Capítulo II

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 Inmediatamente solté el pequeño cuchillo con el que estaba preparando mi banquete y alcé la vista al frente. Me sorprendí al ver a Gonzalo mirándome con una sonrisa pícara, sus finos brazos de hace seis años habían tomado bastante forma y se encontraban cruzados en su pecho. Su estatura revelaba aproximadamente unos diez u once centímetros por encima de la mía y su cabello estaba perfectamente arreglado conservando el corte de siempre. -Agh! como se te puede pasar eso por la cabeza Bianca, es el mismo idiota de siempre- afirmé en mi mente apenas se me cruzó la idea que se veía sexy, y demasiado.

-Adelante, de seguro ya tienes algo planeado para hacerme. Solté mientras me concentraba nuevamente en que la mantequilla no rebalse la galletita.

-Pasaron seis años, creo que he madurado un poco. Contestó mientras se acercaba a mí lentamente. Sin pensarlo hundió su dedo índice en el medio de la crema de maní y se lo llevó a la boca con una sonrisa victoriosa, provocando que apretara mis puños de enojo para no romperle la cara. Desde pequeña odiaba que hagan eso, sinceramente me parecía asqueroso y, como siempre, él recordaba cada una de las cosas que me molestaban. Bufé sin levantar la mirada y abandoné la comida para irme de allí,  ya estaba fastidiándome y sólo hacía diez segundos que estaba conmigo. Obviamente no había cambiado, ni un poquito. 

-Oye,espera. Lo lamento. Soltó a la vez que me tomaba firme del brazo para que no salga de la sala.  Enseguida me volteé mostrándole una cara de enojo, pero por alguna razón me perdí en su rostro. Estaba riéndose por mi comportamiento a la vez que achinaba sus ojos cafés. Su dentadura era blanca como algodón y estaba perfectamente alineada, seguramente habría hecho un tratamiento en estos años. Su mano bajando hacia la mía me sacó de mis pensamientos, había dejado de tomar mi antebrazo y ahora se encontraba aferrada con suavidad en mi pequeña muñeca.

-Suéltame, idiota. Dije antes de salir de la cocina, ignorando el sutil cosquilleo que se había provocado dentro de mí.

                                                                         ***

Me encontraba acostada en mi cama mirando el techo, había pasado una hora de mi encuentro con mi viejo "enemigo" pero yo seguía sin poder sacar aquel momento de mi cabeza. No sé si era por el simple hecho de que me producía estrés pensar que arruinaría mis vacaciones o porque una sensación rara apareció en mí cuando lo ví. Además, los rumores en mi casa de que Gonzalo se quedaría aproximadamente un mes estaban volviéndome loca. 

Una música fuerte proveniente de la habitación colindante traspasó las paredes de la mía, sacándome de mis pensamientos perturbadores. -Es sólo el día uno Bianca, cálmate. Me dije a mi misma para no perder la paciencia ante aquel rock pesado que se oía de fondo. 

Traté de pensar en otra cosa para no sacarme de mis casillas y me enfoqué en anoche y en la perfecta salida que había vivido. Inmediatamente apareció Ramiro en mi cabeza y lo bien que la había pasado con él, creo que me estaba gustando demasiado al igual que a Mica le gustaba Nacho. Esta idea de que mi mejor amiga y yo estemos saliendo con mellizos me parecía divertida, salen muy buenos planes de allí.

Inmediatamente la música aumentó su volumen colmando mi poca y casi nula paciencia. Me levanté de mi cama y me dirigí con paso firme hasta la habitación de al lado. Parecía que el tonto estaba esperando que yo aparezca haciendo esta escena, pues sólo tardo uno o dos segundos en abrir la puerta cuando la golpeé con todas mis fuerzas.

-Qué se te ofrece, pequeña? Preguntó irónicamente con una de sus sonrisas falsas, obviamente sabía que estaba molestándome su estúpida música.

-Baja el volumen! Estás aturdiéndome! Contesté alzando mi voz para que logre oírme.

-Está bajo, tus paredes deben ser muy finas. Lo lamento. Agregó con tono provocador mientras se apoyaba en el umbral de la puerta.

Enseguida le clavé una mirada fulminante ante aquella respuesta y me dirigí a la sala de estar para calmar mi ira, sabía que llamar a mi hermano sería en vano ya que él nunca defendería a su "insoportable hermanita" y para mis padres sería una completa falta de respeto que yo esté quejándome de su inquilino preferido. Esto ya estaba convirtiéndose en un infierno, y sólo habían pasado unas cuatro horas desde que Gonzalo llegó.




Love Me || BianzaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora