Cuando el reloj marque las doce

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Entre los pasillos se oían las horas pasar, se podían oler los segundos negros y podridos.

Miradas sin retorno columpiaban el miedo, voces sin boca dormitaban los sentidos.

Sí que lastiman, los lamentos sin llanto y el sollozar conscripto sin lágrimas ni sonido.

Huyen, las palabras que debieron ser dichas, no había razón para guardarlas.

Herida, el ave que no puede volar, chirría, su canto hermoso y no será más, no.

El aire sin alas revoloteando se quedó, un corazón sin emociones despertó.

Mil Y Veintiún Poemas Sin Leer ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora