BillCaminando por los pasillos del colegio, escucho discutir al club de fans de Georg. Ale y las demás trataban de persuadir a Nat de que dejarán en paz al castaño. A pesar del tremendo susto que recibieron, ella se negaba a darse por vencida con Georg.
Todo culminó con la repentina separación del grupo y con una Nat muy enojada caminando rápidamente rumbo a la capilla.
Tenia que detenerla si no quería que el momento de Tom y el castañito fuera interrumpido.
-Oye ¿porque no cambias a Georg por mí?- le dijo a Nat tomándola del brazo mientras la miraba de forma provocadora.
Le fue muy fácil llevarla a las aulas desocupadas. La chica, como cualquier otra persona, no pudo resistirse a sus palabras. En un instante la tenia entre la pared y su cuerpo, gimiendo lastimosamente alto. Había sido demasiado fácil y rutinario. Algunas caricias y besos impulsivos combinados con un trato brusco, casi violento, bastaron para llevarla al extasis. En ese punto dudaba mucho que recordara la visita que planeaba darle a Georg, cuando seguro no podía ni recordar su propio nombre. La fémina se quejaba tan alto que optó por callarla metiendole la lengua hasta la garganta.
Entonces lo sintió... Tom estaba ahí, viéndolos. Inmóvil. Se apartó de Nat sin dejar de tocar entre sus piernas, se limpio la saliva de la barbilla con el pulgar y conectó la mirada con el espectador.
-¿con que espiando? Esa es una costumbre muy fea- Tom no dijo nada y salió rápido de ese lugar.
Tan pronto el menor se fue, se apartó sin ningún tacto del cuerpo ajeno y se retiró sin prisas bajo el sonoro reproche de la joven.
Tom
Hacia un buen rato que había llegado a su casa y como de costumbre, otra vez, se encerró en su cuarto para perderse en sus pensamientos. Recordaba la cara de Nat, los sonidos que emitía, sus pechos casi al descubierto y sus piernas abiertas, recibiendo la mano de Bill en su sexo. Bill... pensar en que él era quien tocaba tan lascivamente a la persona que tenía años humillandolo, le dolía. Haber visto aquello lo había lastimado.
Fue hasta su pequeño librero y saco el libro con el que invoco a el demonio. Estaba harto de sufrir por todo, cada vez se hundía mas y entendía menos sus sentimientos. Así que por lo menos debía tratar de buscar alguna magia que lo liberará.
-Es inútil, no podrás hacerme ni el mas mínimo rasguño- Bill estaba recargado en la puerta de su dormitorio vistiendo todo de negro, con un grueso collar plateado adornando su cuello, una playera entallada que dejaba ver sus fuertes y refinados hombros, combinado con un pantalón justo y unas botas estilo militar. Mantenía los brazos cruzados y lo miraba de medio lado.
Tom llevo el libro a su pecho y lo apretó con fuerza. Contemplo por un momento el inexpresivo rostro del demonio y sintió como el coraje empezó a invadirlo.
-¿Por qué le hacías eso a Nat?- trato de sonar casual pero su pregunta se oyó seca, casi como reproche.
-No es asunto tuyo- la respuesta que le dio sonó cortante, pero su rostro no mostraba molestia. Todo lo contrario a él, que sentía que se ahogaba por todo lo que deseaba decirle.
-¡¿Pero como se te ocurre hacer eso en el colegio?!- no era lo que en realidad quería preguntarle, y mucho menos había querido gritarle pero ya no sabia que hacer con la montaña de emociones revueltas en su interior.
-Mas bien tendrías que agradecermelo ¿no te parece? Así ya no tendrás ninguna rival- muy a su pesar, Bill se mostraba indiferente, mientras que él sentía un enorme coraje por la impotencia de no poder exponer su enojo. Porque tenía que admitirlo, estaba muy enojado. Tanto que decidió callar antes de decir alguna tontería.
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Virgin Crisis
FanfictionDicen que existe el encuentro en los libros... Los libros atraen a los lectores... y llegan a las manos de las personas que deben leerlos... El hecho de que yo haya cogido este libro en esta librería antigua, seguramente también fue cosa del des...