Los reyes magos

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Antes de nada, me gustaría avisar a los que ahora estén leyendo estas palabras, pues deben tener cuidado, porque esto me sucedió a mí y puede servirles de advertencia para que tengan precaución...

Todo comenzó con aquel mágico día como lo era el día 5 de enero. Esto pasó hace ya algunos años, y me parece importante resaltarlo. Cuando estaba a punto de acostarme, como todo niño de 7 años, estaba nervioso. Me encantaban los regalos. ¿A qué niño no le gustan? Me lavé los dientes, luego mi madre me acompañó a la cama para darme un beso y desearme buenas noches.

Una vez que las luces se hubieron apagado, cerré los ojos, pero me costaba conciliar el sueño porque estaba muy nervioso. Sabía que debía dormirme, porque sino los Reyes Magos no me traerían mis regalos. Ese año me había portado muy bien, habría bastantes regalos bajo el árbol a la mañana siguiente.

Cuando al fin me dormí, tuve un sueño que jamás olvidaría. No soñé con lo que me encontraría debajo del árbol por la mañana, ni imaginé la felicidad con la que abriría los regalos, sino que soñé con los Reyes Magos. Qué sueño más bonito estarán diciendo, pero no lo era... Los vi bastante desfigurados, los tres quietos, de pie y muy silenciosos. Yo me encontraba frente a ellos, también de pie. Sabía que eran ellos por los ropajes que llevaban y por las largas y prominentes barbas que tenían. Me miraban fijamente con unos ojos que no eran para nada amables ni felices, como deberían ser. Más bien, parecían no tener ojos y, tras los pelos grises de sus barbas, había una sonrisa en la que se podían observar unos dientes amarillos y afilados. Uno de ellos, quien supuse era Baltasar por su oscura piel, me señaló con un dedo largo y huesudo, y me dijo con una voz fría:

-Vamos a por ti.

Y los tres se rieron al unísono con unas risas chirriantes y horrendas. Yo me giré asustado y eché a correr, mientras oía las frías y fúnebres risas de esos demonios...

Me desperté sudando y con lágrimas en los ojos. Estaba muy asustado por la pesadilla que acababa de tener. ¿Quiénes eran esos tipos? No podían ser los Reyes Magos que yo me imaginaba en mi mente infantil, ¿cómo sabían mi nombre? Intenté relajarme.

Me levanté de la cama y fui al baño a beber un poco de agua. Cuando volví a mi habitación, comprobé el reloj y vi que eran las nueve de la mañana. Automáticamente se me olvidó todo lo referente a la pesadilla que acababa de tener y corrí a la habitación de mis padres y les desperté. Una vez estuvimos todos levantados fuimos al salón y comprobamos que debajo del árbol había un montón de regalos. Yo estaba eufórico y ansiando poder abrir mis regalos, hasta que me fijé en algo que había pegado en unas de las ramitas de nuestro árbol de Navidad. Fui a comprobarlo, ya que mis padres no parecían haberse fijado en eso.

Era una nota. Estaba escrita con una letra bastante bien hecha con unos trazos muy limpios, en la que decía lo siguiente:

"Aún no es el momento, chiquillo, pero pronto lo será. Y cuando ese día llegue, tú serás nuestro." RM.

Han pasado muchos años desde ese día. Ahora con 16 años, tengo una novia estupenda, unos buenos amigos y unas notas buenas notas, si descontamos las matemáticas. Pero nada fue lo mismo desde aquel fatídico día que leí la nota, sin lugar a dudas escrita por los Reyes Magos. Cada día, me acuesto con miedo a volver a tener una de esas pesadillas, pero nunca las he vuelto a tener, y después de investigar mucho y de esperar, he dado por sentado que esa pesadilla y aquella nota fueron fruto de mi imaginación.

Todo cambió cuando volví a soñar con ellos. No era la noche anterior al día de Reyes, sino que aún era diciembre. En el sueño, estábamos yo y mi novia cogidos de la mano, paseando por el parque. Su pelo oscuro que le llegaba a los hombros ondeaba con el viento, y de vez en cuando me miraba con unos ojos marrones y radiantes. Todo era perfecto. La temperatura en el parque era muy agradable. Pero, de repente, se levantó un gélido viento que nos empujó hacía atrás y caímos al suelo. Solté la mano de mi novia y se la llevó el viento, junto con las demás personas que estaban paseando por el parque, los árboles y los animales y do lo que había excepto yo.

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