Nueve

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Apenas prestaba atención a lo que decía el profesor. Su mirada había decidido fijarse en la ventana, y decaído, observaba los pájaros que sobrevolaban el patio. Algo parecía haberse roto en su interior, y las ganas de llorar aún no se iban. Nadie se había atrevido a decir nada, sobre todo con la amenazadora mirada de Mangle, que fulminaba a todo aquel que se acercase a su amigo, pero las ojeadas burlonas no solían pasar desapercibidas. Un par de chicas y otro alumno se habían aproximado al peliceleste, e intercambiaron palabras de ánimo o frases de apoyo, con alguna palmada en la espalda y sinceras sonrisas adornando sus rostros. Eso únicamente logró que se sintiera un poco mejor, pero el saber lo que tendría que hacer después...

Se frotó los ojos con el dorso de sus manos. Deseaba salir corriendo en ese mismo instante, irrumpir en la clase de Bonnie y abrazarlo con fuerza. Que le dijese que todo iría bien, que todo se arreglaría. Luego reirían y, antes de que el profesor pudiese decirles algo, agarrar su mano y huir de aquella aula, estallando a carcajadas. Levemente, las comisuras de sus labios se alzaron, esbozando una liviana sonrisa. Pero aquel gesto enseguida murió en sus labios. No estaba seguro de poder... De conseguirlo.

Varias veces, el maestro le llamó la atención, y varias veces, algunos ''compañeros'' suyos rieron estúpidamente por aquello mismo. Incluso uno soltó unas gracias cuando el profesor no atendía a sus alumnos. La peliblanca a punto estuvo de levantarse para darle su opinión sobre ese supuesto chiste, pero Shia la detuvo. Le susurró algo en voz baja, y aquello pareció calmar, aunque fuese poco, a la de ojos ambarinos. El reloj siguió emitiendo su hipnotizante tic-tac...

La campana sonó, intimidante, indicando el final de las clases de las primeras horas. Casi todos los estudiantes salieron de la clase, como una marea de personas. Los pocos restantes o tardaban más en guardar todo, o preferían quedarse en el aula en vez de salir al pasillo o al patio. Bon únicamente cubrió su cara con ambas manos, soltando un suspiro entrecortado. Las ganas de estallar en llantos posaron sus fantasmagóricas manos sobre sus ojos, impidiéndole ver con claridad. Alguien lo abrazó por los hombros, posiblemente Shia, y oyó como una silla se arrastraba hacia ellos, seguramente Mangle.

-Bon...-el chico apartó sus manos, fijando su borrosa mirada sobre la cantante de su grupo.-, Bon, ¿quieres...? ¿Quieres hablar de esto?-el aludido asintió suavemente.

Sus ojos se desviaron del rostro de la chica, demasiado avergonzado e intimidado. Carraspeó sutilmente antes de atreverse a hablar.

-Yo... Bueno, supongo que si te preguntas que si lo de la... Lo de la guitarra es verdad o no... Te puedo asegurar que sí lo es... Al menos... Lo principal...-balbuceaba y sus palabras tropezaban entre ellas, pero la peliblanca lo entendía perfectamente.-Sí, soy... Soy gay... Aunque creo que llegados a este punto... Todos lo saben ya.-se cubrió la boca unos instantes, intentando apagar el sollozo que trataba de salir de su garganta.

Se levantó de golpe, deshaciéndose del abrazo de la rubia.

-Tengo... Tengo que ir al baño...-ambas chicas se miraron y, asintiendo, se alzaron también.

-Te acompañamos.-empezó Mangle.

No pudo evitarlo, y tampoco es que le quedasen fuerzas para hacerlo. Cruzaron juntos el umbral de la clase, para encontrarse con dos chicas que, al parecer, llevaban esperando un rato. Sonrieron al ver a Bon, y en unas zancadas, se aproximaron a saludarlo. Una de ellas le palmeó un hombro y la otra comentó algo, que le apoyaba pasase lo que pasase y que tratarían de ayudarlo si lo necesitaba. Acto seguido, se alejaron, y, lentas pero decididas, se dieron la mano ante la sorprendida mirada de algunos alumnos que por ahí pasaban.

-Je, al parecer, aquella jugarreta hizo más bien que mal,-dijo Mangle, sonriendo de lado-, y que varias personas... Eh...

Shia rió en voz baja.

-Creo que ya te comprendimos, ¿verdad, Bon?-se giró hacia su amigo.

-Eso creo...-murmuró el chico, aún mirando a aquellas dos chicas.

Pese a que estaban de espaldas, podía apreciar la tranquilidad que desprendían sus figuras. Balanceaban sus manos entrelazadas al compás de su paso, pero aún así, una de ellas no dudó en hacerle un corte de manga a uno de los estudiantes veteranos, que al parecer, les hizo un comentario despectivo.

La peliblanca agarró a su amigo del brazo, y la de ojos azules se enganchó al otro. Él sólo pudo esbozar una mueca medianamente alegre, antes de volver a emprender la marcha. Se sentía protegido por sus amigas, un escudo inquebrantable por la fuerza de Mangle e inalcanzable por la decisión de Shia. Lo único que recibieron del ''exterior'' de su fuerte coraza fueron algunas miradas, analizadoras y frías. Pero aún así, siguieron. Varias veces la del ojo ámbar estuvo a punto de abalanzarse sobre aquellos ingratos que osaban abrir la boca para comentar algo, pero en esos momentos, la rubia tosía ligeramente, señalando a su amigo con un leve movimiento de cabeza. La furia se hacía a un lado, y aunque tratase de ocultarlo, la preocupación crecía en su interior, instalando un pesado nudo en su garganta.

En cuanto llegaron a los baños, ambas se separaron del peliceleste, pero le dijeron que se quedarían fuera esperándolo. Este les agradeció con una pobre sonrisa, y se internó en los aseos masculinos.

Esa vez, tampoco había nadie. La mayoría solía usar los baños del recreo, en vez de quedarse en los asfixiantes pasillos del establecimiento. Se aproximó a los espejos, observando su rostro. Le sorprendió ver a una solitaria lágrima caminar por la senda de sus mejillas. Y entonces, la situación pareció volver a abalanzarse sobre él, desgarrándole el corazón brutalmente. Su cerebro comenzó a pensar en todo aquello...

Y lo que suponía hacer ese trato con los Nightmares.

Alejarse de Bonnie.

Poco a poco, más lágrimas se unieron a la primera, manifestando sus mísero sentimientos. No podía hacer eso, no podía dejarlo. No quería. Ese chico... Era lo que más significaba para él, además de sus amigas. Ese bajito chico de melena morada lo hacía feliz, le daba ganas de seguir adelante en el futuro, ambos sujetando la mano del otro. Tener más citas como la de la cafetería. No podía, no quería...

Pero tenía que hacerlo.

Ese grupo seguramente sería capaz de dañar más a su conejito, a su Shia, a su Mangle... Tal vez, incluso a él mismo. En su mente, varias imágenes emergieron de su imaginación, y pudo apreciar a esos tres importantes elementos de su vida malheridos. Abrió el grifo, dejando el agua correr. Puso sus manos bajo aquel chorro, empapando sus manos, para después echárselo en la cara, tratando de calmarse. El frío contacto del agua pareció ayudar, poco, pero ayudó.

Su mente empezaba a debatir las ideas, de una forma más calmada. Por una parte, no quería ni podía dejar a Bonnie, eso lo tenía claro. Pero por otra...

Suspiró pesadamente, frotándose los ojos.

Ya sabía lo que tenía que hacer.

O al menos, eso pensaba.

_~_~_~_

Siento haber actualizado tan tarde, pero es que

empecé de nuevo el colegio y nos han robado

el poco tiempo que nos quedaba ;;

Además de que se me fue un poco la inspiración

y que he estado trabajando en otras historias

y tal, y tal...

En fin...

Espero que guste el capítulo~

Cuando te ruborizas... | FNAFHSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora