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La habitación está echa un silencio infinito y sólo el sollozo de Miranda, mi madre y única madre, se escuchan. Mis lágrimas caen, esa mujer quiere acercarse, pero me alejo de inmediato. No la quiero cerca, ella me abandonó. Yo lo sé. No la quiero y sé que esa tal Natalie tampoco lo hace, o no me habría dejado.
Su sonrisa se va poco a poco. Eso es, yo jamás quise ir me contigo si eso pensaste.

—¿E-Elsa? —Pronuncia

—Yo ya tengo mamá, señora. —Mi voz es dura y fría como el hielo— Y le aseguro que no es usted. ¿Por qué no se va y se olvida de mí como alguna vez lo hizo?

Y subo corriendo las escaleras directo a mi habitación, ignorando los llamados de mi padre y de esa mujer, porque mamá sólo llora.
Cierro de un portazo y le pongo seguro a la puerta. Me siento a un lado de la ventana, mis rodillas contra mi pecho y lloro escondiendo mi rostro en mis piernas.
¿Por qué, luego de dieciseis años, esa mujer aparece para reclamarme? ¡No la quiero en mi vida! ¡Yo estaba bien así, era felíz! ¡¿Por qué tuvo que ella llegar para arruinarla?! ¡¿Por qué?!

—Disculpa... —Su voz hace que levante la mirada poco a poco. Me mira tan preocupado que mi pecho se hincha con un poquito de alegría, alegría por verlo. Se remueve un poco, tímido— ¿P-Por qué lloras, Elsa?

Lo miro y lo miro, debatiendo en si contarle mi secreto o no. Jamás he hablado con alguien sobre esto, a nadie le conté que había sido adoptada por un par de adolescentes que me dieron sólo amor y felicidad. Las lágrimas bajan por mi rostro sin evitarlo. Me abrazo a mi misma, imaginando que él lo hace. Que mis brazos son sus brazos los que me abrazan.

—¿P-Puedo confiar en tí? —Mi voz quebrada resuena entre nosotros. Asiente

—Soy malo consolando, pero te aseguro que al escuchar, soy el mejor. —Sonrío apenas. Se acomoda para sentarse de la misma manera que yo, sin dejar de mirarme— P-Puedes confiar en mí, no le diré a nadie.

Sé que es cierto, pero, aún así, es complicado.

—... —Tomo un respiro, limpiandome una lágrima— Soy adoptada...

—¿Te acabas de enterar? —Sus ojos están sorprendidos. Siempre es así, algunos vecinos pensaban que mi madre o mi padre se tiñe el cabello a castaño.

—N-No —Niego— Es algo mucho peor..., esa mujer viene por mí. No lo dijo, pero soy menor de edad y aún que no quiera puede reclamarme todavía.

Hubo un momento de silencio. Se puso ambas manos en la nuca, pensándo en que decir. Yo, sin embargo, desvié mi mirada hacia la Luna. He llorado toda la tarde que la noche llegó más rápido de lo que creí. Es tan bonita que me tranquiliza en cierta forma, ahora que recuerdo, es primera vez que hablo con Frost sin que diga o haga algo estúpido. Siento un movimiento, y ambos observamos ese hermoso satélite natural que acompaña cada noche antes de desaparecer. Odio cuando no está. Me gusta dormir con la Luna cuidándome, vigilando que nada me suceda.

—Es una noche muy bonita. —Susurra. El silencio entre nosotros es notables y mis llantos cesaron de hace unos minutos— Tan hermosa como para que una chica esté triste. —Bajo la mirada y apenas lo miro.

Me observa a través de sus lentes, esos ojos azules que me ponen nerviosa me miran con lástima. No quiero que me mire de aquella manera, sólo quiero que me de un abrazo. Que no me suelte y me diga palabras lindas que me tranquilizen o que me haguen dormir. No sé que decir, estoy nerviosa un poco, sólo sigo pensando en lo sucedido. No he salido a comer, papá y mamá entendieron que necesitaba tiempo antes de salir y hace mas o menos una hora, papá sacó a esa mujer de la casa con algo de frialdad que me sorprendió un poco.

Loca por el Nerd ||Jelsa||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora