Lo único que podía hacer era agachar la cabeza, sabía que si no decía nada, su castigo sería menos severo.
- Donde está tu hermana, quiero saber cómo les fue con lo que les pedí- el hombre de gran estatura y hombros grandes no estaba para perder el tiempo- Simona, contesta.
- Fallamos en la última parte, Isidora no...
No pudo terminar de hablar, la cachetada que había recibido en ese momento no era la primera, ni la segunda, ni la tercera. Había fallado como principiante y de eso no alardeaba, sino lo contrario, se creía la más experta de entre todos sus hermanos menores.
- Supongo que tu hermana esta acá, tráela- Su papá estaba molesto, muy molesto- Como la mayor, debiste orientarla mejor.
- Isidora escapó- Simona no miró a su padre a los ojos, él sabía lo que significaba.
- Mientes, dime la verdad- levanta el mentón de su hija para observarla detenidamente- No me digas que... ¿la mataste?
Simona está temblando como si le apuntaran con una pistola, tenía que decirle la verdad.
- La dejé en un hospital, no podía llevármela.
El pitido de los autos y los grillos sonaban, aunque ese sonido a Simona le parecía como un ruido de funeral. Papá no decía nada, eso lo intensificaba todo.
- Papá la comida esta lista- Stu interrumpió la conversación con Simona- Disculpa, pensé que estabas solo.
- No te preocupes, hijo- Su padre le pide a Stu que se acerque, para susurrarle algo.
- Llamaré a mis hermanos- dice el chico.
Quedando otra vez solos, padre e hija.
- Quiero que busques a tu hermana, te doy esta semana- Acaricia la cabeza de la chica, reaccionando perplejamente a la situación- Hoy no comes, obviamente.
Llegan los chicos a la habitación.
- Enciérrenla en el cuarto de castigo.
Simona intenta escapar, pero es acorralada por sus hermanos.
- ¡Papá, por favor! ¡Yo no tengo la culpa!
- Los mayores tienen que cuidar a sus hermanos pequeños. En especial si son nuevos- Papá se revuelve el pelo con nerviosismo- Te lo he repetido miles de veces, Simona y realmente tu no quieres entender.
- Vas a dormir muy cómoda hoy, Simi- Se burla Oscar, su otro hermano- Sabes que si te escapas, papá es más severo.
- ¡Cállate, rata!- bufa la chica.
- ¡Cállense los dos!- Ambos chicos bajan la cabeza, Stu observa a su padre con seriedad- Perdona la actitud de mis hermanos, padre.
- Calma Stu, eres uno de los más responsables de la casa y confío plenamente en ti. Aprendan de su hermano- su padre sale de la pequeña habitación, dirigiéndose donde están sus otros hijos.
Todos acatan las palabras del dueño de casa, una casa echa de pedazos de madera, entre otras cosas, pero bastante grande para que vivieran sus dieciséis hijos adoptivos.
A todos les recalcaba que eran una familia y cada uno tenía ciertas tareas que cumplir, los mayores debían trabajar, los menores cumplir con los quehaceres del hogar y estudiar con su papá.
- Encontré una mina de oro, es una casa de ricachones- alardea Oscar- pero necesitaba la ayuda de Stu. Tu cara bonita los distrae y yo ataco. Tan tan
- ¡Suéltenme! ¡Tengo que buscar a esa perra!
- Simi, escuchaste a papá
- Ahora duerme, necesitaras energía para mañana- recomienda Lucas, otro de los hermanos- Buscar en toda la ciudad y con esta temperatura, iugh, te volverás negra.
Simona trata de tranquilizarse, sin embargo, la habitación de castigo es tan pequeña que apenas cabe. Era imposible dormir con tantos insectos y ratas dentro.
- Maldita Isidora, de esta no te salvas- Simona maldice una y otra vez a la causante de su castigo.
Durante toda la noche se escuchan los gritos y reclamos de una de las mayores de la casa.
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Cambia lo que quieras
Ciencia Ficción- Ella solo quería amor, no lo recibió cuando nació y mucho menos ahora. Y peor aún, estamos haciendo que ella desconfié aun más de nosotros- La doctora María Nathalia tenía razón, aunque en mi cabeza sentía que no todo estaba perdido para ella. Ten...