvieron en el Santuario...- dijo sorprendido Yato.

-¿Qué quieren, quienes son?- exigió saber Yuzuriha, temía por Shion.

-¡Somos los Elementos, guerreros de la gran Ceres-sama!- declaró la mujer, Yuzuriha lo entendió todo, por esa razón, después de la muerte de sus padres había optado por casarse para continuar su legado, pero las cosas se dieron de otro modo.

-¿Ceres?- cuestionó Yato. -¿Qué quieren de Yuzuriha?- sin duda aquellos guerreros saldrían victoriosos, no podían defenderse.

-Liberar a su diosa, al asesinarme...- dijo con simpleza.

-¿Lo sabias?- cuestionó con ironía Insitor.

-Es una tradición de generaciones, es mi deber seguir con vida para que el sello siga en pie, de morir, Shion-sama tendría que venir y el Santuario quedaría vulnerable...- declaró mirando firmemente a los Elementos.

-Todo es cierto, excepto por la parte en la que seguirás viva...- declaró Cloe.

-¿Qué hacemos?- susurró Yato.

-Vete...- contestó su compañera.

-¿Qué?- exclamó sorprendido. -No creas que te dejaré sola...- ella volteo a verlo.

-Esto no tiene nada que ver contigo, vete Yato...- dijo con autoridad, pero había preocupación en su tono.

-¡No lo haré!- exclamó de manera firme. -Tenma no me perdonaría que te deje sola...- una carcajada los hizo voltear.

-¡Esto es patético!- declaró Insitor.

-Acabemos con esto...- habló el mayor de ellos, cuyo nombre no ha sido revelado.

-Tienes razón...- Cloe a una velocidad impresionante aparece frente a Yuzuriha, quien no le da tiempo de reaccionar, ella preparaba su ataque para atravesarla y asesinarla.

Yato fue quien reaccionó, empujó a su compañera, quien cayó de rodillas sorprendida por la acción, Cloe se dio cuenta del cambio y su golpe se transformó en un puño qué impacto en él, mandándolo a lejos de ahí.

-¡Yato!- gritó atónita Yuzuriha.

-Eso no me lo esperaba...- expresó con burla Cloe. -Te dieron la oportunidad de huir...- Yuzuriha no sabia que hacer, de tener siquiera su psicoquinesis podría hacer algo al respecto, pero estaba vulnerable.

-Athena... entiendo que hayas querido darnos una oportunidad de vida... pero... si veo morir a Yato, ¿qué clase de vida sería?- pensaba, cerró los ojos con melancolía, Insitor se acercaba a ella, dispuesto a darle el golpe final.

-Está es la misión más fácil que nos han encomendado...- Yato se movía contrabajos.

-Yuzuriha...- susurró, pues el dolor era demasiado agudo.

-Athena... por favor...- golpeó el suelo.

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En el tiempo presente Saori transmitía su cosmos a la armadura de Komachi, el patriarca y los amigos de Yuna observaba el hecho, cuestionándose que planeaba su diosa con ello.

-Lo siento mucho Yuzuriha... nunca pensé que algo así pasaría... pero es lo que Tenma y yo habíamos decidió por su bien, ahora sé que me equivoque, no puedo regresarte a la normalidad, no desde el presente, pero puedo ayudarte un poco...- pensaba con esperanza, esperando que no sea tarde.

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-¡Con esto nuestra diosa será libre!- los Elementos sonreían con confianza, habían ganado.

Sin embargo Insitor detuvo su golpe, una luz salió del templo de Jamir, impactando en aquel lugar, el cosmos divino de Athena lo protegía, al disiparse la luz que lo rodeaba, Yuzuriha miro atónita su vieja armadura.

-¿Una armadura?- cuestionó Insitor, quien seguía cerca de Yuzuriha.

-Mi armadura...- susurró.

-¡No seas imbecil Insitor, dale el golpe final!- gritó el mayor de los elementos, pero antes de que el menor reaccionarán la Pandora Box se abrió, descubriendo al armadura de Grulla, aquella que no había sido vestida en 10 años.

La armadura cubrió el cuerpo de su dueña, ante la sorpresa de todos los presentes, Insitor insistió en el ataque, pero un contraataque lo lanzo hacia el otro lado, Yuzuriha portaba su armadura mientras encendía su cosmos.

-¡En nombre de mi tierra y mi casta, los derrotaré!- declaró con fiereza, ante la incredulidad de sus enemigos.

Saint Seiya. Guerreras de dos épocasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora