capíTULO 7

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- Necesito por favor que anotes los datos de la joven aquí.- Se acercó de nuevo la enfermera extendiéndome una especie de tablero con varias hojas en él. Ha pasado una hora desde que la traje y hasta ahora nadie ha tenido la delicadeza de salir y decirme algo. Siendo su "único familiar" esperaría que lo hicieran.

Ni siquiera sé por qué estoy haciendo esto!- Pensé.

La enfermera me lo volvió a extender puesto que no moví ni un músculo por hacer lo que me pidió. Estaba muerto. No sabía ni su nombre y en su auto no había ni una estúpida billetera.

- Ehhh.- Empecé a tartamudear. Serás idiota.- Sí, claro.- Respondí. De inmediato simulé estar recibiendo una llamada.- Es su madre. De seguro ya escuchó el mensaje que le dejé. Debo contestar.- La enfermera entrecerró lo ojos e intentó mirar la pantalla de mi celular pero rápidamente la llevé a mi oído y me alejé lo más rápido que pude del hospital. Justo mientras salía, dos policías se bajaban de sus patrullas, sin duda era por lo ocurrido y sino, no me iba a quedar a averiguarlo. Y mi mala suerte no acababa allí, habían estacionado su auto justo a lado del mío así que sin duda pasaría junto a ellos, lo que me ponía los nervios de punta. Agaché la cabeza y miré hacia el lado contrario mientras pasaban, uno me saludó quizá viendo mi extraño comportamiento, solo moví la cabeza asintiendo. Gracias al cielo no voltearon a verme. Al entrar a mi auto pude exhalar con fuerza.

Conduje hasta llegar a mi apartamento. Estaba cansado y en lo único que pensaba era en esa chica, que no tenía idea de quién era pero que, al mirarla tan indefensa, me hizo querer salvarla. La policía sin duda preguntaría lo sucedido, el coche en la acera no pasaría desapercibido y ahora que no hay ni testigos ni culpables abrirían una investigación y más si ella no despierta.

- Espero que despierte.- Susurré.

Una incógnita se abrió en mi cabeza. ¿Quiero que despierte para no estar involucrado en una investigación policíaca e intento de homicidio o, era más por mí?

Moví la cabeza molesto, no puedo estar si quiera pensándolo. Me dirigí a la cama, si seguía pensando iba a morir.

...

Todo estaba muy oscuro, apenas y veía mis pies, retorciéndose de frío, en el suelo desnudo. Junté mi pecho a mis rodillas flexionadas y exhalé con lentitud haciendo que el aire caliente recorrieran mis manos. No recordaba cómo había llegado allí pero mi cuerpo dolía, era como si hubiera estado en esta misma posición por horas. Lentamente y con mucha dificultad intenté ponerme de pie, tanteé la pared, estaba áspera y helada. No reconocía el lugar. De repente, giré la cabeza de inmediato. Pisadas.
- Hay alguien allí?- Pregunté y casi vuelvo a caer del asombro. Toqué mi garganta y luego mi cara con desesperación.- Mi... voz, mi... cara.- Volví a hablar, tenía la voz de... un niño. La puerta se abrió de un solo golpe y una luz entró de inmediato, una silueta se distinguía. Caminó hacia a mí y soltó una risa burlona.
- Así es! Tan pequeño e inútil!- Reconocí su voz de inmediato. Tenía que alzar la cabeza para lograr observarlo. Era... mi padre. Con el dedo señaló hacia un costado, era un espejo hecho trizas. No hice nada. Me cogió del cuello y me obligó a ir hacia él. En mi reflejo no tenía más de 7 años y varios moretones en la cara. Me botó al piso y comenzó a patearme. Gritaba de dolor y le pedía que parara, pero a él poco le importaba.
- No!- Escuché otro grito. De donde provenía la luz, la silueta de mamá se hacía presente, ella también tenía moretones por doquier y su mirada estaba vacía.- No!- Repitió, pero ahora su voz sonó apagada y casi sin aliento. El maldito me dejó allí y se fue contra ella, no puso resistencia y segundos después empecé a escuchar sus gritos. No quería escuchar más, empecé a taparme los oídos con las manos mientras las lágrimas salían y salían desesperadamente.

...

Desperté de un solo respingón y casi sin poder respirar, sudaba y sudaba y todo empezaba a darme vueltas. Fui a la cocina por un vaso de agua, estaba harto de estas pesadillas, no sabía la hora en  que desaparecieran. De hecho, eran la primera razón por la que intentaba acabar con mi vida, no las soportaba, ahora por lo menos, sobrevivo con ellas. Habían noches en las que no dormía por miedo a soñar de nuevo y solo me ponía a pensar en cómo hubiera sido la vida si en algún momento cogía un cuchillo y me deshacía del verdugo. De niño lo pensé varias veces pero por cobarde nunca lo llevé a cabo. Mas sin embargo ahora mi vida está llena de arrepentimientos, solo eso... arrepentimientos.

SIN LIMITESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora