Capítulo 3

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- Doctor Carrasco, pasillo 3 sala 203

Así era nuestro trabajo, emergencia y uno volando.

No me tocaba ir en acción, ahora.

- Héctor, vienes a comer ¿verdad?- Una de mis colegas me pasa algunos tickets de descuento- Descuentos en comida rápida y postres.

- Ahora no tengo mucha hambre, anda tú, María

- Vamos hombre, esa cara que tienes me asusta y no soy la única que lo dice- me jala la bata- un ratito y me cuentas que pasa.

- No hay nada nuevo, sólo problemas con...

- Y como doctor debes saber que si no te desahogas, afecta a tu cuerpo.

Llegó a insistirme tanto que no me quedó de otra. Fuimos a la cafetería del hospital donde nos encontramos con nuestros otros amigos, cosa que sabía que pasaría y por lo cual tuve que mostrar otra mejor cara.

- De verdad, llegó con el gato y dijo que como doctor debía atenderlo

- Hay todo tipo de personas, increíble- dice Karina

- ¿De qué hablan?- interrumpe María Nathalia

- Les contaba sobre una paciente, que vino con su gato- responde Sergio

Obviamente como profesionales, no podíamos decir el nombre de la paciente porque sería antiético, de hecho lo que estaba escuchando ya era antiético, pero para Sergio era como contar una anécdota de su vida y no estaba de ánimos para eso. Estaba en uno de esos días que ni siquiera las historias de Sergio me alegraban, tantos problemas rondaban en mi cabeza.

- Oye calladito, ¿Qué vas a pedir?- me preguntó María.

- Yo quiero un café cargado, me toca turno después.

- Suerte, ahora en invierno, viene el triple de gente.

Algo con el cual podía distraerme, había veces que necesitaba sólo concentrarme en mi trabajo, algo así como emborracharme y después despertar al día siguiente para conocer la realidad. Según Lidia, concentrarme demasiado fue lo que mató su amor hacia mí. Siempre pensaba en eso.

<<- Ya ni siquiera sales con nosotras, no aguanto, trato de ser comprensiva y no puedo- no podía contener sus nervios y sus lágrimas, pero estaba decidida- Diana está gateando y comiendo otro tipo de comidas, ¿acaso sabías eso?

- No lo sabía, pero sabes que estoy ocupado, la práctica requiere que me concentre.

- ¡Todos los santos fines de semana! Quiero que por lo menos salgamos un día a pasear o no sé, donde tú quieras- pude ver que estaba agotada, sus ojos reflejaban tristeza.

- No grites, o Diana vendrá- respondí>>

Había pasado casi un año y medio desde la llegada de mi hija y todo se había amontonado. Las horas se hacían segundos cuando estaba estudiando y con la práctica requería de largas noches de estudio como también los fines de semana. Admitía que no me había dado cuenta de esos grandes detalles, esto realmente me absorbía incluso ahora. Ser padre a temprana edad era una tarea difícil.

<<- Quiero terminar, Héctor- quiero retroceder el tiempo, me decía.>>

La cuestión era que como padre y pareja había reprobado, no podía darla por segunda vez, hasta el día de hoy no culpo a Lidia por haber tomado la decisión de dejarme y pues con mi hija, trataba de retomar el tiempo perdido.

- ¿Cómo está tu hija?

- Grande, cada vez que la veo me pide que le compre zapatos de ballet- aunque no hiciera ballet, que era lo más cómico

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