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Ahogó un sollozo mientras que intentaba levantarse, casi sin lograrlo. Se apoyó más mal que bien a la pared más cercana, que mostraba un aspecto bastante descuidado. Al lograr mantenerse en pie, revisó velozmente los alrededores, maldiciéndose a si mismo por no haber verificado si seguían allí. Nadie se encontraba cerca de él.

Intentó avanzar, pero lo único que consiguió fue tropezar torpemente. Después de varios intentos, y caídas, consiguió mantener el equilibrio lo suficiente como para llegar hasta los baños. Comprobó que no había nadie, para así entrar en los servicios. Se recargó sobre los lavabos mientras que un quejido emergía desde lo más profundo de su garganta. Alzó débilmente su mirada, logrando percibir su reflejo.

Mostraba un aspecto lamentable.

Abrió el grifo, dejando caer el agua durante unos instantes, antes de echarse en la cara, intentando, sin lograrlo, despertar de aquella pesadilla. Incluso sabiendo que era real, deseaba el poder salir de ese infierno y levantarse de golpe de su cama.

Se enderezó todo lo que pudo, y volvió a mirarse en el espejo. Intentó arreglarse el pelo, enjuagarse el rostro, pero nada conseguiría esconder aquellos moratones que decoraban su cara.

Lágrimas empezaron a aflorar en las esquinas de sus ojos, lágrimas que poco a poco fueron trazando leves lineas sobre sus mejillas. Estremeciéndose, intentó contenerse, pero rápidamente un llanto descontrolado lo poseyó. Retrocedió hasta que su espalda golpeó la pared del lugar, y se dejó caer lentamente. Se cubrió el rostro con sus manos, llorando por primera vez desde hacia ya mucho tiempo.

¿No se suponía que era inmune?

Levantó sus brazos, pero apenas lograba ver aquellos golpes que los cubrían. Su camiseta mostraba un lamentable aspecto, al igual que todo su ser. Su cabello se hallaba despeinado y, a juzgar por lo poco que vio reflejado en el espejo, su frente mostraba un desagradable moratón.

Lentamente, sus gimoteos cesaron. Sus inundadas pupilas casi no le dejaban percibir lo que ocurría a su alrededor, pero claramente percibió la llegada de otro alumno. Se encogió sobre el mismo, queriendo pasar desapercibido, pero eso resultaría imposible. Así pues, se mantuvo quieto, su enrojecida mirada se dirigió hacia el suelo en cuanto aquel chico irrumpió en los baños, canturreando en voz baja.

Canto que cesó al ver al malherido muchacho. En unas pocas zancadas, se acercó a él, para luego ponerse a cuclillas a su lado. Una mano de piel clara le apartó unos mechones que caían sobre su rostro, a la vez que una preocupada voz le habló.

-Qué... ¿Qué te ha pasado?

Parpadeando, no solo para deshacerse de las lágrimas, sino también para confirmar, con cierta sorpresa, que la persona que le estaba atendiendo con tanto cuidado.

-H... Hey, Golden...-susurró, una leve sonrisa pintada sobre su rostro.

Cuando te ruborizas... | FNAFHSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora