cAPíTUlo 2

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Después de mi madre no se que otro significado tenga la palabra felicidad. Ella sonreía todo el tiempo. Y sonreía maravillosamente. Solo lo hacia conmigo, me deleitaba verla cantando y danzando por la cocina mientras preparaba el desayuno y hacía muecas para que riera. Ella era feliz. O eso me hacía creer. Sonreía tremendamente pero algo ocultaba, tenía unas lágrimas densas que la llevaron directo a la muerte.

Tanteé mi bolsillo en busca de mi teléfono y mierda... No lo tenía. Seguro se me olvidó en el auto, ahora sí espero que no se lo hayan robado. Maldición.

Y al fin y al cabo terminé yendo a la casa de ese bastardo en busca de mi teléfono. Aunque ya ni siquiera me importa verle la cara, tomaré el aparato y me marcharé, eso es todo. No tengo por qué dirigirle la palabra.

- Buscabas esto?- Sonaron platos cayendo y un grito ahogado de mi madre en mi cabeza. Mis puños se cerraron mientras buscaba con la mirada mi celular a traves de los vidrios del auto. Lo debía coger?! no pudo simplemente dejarlo en el maldito auto?!

Respiré profundo e intenté idealizar como lo mataba con mis propias manos pero era absurdo. No era digno de morir. Le estaria haciendo un favor. Me dirigi hacia él y le quité mi celular de sus sucias manos, manos que golpearon tal delicado rostro sin ningún remordimiento. No puso resistencia.

- Hasta cuándo piensas vivir así?- Me pregunta muy pacientemente. Paré mi caminata de golpe.

En serio me está preguntando eso?! hasta cuándo?! es lo que me pregunto todos los días. Hasta cuándo voy a seguir teniendo estas desastrozas pesadillas, hasta cuándo voy a sentir tanto odio a mi mismo por ser tan pequeño e indefenso y no haber sabido cómo proteger a mi propia hermana, hasta cuándo escucharé como mi madre pide ayuda a gritos, cuándo será el día en que despertaré y no tenga ni la más mínima sombra de dolor.

- Hasta el día en que ya no tenga ganas de matarte con mis propias manos.- Dije sin mirarlo. Seguí mi rumbo. Vi mi moto estacionada a un costado del auto y me pregunté que carajos hacia allí mas sin embargo no quería escuchar ninguna palabra más salir de su boca. Tomé el casco y arranqué.

Por el espejo logré divisarlo. Seguía allí parado. Se veía viejo y cansado. Quizá al fin la vida le esta cobrando con creces todo lo que ha hecho.

Aún así nunca será suficiente.

Mientras conducía sin rumbo fijo maldije la forma en la que verlo me seguía afectando. Físicamente mi hermana era del todo parecida a él. Ojos grandes y azules solo que en ella no habia ni un solo rastro de maldad. Era inocente y se maravillaba de cualquier cosa. Ella lo idolatraba, sin duda, aunque fuese un sínico bastardo, hasta que un día llegó borracho junto con otro de su círculo y aquel la mató.

Él lo metió a la cárcel apelando a que estaban en casa y se descuidó un momento de su hija. Y de repente todo ocurrió. Sus lágrimas fingidas lograron convencer al juez mientras mi madre cayó en una terrible depresión. Constantes medicamentos fue lo que luego nos esperó. Me culpé cada noche siguiente de no haberla protegido. Era 2 años menor que yo. Y no lograba entender como alguien mataría a una niña de 6 años. No me dieron causas de muerte y tampoco quería escucharlas, solo sabía que me la habían arrebatado e iban por mi madre. Siendo tan pequeña cualquier cosa la pudo haber lastimado. Yo no estaba en casa, solo tenía 8 años y lo que yo quería era jugar así que recuerdo haber estado en el parque junto con otros niños. Si tan solo me hubiera quedado la habría protegido. Si tan solo hubiera cumplido bien mi papel de hermano mayor.

Una luz me cegó por completo y perdí el control. Iba a demasiada velocidad y no alcancé a frenar a tiempo. Caí de lado junto a la moto y en ese momento se me pasó por la mente el sinnúmero de veces que he intentado suicidarme. En el momento en que iba a terminar con todo una especie de remolino inundaba mi estómago y subía hacia mi pecho. No era miedo, ya no sentía miedo. No lo logro describir pero despues de eso tenía una cierta esperanza, como algo sembrado en mí de que las cosas iban a mejorar y que iba a encontrar mi camino. Hacia sentido con que era mi madre, regalandome una luz, supongo que ella tambien me abandono.

Ya en el suelo me quité el casco con un poco de dificultad y noté una silueta frente a mí. La luz había sido de otra moto y ahora la lograba distinguir. El personaje llevaba casco y en ningún momento se lo sacó. Pero sin duda era mujer, llevaba una chaqueta de cuero negra, pantalones a juego y botas. El golpe no fue tan fuerte y me incorporé cuando pude. Al verme se dió la vuelta y se dirigió a su moto y sin paro alguno arrancó. En menos de 2 segundos estaba fuera de mi vista. Lo único que pensé fue: mierda, corre como los dioses.

Sonreí para mis adentros, ignorando por completo el dolor en mi espalda.

SIN LIMITESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora