Prólogo

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Tendría alrededor de seis años de edad, con un vestido rosado intenso y con una sonrisa que demostraba solamente inocencia. Quizás le gustaba venir al parque de vez en cuando, en ese momento sólo me dedique a observar y sacar fotografías de esta pequeña ciudad, a las cosas que más me llamaban la atención y esa sonrisa angelical me había cautivado.

Apreté el botón de mi cámara.

Llevaba casi una semana en un pequeño departamento arrendado, la empresa en la que trabajaba me pidió que tomara algunas fotografías y bueno, no me había ido tan bien como esperaba.

- Oye tú, deja de hacer esa cara de boba- una señora con grandes ojeras toma de la mano a la pequeña niña- no me avergüences, ¿entiendes?

- Quiero un helado, mamá- le responde la niña

- Cállate, ya hable con la persona que tenía que hablar, así que nos vamos.

La niña no reclamo más y se fue triste, pero lo que me llamo más la atención era que no había armado escándalo alguno.

- ¡Espera! Déjame estar un rato más, quiero sentarme a ver las flores- la niña se suelta de la mano de la señora y corre hasta el lugar donde la vi por primera vez.

- ¡Te devuelves sola!- la señora sigue su camino, cumpliendo su amenaza.

No podía creer la escena que había visto, aunque se me ocurrió que podría vivir cerca de este parque y no era la primera vez que lo hacía. A mi hija jamás la dejaría sola y menos tan pequeña, hay madres realmente locas de la cabeza. 

Borrando la escena de mi cabeza, volví a mi objetivo de buscar algo para fotografiar.

- Señor, se le cayó esto- alguien jala mi camisa y me doy la vuelta sorprendido- es redondo y un poco pesado.

- Gracias- Era la misma niña- No me di cuenta de que se me había caído.

- Tome- insiste

- Gracias, ¿quieres un helado de agradecimiento?

- Helado- La sonrisa de la pequeña niña vuelve otra vez y esta vez mostrando sus pequeños dientes, observándola bien, con el vestido un poco sucio y zapatos a punto de romperse- ¡Si quiero!

- A cambio, déjame sacarte algunas fotos mirando el parque.

La niña asiente.

Cumplí lo prometido y ella también, pidiéndole que se sentara en un lugar donde no llegaran tanto los rayos del sol, le saque las mejores fotos que había sacado en mi vida, en la cual se podía apreciar la satisfacción de ella disfrutando de su riquísimo helado de lúcuma. Tomé todas las que pude, emocionado, queriendo saber la cara de mi jefe al ver lo que había descubierto.

- ¿Vas a esperar a tu mamá?

- Ella no vendrá, tengo que irme sola- La niña mira el cielo y sonríe- Dice que está muy ocupada para venir a buscarme.

- ¿Vives cerca?

- Tengo que tomar el metro- se levanta del pasto y sacude su mano- Adiós, caballero.

La niña corre hacia la entrada del parque, sintiendo su tristeza y a la vez rutinaria situación.

¿Abre hecho bien dejándola irse sola?


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