Capítulo 2

35 5 0
                                    

Salí del baño, con la toalla puesta bien sujeta y otra en el pelo. Pero cuando llegué al salón, Will estaba sentado en el sillón, mirando el móvil.

-Hola, Demetria.

-Debbie, si no te importa. ¿Qué haces aquí?

Me miró de arriba a abajo, haciéndome sentir un poco incómoda. Me anudé mejor la toalla y me di la vuelta, viendo que no me contestaba.

-Estoy esperando a tu hermano, y dejar a alguien con la palabra en la boca es de mala educación.

Seguí subiendo las escaleras, y miré en la habitación de mi hermano. No había nadie. Bajé otra vez, todavía con la toalla puesta y lo miré.

-No sé si es un atuendo apropiado para salir a la calle, pero si a ti te gusta...

-Mi hermano no está aquí. ¿No has dicho que lo esperabas?-dije bastante enfadada.

-Dije que lo esperaba, no que estuviera aquí, Hemera.

Le miré y volví arriba, ahora sí que a cambiarme. Cuando bajé, Will estaba mirando el collar que había dejado en el sillón

-Y otra vez, Demetria, me dejaste con la palabra en la boca.-parecía que le gustaba cambiarme nombre cada diez minutos.

-Habló, el que no me ha contestado al whatsapp.

-¿Para qué iba a hacerlo? Ya tenía la información que quería. Por cierto, ¿este collar es de Harry Potter?

-Te puedes ahorrar lo de llamarme friki.

Will me miró divertido y soltó el collar.

-Algo en lo que estamos de acuerdo. Soy un fanático de esta saga.

Iba a contestar y decirle que yo también era una fanática, pero llamaron al timbre. Darío.

-Hola, Deb. ¿Estás lista?

Darío entró en la casa y se quedó mirando a Will, sentado en el sillón ojeando mis cosas.

-Hola, Will.

No es que se llevaran muy bien que digamos. Más bien se llevaban bastante mal.

-Darío, ¿qué hay?

-Nada, vengo a recoger a mi novia, Deb.

Me quedé mirándolos y carraspeé, intentando cortar el incómodo silencio que se había generado.

-Todavía no, Darío.

-Puedo llevarla yo si a ella le parece bien. No es ninguna molestia.

Darío me miró a mí y empezó a negar con la cabeza.

-No, ni hablar. Se viene conmigo.

-No pretendo robarte a tu novia, Darío. No es mi tipo.

Me sonrió y yo me quedé pensando que si era gilipollas. Por muy guapo que fuera, no me hacía gracia que se burlara de mí.

Darío se despidió de mí y me dijo que nos veríamos luego.

-No dejes que te haga nada, ¿entendido?

-No me va a hacer nada, ¿estás loco? Vete ya.

Entré en casa para peinarme, así que en unos cinco segundos estuve preparada para irme. Me puse los zapatos y bajé corriendo.

-¿Ya nos vamos?-dijo Will mirándome, otra vez de arriba a abajo.

Asentí con la cabeza y se levantó perezoso, casi arrastrándose para coger las llaves de mi mesa del comedor.

Nos montamos en su coche y le indiqué a dónde íbamos, pero cuando ya estábamos casi llegando mis amigos cancelaron el plan a última hora.

-Genial, ¿y ahora qué quieres hacer?

-No, Demetria. Tú eliges.

-Quiero comerme un helado.

Me miró sonriendo y fuimos a la heladería más cercana, que nos llevó veinte minutos de intentar buscar un aparcamiento en condiciones.

Ya en la heladería, nos sentamos. Por fin un poco de fresco. Will cogió mi teléfono, que no paraba de sonar, y lo desbloqueó.

-¿Cómo te sabes mi contraseña?

-Yo lo sé todo, Hemera. Darío te ha mandado como cien mensajes.

Se puso a teclear en mi móvil y me temí lo peor. Después, se lo guardó en el bolsillo.

-Espera, ¿tú no esperabas a mi hermano? ¿Por qué has venido a traerme?

-Porque no lo esperaba a él, Hemera, sino a ti.

Ella sabe muchas cosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora