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- ¿Y amor? ¿Estás feliz por qué le gane a Ross? -dijo engreídamente Dallas.

Yo rodé los ojos. Tengo que averiguar porque Ross está enojado conmigo.

- De verdad deberías controlar tus celos -exclamé molesta cruzándome de brazos.

- ¿¡Porque siempre lo defiendes?! -exclamó molesto.

- Ross es mi mejor amigo, tú eres mi novio ¿Comprendes? -dije besándolo en los labios.

Me separe de el rápidamente y le di la espalda, hice una cara de asco, y pensar que lo bese tanto tiempo y no me di cuenta de cuán salada es su boca.

- Bueno, iré a hacer unas cosas, te veo luego amor -dije rápidamente mientras corría adentro de el internado.

¿Dónde se metió Ross? Recorrí todo el piso de abajo, y no lo encontré. Subí las escaleras, ya que andaba con prisa, y revise cada una de las habitaciones. Abrí la de Ross, esperando a que estuviera ahí, pero solo me topé con el sonriente Ray coloreando en su cuaderno de dibujo, acostado en el colchón, el cuál estaba en el suelo. Cerré la puerta dejándolo concentrarse.

La única habitación que quedaba era la de Kira. Rezaba en mi mente para que no estuviera ahí. Abrí la puerta despacio, como si lo que fuera a ver me dejaría ciega. Hasta que veo lo peor que me pudo haber pasado. Veo a Ross y a Kira besándose. Kira técnicamente se lo iba a comer, pero lo malo es que Ross la dejaba. Lagrimas empezaron a caer por mis mejillas. Las malditas que salen si permiso. Quería irme, pero era como si mi cerebro quisiera grabarlo para recordarlo pro siempre.

Kira me daba la espalda mientras Ross, miraba a un punto fijo en el suelo. Como si no le importará lo que estaba haciendo. Sin sentimiento. Subió la mirada, y me vio con unos ojos, sin vida. Sin brillo, sin nada, parecía vacío.

Pasaron unos 3 segundos y abrió sus ojos como platos. Empujó a Kira a su cama y corrió en mi dirección. Pero ya era tarde, yo corría a encerrarme en mi habitación. Maldito infiel. Maldito Ross.

Lo odio. Cerré con pestillo y me aventé a abrazar a mi cama. Ross tocaba y tocaba.

- ¡Hablemos Laura! ¡Porfavor! ¡Estaba molesto! ¡No sabía lo que hacía! ¡Tú sabes! ¡Tú sabes! -gritaba Ross desesperado.

Creo que en este punto sus nudillos están rojos. Yo me tape los oídos con mis almohadas. Pero seguía escuchándolo. Mi llanto cesó, camine hacia la puerta, la cual Ross tocaba sin parar. Y me recosté de esta.

- ¡No quiero perderte! ¡Eres lo que más amo en este mundo! ¡¿No me amas?! -su voz se empezaba a quebrar.

Ross. Claro que te amo. ¿No ves porque estoy llorando?

- ¡Tú sabes! ¡Tú sabes!..que te amo.. -susurro la última parte con tristeza mientras sentía su mano resbalarse por la madera de la puerta.

Su calidez se sentía, aunque una gran puerta de madera nos dividía. Solté un suspiro y la abrí. El se lanzó a mis brazos llorando. Llorando. Nunca había visto a un hombre llorar en mi vida, y menos por mi. Lo abrace de vuelta, escondiendo mi rostro en su cuello.

- Espero una buena explicación.. -susurre mientras lloraba.

- Claro que la tendrás, amor mío.. -susurro, y sentí sus lágrimas en mi hombro.

Hasta las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora