Capítulo 4

28 5 0
                                    

Demetria, cerrar la ventana ha estado feo. No me has dejado despedirme.

No contesté a su mensaje. ¿Para qué? No quería ser nada de él, ni su amiga ni su novia por supuesto, yo tengo a Darío. Mi vida es perfecta así. Por supuesto que sí. Entonces, ¿por qué sigo pensando en él? Es idiota. Eso, exactamente eso.

-Deb, ¿estás bien?-Darío me miraba desde la puerta.

-Sí, no te preocupes. Sólo tengo sueño.

-Si me entero de que Will te ha hecho algo, le voy a matar.

Me di la vuelta. Darío era un poco más alto que yo, vestía como un chico bueno y nunca se metía en problemas. No era para nada mi tipo, pero de verdad le quería. Siempre hemos estado juntos, desde que éramos unos niños pequeños.

Le aseguré que no pasaba nada y se marchó, dejando la casa en silencio.

4 a.m. y alguien llama a la puerta. Estaba muy asustada, bajé y miré por la cámara que tenía en el portero. No tenía ni idea de quién era, pero de todas formas abrí. ¿Qué podía perder? Abrí la puerta y alguien entró apestando a alcohol.

-¡Will! ¿Qué haces aquí? ¿Has bebido?

-Sí, verte, sí.

Estaba tan borracho que no sabía ni qué decía. Cogí su mano y le senté en el sillón, pero él tiró de mi brazo y me sentó junto a él.

-Lo siento mucho, Hemera.

-¿Por qué lo sientes?

-Siento haberme portado como un idiota antes, esa chica no es nada.

Le miré con los ojos muy abiertos. ¿Por qué me contaba su vida?

-No te preocupes, no le he dado importancia.

-Sí, sí que se la has dado. Sé que te gusto. O, por lo menos, te llamo mucho la atención.

-Estás borracho, deja de decir tonterías.

-Sé que no aguantas a Darío. He hablado con Eli.

-Eli no sabe nada. Nada.

-Pero yo sí, sé que te gusto. Hemera, tú me gustas a mí.

-Will...

-No, Hemera. Me gustas y ya está.

-Estás borracho, ven anda. Ve a dormir un rato.

Subí las escaleras con él y le acosté en la cama de mi hermano. Se durmió al segundo y yo me fui a mi cama.

-Hemera, ¿estás despierta? Hemera, déjame dormir aquí. La otra cama da vueltas.

Levanté un poco las mantas para que entrase y puse un cojín a modo de muro para que hubiera un espacio entre nosotros dos.

-A la mierda el cojín, Demetria. Quiero abrazarte desde la primera vez que te vi.

Me cogió de la cintura y me atrajo hasta él. Dios, qué bien olía. Me encantaba esa colonia.

-Will, para ya. Sabes que tengo novio.

-A la mierda tu novio, me odia.

-Estás muy borracho.

-No lo estoy, sé que me importas. Y que me gustas mucho. Y que no cambiaría este momento ni por un millón de mujeres.

Empecé a hablar para decirle que seguía diciendo bobadas, pero me di cuenta de que se había dormido.

Ya por la mañana, empecé a hacer el desayuno. Will se levantó cinco minutos después, maravillosamente bien. ¿Cómo lo hacía?

-Me voy, Hemera. Gracias... Por todo.

Se disponía a abrir la puerta, pero se dio la vuelta.

-Y respecto a lo de ayer, era todo verdad.

Se fue dejándome con la palabra en la boca.

Ella sabe muchas cosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora