5 (Mini Maraton 1/3)

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El ascensor no se movía. La alarma no sonaba. Y en en ascensor no había señal. Genial. Atrapada en un ascensor junto a Ross, aunque no se escucha tam mal ¡Basta!

- ¿Cuándo crees que nos encuentren? -preguntó Ross tomando el cuello de su camiseta y jalándolo un poco, ya que empezaba a hacer calor.

- Pues, ya que la mayoría no usa el ascensor, tal vez en unas horas más.. -respondí.

La ropa se pegaba a nuestras pieles. Odio el calentamiento global. ¿Nos va a desintegrar? Si lo va a hacer, que lo haga rápido, porque me estoy asando.

- ¡Ufff! Voy a terminar en cenizas, si no te molesta, me quitaré mi camiseta -dijo Ross sacándose la camiseta de un tirón.

- ¡E-Espera! -exclame poniendo mis manos en mi cara.

Por curiosidad, destape una mano de mis ojos y lo vi. Juro que si no me desmayaba por el calor, lo iba a hacer por esto. ¿Estuvo en fuerzas armadas o algo? Es como si hubiera sido ¿Dibujado? Estaban tan marcados, no sé cómo no los note antes.

- ¿Quieres mirar? ¡Qué no te apene! -exclamó Ross junto a unas carcajadas.

¡Insoportablemente insoportable!

Me destape por completo mis ojos, intentando hacerme la valiente. Me acerqué a él con sigilo, lento y despacio. Intentando asustarlo al menos un poco. Ya enfrente de él. Levanto mi mano. Aunque lo único que voy a usar es mi dedo. El cierra sus ojos esperando la famosa bofetada, pero solo pongo un dedo en uno de sus bíceps.

Sentí su cuerpo tensarse ante su tacto.

-D-Dije mirar, no tocar -me reprochó Ross con una voz nerviosa y temblorosa

Yo solté un buen de carcajadas. Las suficientes para que su rostro cambie a uno de enojo.

- ¿Porque te ríes? -preguntó frustrado, cruzándose de brazos.

- Porque el León tiene sus debilidades, y en este caso la tuya es el tacto -exclamé burlándome, poniendo una de mis manos en mi cadera.

- Este León no es el único con debilidades, además la gacela también tiene las suyas -dijo mirándome de manera retadora.

- ¿Cuáles son? -pregunte, en este concurso de miradas, no voy a perder.

- Bueno -dijo cortamente.

Agarro mi nariz y la jalo cortamente. Estornude, como un elefante dando a luz.

- ¿No me vas decir nada? -pregunte molesta.

- ¿Salud? -bromeo subiendo sus manos en forma de defensa.

- ¿¡Cual es mi debilidad!? -pregunte cruzándome de brazos molesta.

- Esta -dijo cortamente.

Me volvió a jalar la nariz, estornude, y el elefante tuvo hermosos gemelos.

- ¿¡Esa?! Esa no es una debilidad?! -exclamé a la defensiva.

- ¿Ah no? ¿Y que es? -preguntó Ross dando unos pasos hacia atrás, recostándose de la pared.

- Pues es...¿Un reflejo? ¿Milagro? -dije nerviosa.

El soltó una carcajada. Y no de las normales. Una que reflejaba que había ganado. Y como siempre el León de la selva gana. Pero la gacela tiene sus trucos, no se crean.

- Odio el calentamiento global -dije sacándome la camisa a cuadros que usaba como chaqueta.

Ross tragó duro. ¿Ehhhhhhhhh?

- ¿Y...De que quieres hablar mientras estamos aquí? -pregunte sentándome en el suelo como indio.

- Pues..¿Cómo te empezó a gustar la astronomía? -preguntó Ross sentándose a mi lado.

- Pues, en el internado en el que estaba, lo único que alumbraba la habitación era la hermosa luz de la luna, pues todos los días me asomaba por la ventana a presenciar las estrellas -respondí nostálgica.

- Yo lo heredé de mi padre, o me atrapo la fiebre astronómica -bromeo otra vez.

Esta vez no reí. El sonido de mi estomago rugiendo lleno todo el ascensor. Ross reía señalándome. Hasta que su estómago rugió de la misma manera, por lo que reímos juntos.

Gatee hasta la puerta del ascensor y la comencé a golpear con mis puños.

- ¡Ábranme! ¡Abranme, maldita sea! -exclamé a punto de llorar por impotencia.

Ross gateo hacia mi. Y me abrazo, aunque estábamos todo sudados y transpirados , fue lindo.

- ¿Dónde está lo de no digas groserías? -preguntó Ross dulcemente.

Yo sonreí apenada. El sonrió junto a mí. Al intentar apartarme de el, él me agarro de la muñeca y me atrajo más hacia a el. Abrazándome. Le correspondí al instante. El calor no se comparaba con este calor tan calido y bonito. Juro que podría derretir al Polo Norte. Pobre Santa Claus.

Lentamente nos separamos. A centímetros de nuestras caras. Antes de que nuestros labios pudieran rozarse, la puerta del ascensor de abrió, mostrando a los cachorros sonrientes.

- ¡N-No es lo que parece! - exclamamos al mismo tiempo.

Nos separamos rápidamente y nos levantamos sacudiendo nuestras ropas. Ross tomó su camiseta y yo tomé mi chaqueta. Salimos del ascensor y le hicimos señas de silencio a los niños, para que no dijeran nada.

- ¡Laura! -escuche la voz de Dallas y unos pasos apresurados.

Dallas me abrazo con todas sus fuerzas, que ternura. Le devolví el abrazo, me refresque al instante, Dallas el cubo de hielo, después nos separamos.

- ¿¡Donde rayos estabas?! ¡Te hemos buscado toda la mañana! -exclamó Dallas preocupado.

- Ahh..me quedé atrapada en el ascensor con Ross -respondí cruzándome de brazos.

Su rostro cambio a uno enojado.

- ¿Cómo salieron? -preguntó apretando sus puños.

- No lo sé, cuando  nos dimos cuenta los niños estaban en la puerta - dije algo nerviosa.

- ¡Nosotros la abrimos! Escuche tus golpeteos en la puerta Laura, no te pude responder porque busque a los chicos inmediatamente para que me ayudaran -respondió Ray tiernamente.

Yo abrace a todos los niños al mismo tiempo, hasta Ross se unió.

- ¡Vamos a comer! -exclame tomando a Ross de la muñeca y jalándolo hasta la cocina.

No se lo que me sucede con Ross. Un poco más y nos..nos besamos. No se lo que pasa, pero no quiero herir a nadie.

Hasta las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora