Capítulo V

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Luego de unos quince minutos regresé a aquel tapial con Ramiro que aún seguía molesto por mis intentos de irme lo más antes posible. Él seguía allí sentado, con sus piernas balanceándose con más fuerza que antes, pero esta vez no estaba solo. A su lado se encontraba una bella chica, esas que, por más que lo intentes, nunca podrás pasar por alto. Mi ojos se clavaron en Gonzalo, su rostro llevaba una gran sonrisa conquistadora y con sus manos estaba gesticulando lo que parecía ser una invitación a huir de allí por unos minutos. La esbelta chica pegó un brinco sin despegarse de la mano de él, quien bajó con rapidez de aquel tapial y caminó detrás de ella. 

-No sería Gonzalo el que debería llevarla? Murmuré sin despegar la vista de ambos.

-Da igual, creo que volverá muy contento hoy. Respondió el mellizo mientras le clavaba la mirada a aquella rubia, o mejor dicho, a las curvas que le sobresalían de su minishort. 

-Ey! Grité a la vez que le regalaba un leve codazo en su última costilla -Te estoy viendo.

-No sé a que te refieres. Se defendió alzando sus manos en modo de inocencia.

Sin respuesta me dispuse a sentarme en el cordón de la vereda. No sé por que mi humor había cambiado de esta manera, en realidad no sé que me pasaba. Sólo intenté clavar mis ojos en mi teléfono al igual que Ramiro. A veces siento que después de estar conmigo no le interesa hablarme, siempre termina con su celular, ni siquiera le interesa entablar una conversación. Funcionábamos excelente como amigos pero desde que decidimos ser algo más algo cambió.

En el intento de matar mi aburrimiento giré hacia mi izquierda. Allí estaban ellos en contra de una pared, Gonzalo estaba besándola. Por suerte sólo divisé su cabeza castaña moverse lentamente al unísono de la de ella pero aún así me pareció desagradable. Parecía que el molesto amigo de mi hermano sabía perfectamente como satisfacer a las mujeres ya que la modelo no pretendía soltarlo.

-Ya vámonos. Bufé mientras apartaba mi mirada de los dos.

-Tienes idea dónde se metió mi hermano y Micaela? Preguntó Ramiro mientras sacudía su pantalón.

-La llamaré por celular apenas estemos en el auto. Por favor, despega a Gonzalo de allí o llegaremos en la mañana. 

Enseguida se oyó el silbido potente de Ramiro y Gonzalo comenzó a caminar lentamente hacia nosotros mientras que limpiaba su rostro de labial.

En todo el camino Gonzalo se la pasó hablando con los mellizos de temas de hombres que obviamente no escuché y tampoco tenía ánimos para hacerlo. Micaela se había recostado en mi falda y dormía plácidamente por lo que sólo yo era testigo de los inútiles temas que provenían de adelante, uno de ellos era el gran trofeo que se había ganado Gonzalo hoy.

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-Así que Rama es tu novio, eh? Preguntó el huésped con un tono algo sarcástico apenas cruzamos la puerta de entrada. -Me cae bien, podríamos ser amigos. Pero creo que no es tu tipo.

-No lo es todavía. Y al contrario, yo creo que sí. Murmuré mientras colgaba las laves silenciosamente. -No le dirás a Paio ni a mis padres de esto, es lo que acordamos. 

-Claro que no, sé cumplir mis promesas. Respondió cruzándose de brazos frente a mí con una actitud desafiante.

-Por dios, ve a lavarte la cara. Todavía llevas labial. Susurré 

-Límpialo. Soltó mientras se le escapaba una pequeña sonrisa, seguramente había recordado la gran hazaña de esta noche. Enseguida posé mi mano en su mejilla, que todavía estaba un poco fría debido a la brisa de la madrugada, y comencé a pasar mi pulgar debajo de su labio inferior. Él estaba mirando mis ojos fijamente y cada tanto desviaba su vista un poco más abajo, era extraño, no recuerdo haber visto esta mirada en Gonzalo antes y mucho menos hacia mí. Bajé mi vista inmediatamente al chocar mis ojos con los suyos, pero algo hacía querer mirarlos de nuevo. Nunca me había dado cuenta de lo bonitos que eran, su color me encantaba, no eran ni verdes ni azules, eran café, café que quita el sueño, café que produce desvelos. Siempre pensé que  las posibilidades de que me encante algo del estúpido amigo de Paio eran nulas, pero esta noche descubrí que sus ojos eran el infierno más hermoso. Podía ver a través de ellos que en su interior ardía un fuego con mucha más intensidad que una estrella fugaz. Esos bellos rayos de luz a los que con inocencia le pedimos un deseo, esos que para mí son mágicos y nos roban el aliento. Y debo decir que, por alguna razón, podía entender perfectamente bien lo que expresaban ambos, aunque me parecía imposible de creer lo que me querían decir en este momento.

Por suerte o por desgracia (todavía no sé cual hubiera preferido) una voz grave se oyó desde las escaleras. Temblé al reconocer inmediatamente que se trataba de la de papá.

-Creo que alguien estará castigada por un mes seguido. Afirmó con el tono seco que odiaba y a la vez temía.



Love Me || BianzaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora