La verdadera historia de la Caperucita Roja

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Había una vez una niña a la que llamaban Caperucita Roja. Le decían así porque su abuela le había tejido una caperuza de color blanco; pero con los golpes y maltratos que le hacían a la pobre niña y el pasar del tiempo, la caperuza quedó roja por su sangre.

Un día, la madre tenía que darle unos medicamentos y comida a la abuela de su hija, y como estaba ocupada, le dijo a la niña que lo hiciera ella. Ella aceptó, por miedo a que la golpearan.

La madre le dijo a caperucita: "Ve por el camino que siempre tomamos, no por el otro, porque siempre desaparecen niñas allí".

Caperucita, sin prestarle atención, contestó: 'Bueno, madre'. Ella le dio a Caperucita una canasta, en la que llevaría los medicamentos y un poco de comida. Caperucita la tomó y fue a ver a su abuela, caminando, hasta encontrarse con los 2 caminos: uno que era el más corto, y el otro que era largo. Decidió ir por el más largo, sin hacerle caso a su madre o al peligro que representaba para ella.

Mientras iba caminando, feliz, se encontró con el Lobo. Era la mascota carnívora del Leñador. Nadie sabía que ese dueño era un pedófilo, que luego de terminar de satisfacer sus necesidades con las pobres niñas que desaparecían, las mataba y le daba la carne de sus restos al Lobo.

El leñador buscaba nuevas víctimas, y encontró justo a esa niña con la caperuza roja. La reconoció: sabía que era la nieta de su vecina. Decidió que su mascota iría a la casa de la abuela de la niña, y que la mataría antes de que llegara la niña. Entonces el Lobo obedeció y fue a su encuentro.

Mientras Caperucita jugaba, se dio cuenta que era un poco tarde y empezó a correr para encontrar la casa de su abuela. Mientras corría, notó que se perdió en el bosque, pero de lo que nunca se dio cuenta era de que el Leñador la seguía. Él se acercó a caperucita y le preguntó: ¿Te perdiste, niña?

Ella, asustada, dijo que sí, y él al escuchar eso, se aprovechó y llevó a la niña a la casa de su abuela. Al llegar, Caperucita se alegró y corrió rápido adentro.

Allí encontró a su abuela muerta junto al lobo, despedazándola. Llegó el turno del Leñador: fue y golpeó a su propia mascota para simular ser el héroe y luego le tiró afuera. Se dio vuelta y vio a caperucita llorando, la abrazó y le dijo: "Tranquila. Ven, vamos a mi casa y después te llevaré a la tuya, ya que es tarde, ¿sí?"

Ella aceptó y se fue con él; el Lobo vio a su dueño salir de la casa y se escondió por miedo.

Al llegar a su casa, dejó pasar a la niña y cerró la puerta. Le quitó la caperuza, y Caperucita estaba algo asustada. El leñador dijo: "Ya vuelvo", y dejó a la pobre niña llorando en el sillón de la entrada de su casa. Se desvistió y llamó a Caperucita, diciéndole que viniera a su habitación.

La niña fue, y el leñador la durmió con cloroformo. Caperucita cayó en un profundo sueño. Al estar dormida, el leñador la agarró y empezó a quitarle la ropa; el cuerpo de la niña no estaba tan desarrollado, pero a él no le importaba.

Tomó a la niña y la penetró al momento; lo hizo una y otra vez, y así sucesivamente hasta que se completó su orgasmo. Luego de terminar de violarla, le cortó la cabeza y unos pedazos de su cuerpo, quedándose con varios de ellos por gusto por la carne de las niñas que violaba y el resto era para su mascota.

Al terminar, empezó a limpiar el resto de sangre y a sacar el olor a muerto para que nadie sospechara de él.

Esta es la historia verdadera de La Caperucita Roja.

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