El demonio del fin del mundo. (Percy Jackson y tú). [PAUSADA]

Capítulo 5. La felicidad no dura tanto.

Entre la plata de mi mamá y la de Percy decidimos ir hasta el campamento. Cuando nos encontrábamos en camino hasta dicho lugar el tren paró en una estación y entre las personas vi a Hans observarnos fijamente sin ningún sentimiento en sus ojos. Un escalofrío me recorrió por toda mi espalda hasta llegar a mi nuca, Percy se dio cuenta de mi estado y me sacó de mis pensamientos. Volví a mirar por la ventana y él ya se había ido.

Al llegar a nuestro destino, decidimos ir en un taxi para que nos dejara lo más cerca posible. Por suerte no tuvimos que esperar mucho, una vez que llegamos al campamento por alguna razón me sentía nerviosa por cómo estarían los demás. Al primero en ver fue a Dionisio, se lo veía demasiado nervioso y desconcentrado. Para cuando nos vio, su rostro cambió y pasó a estar feliz.

- ¡CHICOS! -Nos abrazó a ambos a la vez- Creímos que habían muerto -lo miré a Percy con los ojos grandes.

- No seas exagerado Dionisio -escuché la voz de Annabeth venir desde atrás nuestro.

Nos volteamos a verla y vi que estaba junto a Julie quien me sonreía con lágrimas caer por su mejillas y detrás de ellas estaba Tyson, en el instante Annie abrazó a Percy mientra que yo lo hacía con Julie. Por último Percy abrazó a Tyson.

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- ¿¿Saben quién fue el que lo hizo?? -Preguntó con rabia mi amiga Sátiro.

- No -mentí-, aún no sabemos nada acerca de quién pudo hacernos algo así.

- ¿Ni una pista? -Preguntó Annie.

- Nada.

En ese momento escuchamos a Percy llegar junto a su hermano y Grover, los tres estaban riéndose de Zeus sabrá que y se sentaron junto a nosotras. Hablamos bastante tiempo, mis hermanos llegaron y mis lágrimas aparecieron nuevo, extrañaba estar todos reunidos de nuevo.

Un chico se nos acercó y me informó que Quiron quería hablar conmigo. Le dije que sí y dejé a los chicos que siguieran hablando para así irme hasta el susodicho. Al llegar lo encontré como había visto a Dionisio hasta que me vio. Se me acercó con una sonrisa en su rostro y ambos entramos a la casa.