- Wow.. -susurro Ross mirando el hermoso cielo estrellado.
Sus ojos. Sus hermosos ojos brillaban junto las estrellas. Creo que ahora mis estrellas favoritas son sus ojos. Sonreí inconscientemente. ¿Qué me pasa?
- ¿Qué te pasa? Vamos a sentarnos.. -dijo Ross jalándome de la muñeca arrastrándome hacia la manta en el suelo.
Nos sentamos a admirar las estrellas. Luego de un rato no me había dado cuenta y ya estábamos acostados.
- Esa constelación es la Osa Polar -señaló Ross unas estrellas unidas por rayos de luz.
- Mhmm..me alegra haber encontrado a alguien con quien compartir mi afición -dijo aún con la vista en las estrellas.
- Lo mismo digo, ¿Qué quieres estudiar, cuando dejes el internado? -preguntó Ross.
Algo dentro de mí se quebró. ¿Dejar el internado? Era cierto que debía dejar el internado en algún momento. Pero no en un futuro cercano. No se lo que me deparará el destino, pero cada vez me vuelvo más fuerte, aunque sea un poco.
- Quisiera estudiar, astronomía - dije volviendo mi vista hacia a el.
Para mí hermosa sorpresa, él me estaba mirando. Sus ojos brillaban al igual que las estrellas. ¿Esto es posible? Debería ser inhumano.
- Yo también, pasaba tanto tiempo con mi padre, que me contagia la fiebre astronómica -bromeo Ross un poco.
Yo reí. La fiebre astronómica la atrape yo misma.
- ¿Cuál es esa constelación? -pregunte señalando una constelación, en forma de estrella.
- No lo sé, nunca la he visto -dijo Ross algo confundido.
- Vaya..Que irónico, unas estrellas haciendo una constelación en forma de estrellas -bromee sonriente.
Mi pecho se infló. Con un sentimiento muy extraño que me quería explotar el interior.
- Ya se, será nuestra constelación, se llamara..Raura -sugirió Ross.
No sé bien lo que pasó. Pero fue si como nuestras pupilas se dilatarán. Yo trague duro. ¿Debería visitar a un doctor? Si la situación empeora, si.
- Claro -sonreí enternecida, nombrar a una constelación con nuestros nombres combinados en uno es lindo.
- ¿Porque me invitaste a mi, y no a tu novio a ver las estrellas? -preguntó Ross con una voz confundida y nerviosa.
- A Dallas no le gusta mucho esto, al final siempre termina dormido -dije con una voz triste.
- Pues alégrate, ya tienes un compañero de astronomía -sonrío estrechando su mano hacia mi.
Yo la tome y sonreí.
- ¿Qué tal si hacemos esto todas las noches? -pregunte apretando su mano, a lo que él la apretó.
- No...¡No puedo esperar a que sea mañana! -exclamó Ross, al principio me deprimí, pero luego sonreí contenta.
- Deberíamos irnos a dormir -sugerí, ya que se hacía tarde.
- Si, creo que está bien -comentó Ross.
Nos levantamos del piso y fuimos de puntillas al ascensor. Por fin llegamos a nuestro piso. Y fuimos a nuestras puertas. Nos quedamos unos segundos, yo decidí dar la iniciativa y lo abrace. Él me correspondió al instante. Se sentía cálido. Y hoy no cargo las maletas. Debe ser coincidencia. Cualquiera puede ser cálido. Reí al recordar el cuerpo frío de Dallas.
- ¿Porque te ríes? -preguntó Ross.
- Porque Dallas no es así de cálido -respondí poniendo un mechón de cabello detrás de mi oreja.
- Buenas Noches Castaña -se despidió entrando a su habitación.
- Buenas Noches Rubio -me despedí entrando a mi habitación.
Lo que ambos no sabían, era que Dallas se encontraba observándolos desde que estaban en la terraza. ¿De verdad ella pensaba eso sobre el? Ya verá, seré el mejor novio del mundo. Antes de que Ross me la robe. Entre a mi habitación dispuesto a convertirme en el novio perfecto, cueste lo que cueste.
Laura se despertó muy feliz, por qué había soñado con la hermosa noche que había pasado. Talvez podríamos ser mejores amigos, hasta más que Raini.
Me bañe y me vestí con unos shorts negros, una polera blanca con un bigote, la cual era suelta, hasta el ombligo. Y como chaqueta, una camisa a cuadros azul hasta arriba de los codos. Mis converse y mi coleta con rulos.
Abrí mi puerta y me deprimí al no ver a Ross saliendo al mismo tiempo. Cerré mi puerta y me recosté de esta unos segundos. Cuando iba a emprender la marcha, escuche un quejido, bueno una grosería que no quiero ni pensar. Es la habitación de Ross.
Abrí su puerta sin pensar y me lo encontré en el piso sentado como indio pero con un pie estirado.
- ¿Qué pasa? ¿Qué te duele? -pregunte agachándome a su altura.
- Me golpee...el meñique -exclamó con una voz chillona.
Yo solté una carcajada.
- Eres un bebé, además esa no es una excusa para gritar groserías a los cuatro vientos, no lo vuelvas a hacer, hay niños -le reproche.
- Losiento, pero tampoco quiero ser como Dallas diciendo ¡Carambolas! -imito la voz de Dallas como una niñita, haciéndome reír.
- Bueno, si ya estás mejor vamos a desayunar -dije haciendo mejor entre comillas con los dedos, mientras me levantaba del piso.
Espere a que el se levantará y salimos de la habitación. De repente, Dallas sale de su habitación. Ross y yo reíamos sin parar. Aunque sea mi novio, es bastante gracioso.
- ¡No se rían! -exclamó Dallas molesto.
Dallas estaba completamente rojo. Y no hablo de un sonrojo, su piel estaba toda roja, de pies a cabeza.
- ¿Qué te pasó? -preguntó Ross, vi como tragaba la risa que quería escapar.
- Pues, decidí tomar un baño caliente, pero no me di cuenta hasta que me dormí, y quede así.. -dijo Dallas.
- ¿Baño caliente? Dallas, tu nunca haces eso, técnicamente eres un cubo de hielo.. -bromee un poco.
Ross rió cortamente, junto a mí obvio.
- Pues...quería ser cálido, para ti -dijo Dallas agachando su cabeza.
Que ternura. Aunque le salió mal, merece un abrazo. Camine hacia él y le di un abrazo, estaba calientito, pero no naturalmente así que no cuenta ,él me correspondió, me separe rápidamente, ya que se quejó.
- ¿Te duele? Bien, nos vemos abajo -dije, nos dimos un beso corto y jale a Ross hasta el ascensor.
- De verdad lo amas ¿Eh? -se burlo Ross mientras esperábamos a que el ascensor abriera sus puertas.
- Lo quiero mucho -respondí mientras el ascensor hacia un ruido extraño.
Nuestras caras se desfiguraron. Ross presionó el botón de abrir unas 100 veces, y no se abrió. Le dimos al botón de emergencia, no sonó ninguna alarma. Aunque estuviéramos atrapados en un ascensor. Lo que rondaba por mi cabeza es que no pude decir que amo a Dallas.
[Si no entendieron la parte de que ella no pudo decir que amaba a Dallas, fue porque ella respondió "Le quiero mucho" y la pregunta fue "De verdad lo amas ¿Eh?"]
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Hasta las estrellas
JugendliteraturLaura, una joven de 17 años, atendía una guardería para niños, ya que la mayoría de ellos eran huérfanos, al igual que Laura y los demás. Al cumplir los 18 años, lamentablemente los niños debían ser liberados para comenzar su vida, lo que entristecí...