VIII

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Tom

Por un instante se dejo llevar por la agradable sensación de la cercanía de Bill y recordó todo lo que su pequeño 'hermano' le contó de como salvo su alma al morir en manos de esos monstruosos humanos que le mataron y pensó, solo por un instante, que tal vez el demonio no podía ser tan malo, después de todo solo él le estaba dando consuelo mientras el resto lo juzgo sin mas.

"Si solo me ofrecieras tu virginidad". Con esas palabras, Tom regreso a la realidad.

-Juramelo frente a tu dios-

Un escalofrío le recorrió por la espalda. Los labios del pelinegro le rozaban ligeramente, podía sentir el calor de su aliento chocar contra su sensible cuello y las yemas de sus dedos acariciar sus brazos. Eso no le dejaba pensar con claridad. Pero no, no podía dejarse embaucar tan fácil. Pondría toda su fuerza de voluntad para no sucumbir ante la petición.

-Pero si yo nunca quise llamarte... o hacer un pacto- su voz quedita fue muy apenas audible. Le había costado mucho poder articular esas palabras y es que cada vez se sentía mas vulnerable ante la cercanía del demonio.

-Eso es irrelevante. Tenemos un pacto pero ahora quiero un juramento. Jurame tu virginidad-

-¿Qué quieres decir? -

-Quiero que esas palabras sean dichas por tu boca-

-¿Para que?-

-Deseo oírlas-

-Eso no es una buena razón-

-Permiteme contarte algo divertido- entre risas leves, Bill se separo de su cuerpo y le hizo girarse para quedar de frente. La mirada del pelinegro había cambiado. Ya no era la expresión cálida con la que le ofreció ayuda para levantarse momentos atrás. Ahora era mas bien la mirada fría que le brindó aquella horrible noche en la que comentio el peor error de su vida. Abrumado por el calorsito que lo envolvió momentos atrás y por el repentino cambio en el pelinegro, no supo como reaccionar y se quedó callado.

-...-

-Yo fui quien dejo que esas chicas malinterpretaran las cosas y también te di la motivación para golpearlas-

Ante la confesión, Tom abrió mucho los ojos y apretó los puños deseando poder tirar al suelo de un empujón al demonio, justo como hizo con las tipas que lo agredieron. Pero no, él simplemente no tenia el valor para hacerlo y si por la mañana reaccionó tan violento tan solo fue por la influencia de Bill.

-Eso... eso fue muy bajo ¿porqué lo hiciste? Sabías que Georg vendría y pensaría mal de mí- la indignación lo recorrió completo. Se sentía atrapado en un juego donde únicamente Bill conocía las reglas y en donde podía hacer con su vida y con sus sentimientos lo que le viniera en gana. Todo era tan injusto.

-Tu amor esta en mis manos, que Georg te ame o te odie esta en mi poder asi que si entiendes eso mejor has lo que te digo-

Una de las manos del pelinegro se dirigió a su rostro para rozarle los labios con el pulgar. Muy despacio, se acercó hasta quedar pegado a su cuerpo y sin mas le tomó con posición de la cintura empujandolo hasta llevarlo contra la pared. Un pequeño gemido escapó de su boca por el repentino movimiento, a lo que Bill aprovecho y metió un poco mas su dedo para rozar la parte interior de sus labios.

-no...- murmuró casi inaudible, a pesar de estar profundamente ofendido por la 'trampa', la forma en que lo tocaba, le hacia perder cada vez mas la razón.

-No importa como tu serás mío y no dejaré que te me escapes-

Cada vez que lo tocaba y lo amenazaba con poseerlo él quería salir corriendo pero su cuerpo se paralizaba y no le respondía.

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