11. ¡Nos vamos de campamento! II

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Me desperté cuando los monitores entraron con música a las habitaciones. ¡Qué susto!

Todos, como buenos adolescentes, refunfuñamos e hicimos un intento de volver a dormirnos cuando se fueron los monitores.

Al poco rato, Gabriel entró por la puerta diciendo que nos despertásemos. Cuando me quise levantar, el profesor pasaba por delante de mi litera.

-¡Vaya pelos!

Dijo riéndose de mí.

-¡Gabriel! ¡Antes podrías avisar de que vas a entrar!

Dije llevándome mi oso de peluche a los brazos.

-Tranquila, normalmente, cuando la gente se despierta, es normal tener esos pelos.

-Como si no lo supiera.

Rio y siguió despertando a la gente. Hay que ver cómo llega a ser este chico. Qué vergüenza acababa de pasar.

Gabriel se fue de la sala por la otra puerta y esta vez las chicas echamos fuera a los chicos para poder vestirnos. De mientras, ellos iban a los lavabos para asearse. Después ellos eran los que se vestían y nosotras nos aseábamos.

Bajamos todos a desayunar. Había todo tipo de embutidos y cereales (aun no puedo entender cómo a la gente le apetece embutido recién levantado) en un puesto. Luego había zumo y pastas, que era por donde yo tiré.

Me senté a desayunar y cuando acabamos todos, nos dijeron que iríamos al lago de detrás de la montaña. No estaba muy lejos, a unos cuarenta minutos andando por la montaña.

Saldríamos en quince minutos, así que mucha gente aprovechó para ir de nuevo al baño. Yo una de ellas.

Nos dieron los bocadillos y algo de fruta para comérnosla una vez que llegásemos. Las guardamos en mochilitas y fuimos tirando hacia el lago.

Al salir del albergue, no me había dado cuenta de que la montaña era tan alta. Como decían que sería poco rato, supuse que sería casi todo el camino cuesta arriba.

Aceleré el ritmo y llegué hasta los profesores para poder preguntarle a Marco:

-Si vamos a tardar cuarenta minutos y una persona normal camina a unos cinco quilómetros por hora... ¿Significa que hay tres quilómetros y trescientos metros aproximadamente?

-Pues más menos, sí. ¿Cómo lo sabes?

Gabriel se reía. Acababa de utilizar una formulita básica de cinemática para saber cuánta distancia había.

-Es que tenemos un buen profesor de física.

Miré a Gabriel, que este dijo sorprendido.

-Pero yo no puedo hacerlo de cabeza, Jones.

-Yo tampoco.

Dije enseñando la calculadora de mi móvil mientras volvía con mis amigos. Gabriel siguió caminando mientras hablaba con los profesores y limpiaba sus gafas con la camisa de cuadros que llevaba puesta.

El camino no se hizo nada aburrido. El aroma a bosque estaba presente durante todo el camino y el canto de los pájaros era muy bonito y tranquilo. Lo malo es que se nos estaba empezando a nublar un poco. Espero que aguantase un poco más. El calorcito del verano aún no se había ido, pero yo empezaba a tener algo de frío.

-Entonces, como Colyn no pudo venir... ¿Vamos este domingo al cine? Aún hacen la película.

-Lo siento mucho chicos.

-No te disculpes Colyn, hemos tenido que anular muchas veces las salidas de ir al cine por culpa de los partidos de Anne.

-¡Oye! Como si vosotros no tuvieseis partidos de tenis.

Demasiadas preguntasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora