Arrojado Al Mundo Onírico Pt - 1

14 0 0
                                    

Desahuciado por esta vil realidad, veo ahora cómo el dolor y la pena me tiran a bucear entre mantos y sábanas, revolviéndome como un can herido en la cama. Incapaz de encontrar una posición perfecta y por efecto de lo que ha provocado mi mente abyecta, hace que me vuelva a levantar. Busco desesperadamente el bote de barbitúricos del botiquín y sin pensar ni un solo segundo en las consecuencias, tomo un puñado y me las trago junto a una botella de alcohol. Para este caballero a falta de buen juicio me tacho a mí mismo con la palabra "deshonor". Lo sé, la peor mezcla que he podido hacer, pero cometida está hecha la grave infracción de atentar contra una vida, de querer quitarse de en medio sin decir un "adiós". Qué falta de consideración... Todo producido por una mala acción-reacción que sólo quería buscar tranquilizar un acelerado corazón. Las paredes del mismo está desconchado y roto por completo su caparazón. Qué iluso fui al pensar que era de piedra, más bien era un amasijo de agua y arena que se ha desmoronado tras la marcha de cierta mujer que en él, tiempo atrás, dejó su huella. Le fue fácil dejarla ya que mi pecho por aquellos días era comparable al de ablandada y húmeda tierra. Era el terreno perfecto de sembrado del cual se recogían las flores más bellas. Sin embargo, después de su huida, como de una maldición se tratase se volvió lo verde y floreciente en un desierto de cenizas. Hundiéndose hacia dentro y en mi motor de vida dejando mella. Entre aquel sucio y empobrecido núcleo que se escondía bajo el techo de mi torso contra mi traicionero cerebro, había un campo de guerra. Mi garganta actuaba de eterna frontera. En ella se ahogaban y morían muchas de mis ideas, si no era precavido caía casi siempre en esa trampa traicionera...

Mucho más relajado me paso las manos por el rostro, ¿donde está mi joven piel? La noto flácida y con... ¿arrugas? En ese momento me miro al espejo.

*Suspiro*

Qué inclemente es el desamor y qué grotesco es el resultado de la pérdida de lo que uno ama, que de tener 23 años paso a tener ochenta... Se me nubla la visión y el sueño pesa. Predecible sensación de que con lentitud la muerte llega. Tantos años siendo el cazador y ahora en garras de mi perpetua agresión caigo siendo la presa. Creo no poder controlar mi cuerpo y siento que me voy de la misma manera que la primera vez que vine a este mundo. Con los ojos cerrados. Dejándome caer hacia atrás sobre mi desecho catre, lo último que escucho a lo lejos es agua. Un agua que parece recorrer un sinuoso camino. Todo cambia de manera repentina a una velocidad más rápida que la de un simple chasquido. La escena con la que tenía contacto cambia a ser vaporosa y humeante. Llena de oscuridad, niebla, frío..., a la orilla del costado de un río agudizo mis sentidos. Tras observar mejor a lo lejos, tras la espesura de la neblina que decora este sitio, veo la silueta de un pequeño navío. Al llegar, a bordo hay un cuerpo siniestro que me mira con los ojos vacíos. Indudablemente es Caronte, quien con gesto de desaprobación me impide el paso a subir a su embarcación por haber querido abrazar el suicidio. Ante mis pies se abre un enorme agujero de fuego. No soy Dante pero me conozco el recorrido. Un paso en falso y caeré en el divino olvido aunque... Siempre hay un guía dispuesto a ayudar, ¿verdad Virgilio? Tú que me tiendes la mano para mi salvación, no sé si lo haces porque se te fue impuesto así tu cometido o porque verdaderamente me consideras un amigo. Me siento raro diciendo esa palabra, "amigo", no me debería ser permitido pronunciarla aún cuando he olvidado a los míos... De una brusca sacudida soy tragado por este oscuro abismo. Voy cayendo a una velocidad que incluso a las grandes mentes matemáticas les sería difícil calcular. En este profundo pozo en el cual no paro de caer, se dibuja un juego de luces y sombras. Una visión caleidoscópica espectacular...

Al cabo de un rato, me detengo en seco y la fuerza que parecía atraerme a un destino fatal, desaparece. Mis pies me sostienen sobre un suelo asfaltado y todo a mi alrededor se empieza a construir tal y como sucede en la película de Origen, pero de manera veloz. Una calle solitaria, edificios grises, farolas encorvadas, otras dobleteadas por culpa del retorcimiento del metal que les da cuerpo. Sólo unas pocas dan algo de luz. No hay ni un alma. Camino despacio y mis pisadas hacen eco. Al llegar a la altura de un callejón, a mi derecha, hay un farol colgando de una pared y está parpadeando. Me llama la atención porque justo debajo hay unas puertas abiertas de par en par. Tiene pinta de que es un local y de dentro sale una luz tenue.

Qué poco está alumbrado todo...

Doy unos pasos para acercarme pero me detengo al instante al ver que sale un hombre con prisa. Tiene la cara casi consumida, una camisa desabrochada y le falta un zapato, para ser exactos el izquierdo. Va dando tumbos. Estoy paralizado y no sé si huir o ayudarle... En los segundos que duro pensando, cuando va a llegar a mí, tropieza y cae de rodillas. Pero justo cuando se va a chocar, su cuerpo se desvanece por completo dejando una estela de polvo. El miedo, motivado por el desconocimiento de lo que acaba de pasar, me guía de manera satírica al mismo antro del que salió este pobre hombre. Al moverme, empiezo a escuchar una canción de Bobby Blue Band, en concreto "I'll take care of you" que sale del interior.

Al entrar quedan confirmadas mis sospechas, es un pub. La decoración típica de estos sitios me fascina. La utilización y el buen tratado que se le ha dado a todo acabado en madera, el fondo rojo sobre el que se coloca las enormes estanterías para depositar en ellas la infinidad que hay de bebidas, el brillo de la barra, las lámparas colgantes del techo y la pulcritud del sitio. El barman de pie y recto está limpiando con un trapo la plateada coctelera. Con semblante sereno desvía la mirada hacia mi persona. Cauto me acerco.

-¿Qué desea tomar? -pregunta mientras se apoya ahora sobre sus dos brazos a lo largo de la barra.

-Bourbon, por favor.

-Excelente elección caballero -sonríe pícaro como si conociera la respuesta. Se gira y se aleja tomando la botella. Sobre un vaso de cristal vierte un par de hielos junto al whisky y me pasa la copa deslizándola por la barra-. ¿Le puedo ofrecer algo más?

-¿Aquí vendéis tabaco? -pregunto mientras echo un vistazo a mi alrededor buscando una máquina expendedora.

-Esto es un local libre de humos... -vuelve a sonreír y casi percibo una risa- En verdad sí, pero sólo a los clientes más selectos... -explica mientras saca de una caja un puro-. Tome, de mi selección personal, es un Montecristo n° 4.

Sorprendido, lo cojo con mi mano izquierda y me lo acerco a la nariz para poder grabar a fuego en mi memoria su aroma. El tacto es suave. Me lo coloco en la boca y antes de decir o hacer nada, veo como se mete la mano en su bolsillo y saca un zipo. Con agilidad lo abre y me lo enciende con clase. Antes de que vuelva a ser escondido en su pantalón, me fijo que tiene grabado en un lateral la palabra "Somnium". Seguidamente me deja un cenicero al lado y se prepara una copa para él. Sin más dilación le comento sobre la desdicha que parecía perseguir a la persona que hace unos instantes salía de aquí.

-Por cierto, el hombre que ha salido de aquí...

Sin IdeasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora