Capítulo I
Juguemos en el bosque mientras el lobo no está.
—¡Oigan!, es por aquí.— Grita Camila. Ha gritado por lo menos seis veces lo mismo y cuando llegamos a donde ella señala no hay nada, solo más árboles.
—Camila has dicho lo mismo siete billones de veces.— Dice Gabriel en un tono cansado y lo justifico, llevamos más de tres horas caminando, ya está oscureciendo y no hemos hecho el campamento porque según Camila hay que acampar justo en el Oeste del bosque, así los lobos no nos comerán. Está simplemente paranoica.
—¡No es mi culpa!, mi brújula debe tener un problema.—Dice Camila dándole unos cuantos golpecitos a la brújula plateada que sostiene entre sus dedos.
—¿Estas segura de que sabes usar eso?.—Le pregunto.
—Laura, ¿Acaso crees que los tendría caminando por más de tres horas innecesariamente porque no quiero admitir que no sé utilizar esta estúpida cosa?.—Miro a mis tres compañeros.
—La verdad... sí lo creo.—Me encojo de hombros riéndome y Camila resopla.
—Idiota.—Susurra y se voltea para mirarnos.—Está bien, no se molesten pero realmente no tengo idea de cómo se usa este aparato.—Hace un puchero para ablandar la situación pero no funciona porque la más explosiva de todas y cabe destacar NO atlética Natalia hace un berrinche.
—¡CAMILA! ¿Acaso eres cabeza hueca?, ¡¡nada te costaba decir eso desde un principio!!.
—Es que no quería parecer imbécil.—Lloriquea Camila.
—Pues, si no te has dado cuenta... ¡JUSTO ESO PARECES!.—Replica Natalia.
—Ay si, señorita perfecta, al menos yo sé que a un campamento no hay que traerse zapatos de tacón.—Habla Camila y le saca la lengua. Mientras yo veo todo el espectáculo, Gabriel se encarga de armar su carpa, cuando me percato voy hasta él.
—¿Vamos a acampar aquí?.—Pregunto.
—Yeah baby, mira hacia arriba y dime si no es un lugar perfecto para acampar.—Lo hago, y me quedo boquiabierta. Pareciera que los arboles hubieran estado plantados estratégicamente de manera que quedara una especie de mirador natural, podía mirar el atardecer en su momento más espectacular, como los colores naranja, amarillo y gris se mezclaban entre sí dándole al cielo una hermosura increíble.
—Woau.—Digo casi sin aliento.
—Si, woau.—Responde Gabriel mientras sigue sacando cosas de su bolso.
—¡Hey chicas! Vengan a ver esto.—Me tomo la libertad de sentarme en el pasto y seguir mirando el paisaje. Como no veo que mis compañeras se hayan puesto a mi lado, decido averiguar qué están haciendo y cuando lo hago las veo literalmente peleando, Natalia está tratando de alcanzar uno de sus tacones mientras Camila los sostiene lo más alto que puede con una mano y con la otra le intenta apartar la cara de su cuerpo. Natalia es la más agresiva de las tres, sin embargo, su estatura no la ayuda mucho. La escena me causa una risa inmensa y en un segundo estoy revolcándome en el suelo con la imagen de aquellas dos peleando.
—¡Laura! Deja de reírte y dile a Camila que me devuelva mi zapato.—Grita Natalia.
—¿Qué se supone que están haciendo?.—Me pregunta Gabriel.
—Pues, Camila dice que los tacones son terminantemente prohibidos en un campamento así que se los decomisó.
—Apoyo su política.—Me responde.—¡Oye Camila!, postúlate a presidenta.—Camila le lanza un beso y Gabriel vuelve a su trabajo con las tiendas.
—¡Lauuuraa!—Grita Natalia.
—Oh sí, ya voy.—Me acerco hasta las dos chicas y me cruzo de brazos.—Camila, devuélvele el zapato a Natalia.
—¿Y por qué haría eso?.—Me pregunta retóricamente Camila.
—Pues porque si no lo haces, dormirás fuera de la carpa.
—Gran cosa.—Responde aburrida.
—¡¡Me lastimas!!.—Chilla Natalia quitando las manos de Camila de su cara.
—¡Más te lastimarán estos tacones si los sigues usando, dañaran tu columna!
—¡Eso no es asunto tuyo!.—Pelea Nat.
—¡Cállense!—Reprendo. Estas mujeres son como niñas pequeñas, y yo soy la madre. Siempre tengo que estar evitando que se maten, al parecer vine a este mundo para ser el réferi de todas las peleas. En casa tengo dos hermanos: Leah y Leo y son iguales de temperamentales como mis dos amigas, parece increíble que en unos cuerpos tan pequeños pueda caber tanta personalidad —Camila, si no le devuelves el zapato a Nat, me veré en la obligación de dejarte fuera de la tienda...—Hace ademán de hablar pero hago un gesto con mi dedo.—...Donde te picaran zancudos, hormigas y probablemente te coma un lobo.—Le sonrío con malicia y ella palidece. Las ventajas de conocer a tus amigas; Camila le tiene miedo a cualquier animal con dientes y eso incluye a los perros, a pesar de que los tolera cuando tiene uno cerca palidece y no le nombres a un LO-BO, sólo con la sílaba LO está temblando.
Camila baja poco a poco el zapato mirando fijamente a Natalia, de repente se asoma en su expresión la maldad y ya imagino lo que hará pero no la detengo, disfruto las peleas entre estas dos.
¡TRAC TRAC!
—CAMILAAAA, ACABAS DE ROMPER MI TACÓN. ERES UNA IDIOTA.—Entonces Camila le devuelve el zapato y se arrodilla en el suelo partiéndose de la risa. De repente Natalia la mira amenazadoramente y a ella sí intento detenerla porque supongo lo que hará, conozco demasiado su agresividad pero antes de que pueda gritar o decir algo ya lo que quedó del zapato está estampado en el cabello rubio de Camila. Natalia sonríe victoriosa.
—¡¡Natalia!!.—Hago un grito atrasado.
—¿Qué? ¡Es su culpa!.—Señala a Camila quien está revolcándose en el suelo pero ahora no de risa sino de dolor.
—¡Terminé las tiendas!.—Grita de repente Gabriel detrás de nosotras.
·······················································
ESTÁS LEYENDO
Eclíptica.
HumorUn zodíaco con 12 Signos. Una ciudad. Un objetivo. Y lo peor... Muchos chicos/as involucrados. 4 amigos deciden seducir a los 12 signos del zodiaco dividiendoselos en 3 por persona según los elementos: Aire, tierra, fuego y agua. A Laura le han toc...