Capítulo nueve

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No puedo creer que haya aceptado salir con él. Tengo miedo de que él piense que esta salida de amigos, es una cita. No quiero hacerle daño. De verdad, que no. Es un buen chico y le han pasado muchas cosas, al igual que a mí. Tengo miedo de que esto llegue a más. Tengo miedo a enamorarme de ese chico.

Termino de arreglarme y bajo las escaleras, hasta llegar al salón. Me acomodo en el sofá y guardo las cosas en mi pequeño bolso. Antes de volver a levantarme, mi teléfono comienza a sonar. Lo cojo y en la pantalla, puedo leer el nombre de mi prima.

-¡Emma! ¡Cuánta alegría me da que me llames! ¿Qué tal mi hermano?- suspira al otro lado de la línea.

-Hillary...

-Lo siento por no haberte llamado ni nada. Es que entre el trabajo y todo, no me da tiempo de hacer nada- la interrumpo.

-Hillary, por favor...- su voz suena débil.

-Espero que estéis bien y que mi hermano no se haya enfadado conmigo- rezo eso último para mis adentros.

-¡Hillary! ¡Por favor, escúchame!- la escucho llorar- Hace un rato, tu hermano y yo fuimos en coche a la playa. Al ser un acantilado, había muchas curvas en la carretera- forma un silencio- Hillary, hemos tenido un accidente. Me han dado permiso para hacer una llamada. Hemos sufrido una serie de hematomas y tu hermano está en una de las habitaciones. Su estado no es grave, seguro que le darán el alta.

No hablo. No respiro. No me muevo. Simplemente, estoy ahí. Las palabras de Emma resuenan en mi cabeza.
Mi hermano... Él es lo único que me queda en la vida que me hace feliz. No se puede morir. No ahora. Empiezo a respirar otra vez, al percatarme de que casi me ahogo. Mi pecho me empieza a doler, esta vez es más fuerte que otras veces. Comienzo a llorar sin parar y los sollozos son cada vez más fuertes. Me siento en el suelo y me apoyo en la pared más cercana.

-Co-cogeré un vuelo a Bra-Brazil- consigo formular una frase.

-¡No! Hillary, tu hermano está en buenas manos. Los médicos están centrados en él. Se recuperará, te lo prometo. Tú solo espera mi llamada.

-Protégelo, es lo único que me queda- el móvil se cae de mis manos y me tumbo poniendo una mano sobre mi pecho. Inspiro y expiro entre todas las lágrimas que caen de mis ojos.

Antes de cerrar los ojos, oigo a alguien entrar en casa y llamarme a gritos. Sus manos cogen mi cuerpo y me elevan. Empieza a caminar y recuesto mi cabeza en su pecho. Desde ahí, todo se torna de color oscuro.

(...)

Consigo abrir los ojos. Y lo primero que veo, no es precisamente divertido ni emocionante. Por séptima vez, estoy en una sala de hospital. Las sábanas blancas cubren mi cuerpo y las paredes, también del mismo color, crean un ambiente cerrado. Intento recordar algo que haya pasado anteriormente para volver a estar en el hospital, pero no logro recordar nada.

Giro mi cabeza hacia la izquierda y observo a una doctora entrar en la habitación donde me encuentro. Es la misma que me atiende siempre.

-Por fin has despertado- sonríe preocupada.

-¿Cuánto tiempo llevo durmiendo? ¿Qué ha pasado?- me incorporo asustada.

-Tranquila, Hillary, cálmate. Llevas durmiendo solo dos horas- se acerca- Te ha dado otro ataque de ansiedad, pero, esta vez, ha sido un poco más grave.

-¿Cómo qué más grave?

-Has estado cerca del infarto- suelta de repente, mirando su archivador.

Cubro mi cara con las manos y resoplo- ¡Mi hermano!- mis ojos comienzan a aguarse- ¡Ha tenido un accidente!- intento levantarme pero la mano de la doctora me lo impide.

-Hillary, no, debes descansar. Tu hermano está en buenas condiciones. En Brazil hay médicos muy buenos.

Intento volver a calmarme y me tumbo en la camilla, recostando mi cabeza sobre la almohada y mirando al techo.

-Por cierto, ha venido alguien a visitarte. Te trajo aquí y estas dos horas ha estado esperando en la sala de espera.

-¿Quién?- pregunto confusa.

-Afirma ser tu novio. Le diré que pase.

¿Qué? ¿Novio?

-Hola, linda. ¿Cómo estás?- entra Aaron a la habitación y se sienta en la orilla de la cama.

-Debí imaginármelo- le sonrío- ¿Por qué le dices a los médicos que eres mi novio?

-Si no se lo hubiera dicho, no me hubieran dejado pasar. Ya sabes, solo dejan pasar familia o alguien cercano a esa persona.

-Siento haber fastidiado la salida- digo cabizbaja.

-No es culpa tuya. Ahora, descansa. Y tranquila, no te librarás de mí tan fácilmente, tendremos esa cita- me acaricia la cara.

-¿Es una cita?- digo divertida alzando una ceja.

-Pues claro que sí, pequeña- toca mi nariz con la punta de su dedo.

|Frágil|® [TO #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora