Capítulo 5: Demonio

229 9 0
                                    

El ambiente en la posada era tenso, el camarero miraba perplejo al escuchar el tema que estaban abordando, movía una mano. Mzarik mientras tanto estaba fuera, esperándoles.

—Tenemos que deshacernos de él antes de llegar al castillo —dijo Visiedo a Lotuk, que sonrió, y a Nera, que se mostró sorprendida.

—¿Cómo vamos a hacer eso? Me ha salvado.

—¿Quién te dice que no pretenda deshacerse de nosotros?

—No lo creo. Querrá la recompensa. Debe ser importante lo que quiere si decide acompañarnos. Nos aportará seguridad.

—Nera, deja de hablar como tu padre, este tipo es un asesino —dijo Lotuk. Nera bajó la mirada.

—Aún queda un camino largo hasta el castillo. Unos días caminando y no hay algún pueblo por el camino más cercano. Se ve que tiene prisa, quizá no quiera descansar, o quiera hacerlo poco. Tendremos que aprovechar la más mínima oportunidad —dijo Visiedo. Nera seguía sin levantar la cabeza.

—Debemos salir ya. Está esperándonos fuera —dijo Lotuk levantándose del asiento.

Mzarik abrió la puerta. Ladeó la cabeza. Apretó el entrecejo y entrecerró los ojos.

—¿Qué hacéis? Tenemos que llegar cuanto antes.

—Estábamos consultando si necesitábamos algo de comida para el camino —respondió Visiedo.

—¡Es cierto! No lo había pensado —dijo Mzarik. —Y ahora que lo dices, tengo bastante hambre. Y no se puede hacer camino con el estómago vacío. —Continuó. —¡Camarero, ponme un buen bocadillo de jamón y queso, un pollo asado y una cerveza! ¡Ah, y un queso, pan, y una botella de agua para llevar!

—-Este chico no está bien de la azotea. —Le susurró Lotuk a Visiedo, que rio.

El camarero llevó la comida a la mesa. Mzarik la engulló. Luego cogió la bolsa de comida y bebida que el camarero le preparó.

—En realidad, ahora pega una siesta —dijo Mzarik. Los demás se quedaron asombrados.

—¿De verdad quieres perder más tiempo? Pensaba que tenías prisa —respondió Lotuk.

—Es verdad. ¡No hay tiempo que perder! —Dijo Mzarik saltando y alzando los brazos. —¡Vayamos hacia el castillo, el Rey nos espera!

Parecía un niño infantil. Todo lo contrario a la primera impresión. Los demás se quedaron desconcertados. Parecía totalmente distinto.

Salieron de la Taberna. El último fue Mzarik. Que al salir chocó con un hombre alto.

—Qué tipo tan raro. ¿Por qué llevará la capucha puesta con el calor que hace? —Se preguntó a sí mismo en voz alto.

—¿Decías algo, Mzarik? —Preguntó Nera.

—No. Nada. Olvídalo —respondió Mzarik mostrando una amplia sonrisa. —¿Por qué llevas capucha tú también, Nera? ¡Con el calor que hace!

—Porque no quiero que me reconozcan, se podría armar una buena —respondió la chica.

Mzarik siguió caminando detrás de los demás largo rato. No pretendía alcanzarlos ni nada por el estilo. Pero se acercó a Nera y caminó cerca de ella.

-Apestas a miedo. ¿Qué temes? —Le dijo lo suficiente bajo para que Visiedo y Lotuk no le escuchasen.

—Nada. ¿Por qué lo preguntas?

—Porque estás muy nerviosa. No te preocupes. Se lo que habéis planeado. —Nera le miró sorprendida. —Me lo ha dicho un duendecillo. —Mzarik sonrió

La Ruta de los Caídos (Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora