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Tom

-Dios por favor hazme parecer un adulto... al menos para que no me confundan con un niño de primaria. Aunque no me guste, comeré pescado y beberé leche. Por favor hazme crecer un poco más en altura y si es posible además ¡cámbiame esta cara de niño! y también...- sus rezos fueron interrumpidos al percatarse de que al parecer no estaba solo como pensó. -¡¿Hay alguien?! ¡¿Quién es?!- su mirada viajo hacia todos lados buscando al intruso, hasta que un movimiento lo hizo posar su vista en el púlpito. Logró ver una silueta iluminada con los rayos del sol, la luz que se reflejaba en esa figura era tan brillante que emanaba un destello casi divino.

-¿Un... ángel...? no puede ser. Pero ese es... ¡Georg Listing!- pensó para si mismo mientras la vergüenza inundaba su cuerpo pues se dio cuenta que lo habían escuchado momentos atrás. Con este descubrimiento llevo las manos a sus mejillas sonrojadas y bajó la mirada.

-Tú eres el chico que viene a rezar todas las mañanas ¿no?- una pregunta simple, pero fue suficiente para darse cuenta de que siempre lo escuchaban mientras decía aquellos rezos tan tontos que siempre hacia.

Se encontraba tan ensimismado en sus pensamientos, pateándose mentalmente por esa maña de rezar a todo pulmón, que no se dio cuenta del momento en que Geo se acerco a él colocándose justo enfrente.

-Ya eres muy lindo- le dijo con una voz serena y amable mientras inclina su cuerpo hacia Tom al mismo tiempo que poza brevemente una mano en la mejilla izquierda del menor para hacerle levantar el rostro. -¿Cómo te llamas?- le pregunta mirándolo con sus encantadores ojos verdes.

-Ah... s-soy Tom Trümper. Estoy en el mismo curso que tú, tercero de secundaria- articuló demasiado rápido mientras se señalaba de forma infantil, incapaz de poder ocultar su nerviosismo.

-Tú pretendes demasiado... Tom- le dijo soltando una amable sonrisa mientras lo tomaba del rostro con ambas manos -que Dios te bendiga- se acerco y deposito un tierno beso en su frente. Sin más, se retiró tranquilamente dejando a un embobado chico sin habla.

-No puede ser, me ha besado en la frente- pensó el de rastas mientras ponía las manos es su frente, deseando que la sensación cálida de los labios del ojiverde se quedara ahí por siempre.

-¡Tom!, aquí estabas ¿que hacías en este lugar?- entra un agitado Gustav cuestionando a su mejor amigo mientras se acerca con paso apresurado -¿Tom?... Tomy-

-Georg...- espeta el menor entre suspiros y señala hacia donde se dirige el ojiverde.

-¿Georg?- cuestiona algo confundido Gus al tiempo que voltea a ver en dirección a donde le señala su distraído amigo -Ah... el viene cada mañana a la capilla, pues creo que se encarga de su mantenimiento. Pertenece a una familia cristiana muy devota- le comenta mientras lo toma del brazo para caminar juntos rumbo a la salida.

-Desde temprano esta siempre rodeado de unas tipas que dicen ser su club de fans...- continua narrándole al tiempo que ambos notan que efectivamente Georg en ese instante se encuentra rodeado de un mar de señoritas que le sonríen entre coqueteos -pero a pesar de que son todas muy bonitas no hace caso de ninguna en particular ¡es un asceta! y de todos modos para nosotros es alguien inalcanzable- concluye encogiéndose de hombros restándole importancia al asunto.

-La razón por la que quiero parecer un adulto y por la que no aguanto mi cara de niño, todo es porque quiero que Georg comience a fijarse en mi- se dice a si mismo Tom, notablemente desanimado por las palabras de su amigo momentos atrás.

Hábil para todos los deportes, tiene las mejores notas, es guapo y amable. Es el chico más popular de todo el colegio cristiano. Ese es Georg; Tom, como todos los demás lo admira, pero también esta perdidamente enamorado de él. Poco le importa que su amor sea casi platónico, pues es consciente de que su adoración siempre está rodeado de hermosas mujeres para las que él no es rival alguno, porque bueno, el es "un chico" y además de eso es uno bastante común y sin atractivo, según su propia opinión.

En la privacidad de su cuarto, se tira relajado sobre la cama -¡¡Me ha preguntado mi nombre!!- exclama con una sonrisa boda en el rostro mientras se abraza a su almohada -¡¡me beso la frente!!- lanza un sonoro suspiro y cierra los ojos recordando la sensación -ojala que yo pueda llegar a gustarle-

Los chicos siempre desean lo mejor... y los deseos de Tom no dejan de aumentar.

-¡El libro de los hechizos!- una idea hizo que el menor se levantara rápido de su cama, casi corriendo rumbo al pequeño librero en su cuarto.

"Hechizos que cumplen todos tus deseos" era el titulo impreso en la portada del libro entre sus manos, el que había encontrado por casualidad una semana atrás en esa antigua librería. Era demasiado viejo. Estaba muy gastado y parecía extraño, llamo su atención y lo compro. Le pareció que podía serle útil, así que lo guardo como último recurso.

-Si Dios no ayuda, usare la magia- con renovada energía se dispuso a hojear las paginas -A ver ¿cómo se hace?-

En una noche de luna nueva, entrar en el mahoujin, pronunciar las palabras mágicas y luego pedir tu deseo. Entonces seguramente se cumplirá tu anhelo

Y así lo hizo, se cercioro de que la luna fuera la indicada y trazo el círculo mágico para después colocarse de rodillas en medio de este, con las manos unidas en forma de rezo y los ojos cerrados.

-Que Georg sea mi novio- pidió su deseo, sintiéndose avergonzado por su manera tan infantil de actuar, sin embargo permaneció ahí inmóvil y anhelante hasta que sintió algo suave tocar sus manos. -¿Eh?- al abrir los ojos se impresiono por la cantidad de plumas negras cayendo.

-Mi nombre es Satanás- sintió el corazón salirse de su lugar al escuchar una voz fuerte escalofriantemente hermosa que retumbo en sus tímpanos, -¿Eres tu quien me ha llamado?- con el temor por la incertidumbre de quien o que entro a su cuarto tan de repente, volteo hacia el origen del sonido.

-¿Q-qué?- fue todo lo que pudo articular con un hilo de voz por el impacto de lo que sus ojos presenciaban. El corazón que antes latía sin control, se oprimió en su pecho de forma dolorosa y casi se detuvo al momento en que su mente dio crédito a lo que tenía frente a él.

Plumas negras, pupilas rojas, cuernos de cabra y orejas puntiagudas. No había lugar a dudas del ser frente a sus ojos.

-Me han llamado después de mucho tiempo, pero no pensé que sería un chiquillo- esa voz, esa impresionante voz, lo oprime al punto de no poder mover un solo musculo.

-¿Acaso es?... ¡¡el demonio!!- se repite en su interior mientras que en su mente se libra una batalla para decidir si perdió o no la cordura, pues no puede dar crédito a lo que mira. -N-no, no puede ser, entonces el hechizo que formule era de... magia negra...- con este pensamiento reúne todas sus fuerzas para tratar de salir corriendo de ahí, pero su cuerpo lo traiciona y solo logra ponerse en pie para dar un paso hacia atrás, un muy pequeño paso torpe incapaz de alejarlo de ese ser, no obstante, lo suficiente para hacerlo salir del círculo mágico.

-¡¡Que tonto!! ¿No sabías que una vez que sales del mahoujin puedo matarte?- frió, quedo totalmente helado con esas horribles palabras y el terror invadió todo su interior hasta reflejarse en su mirada. -Un alma joven y fresca como hace mucho que no tengo. Te disfrutaré despacio-

-¿Me va a matar?- pregunto con voz aguda sin saber cómo salieron las palabras de su boca. Sin más, comenzó a derramar lágrimas -¿Por qué? Si yo apenas probé un hechizo- sus sollozos se hicieron lastimeros rayando en lo patético -¿voy a morir sin tener la oportunidad de besar a la persona que amo...?-

De pronto su corazón se sintió increíblemente liviano, como si ya no cargara ningún pesar, como si ya no importara nada. Sus lágrimas cesaron y sus sollozos desaparecieron. ¿Sera esa... la sensación de ser atraído por el demonio? sin lugar a dudas ese era su fin, no había escapatoria.

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