Hoy presentamos: El entrenamiento más difícil

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Había transcurrido cuatro semanas desde que Sora partió junto al joven Leon hacia Los Alpes más yertos que jamás haya visitado a causa de los severos entrenamientos que Sora asumió y que le premiarían con el tan anhelado éxito si llegaba a dominarlo y posteriormente a presentarlo en el próximo número del Escenario Kaleido, el mismo que estaba a la vuelta de la esquina y que tenía en una incertidumbre casi anómala a los miembros del mismo.

— Ha pasado mucho desde que Sora se fue a practicar-comentó Ken a sus cuatro compañeras Anna, Rosetta, Mía y Mei. Los cinco estaban sentados en un largo banco barnizado tras bambalinas.

— Me pregunto ¿cómo le estará yendo?—reviró Mía alzando los ojos hacia la penumbra del techo con un cariz de preocupación.

—De seguro está bien—dijo Anna metiéndose el último pedazo de su paleta helada en la boca.

—Sí... además Sora es muy valiente, nada podrá detenerla—concordó Rosetta en relación con lo comentado por su amiga.

Ken cambió de semblante subyugado a uno más optimista:

—Tienen razón chicas, de seguro Sora pronto estará de camino a casa con la victoria en sus manos.

—Eso espero—gruñó Mei con las cejas cruzadas. A sus compañeros no le quedó de otra que sonreír mientras la resignación que ella les infunde corría por sus sienes a modo de sudor frío por su comportamiento tan intrínseco.

Sora estaba lista, sólo esperaba las instrucciones de su mentor para poner en práctica la idea. Ya estaba recuperada de su lesión y en caso de que aun estuviese débil, no le importaba, estaba decidida a dar todo o nada para llevar a cabo el último paso, si lo hacía bien o mal... era ya decisivo.

—Muy bien Sora. Esta es la última etapa del entrenamiento y te resalto que esta vez será todo o nada, lo que suceda dependerá de ti. ¿Estás lista?

—Por supuesto joven Leon pero antes de empezar me gustaría saber algo... ¿Por qué estamos en este lugar?—quiso saber al encontrarse completamente alejada del frío. Se habían alejado de las fuertes ventiscas y la blanca y perpetua capa de nieve que arropaba el suele terrestre para situarse sobre una enorme costra de hielo elaborada de manera artificial a modo de pista de patinaje en el piso de una salón de baile descabalado. ¿Qué pretendía ahora Leon?

—Lo que haremos aquí es tal y como lo anuncié: la etapa decisiva del entrenamiento, así que te pido prestes mucha atención. Observa...

Leon patinó unos diez centímetros lejos de ella y se colocó en el medio de la pista con sus brazos y piernas bien erguidos y la frente en alto; su cuerpo estaba bien tieso y no movió ni un solo músculo a pesar de que un flequillo de su pelo se posó sobre sus pestañas, lo que resultaba un incordio a la hora de parpadear. Se mantuvo así de rígido como soldado de la corte imperial

Sora lo miró extrañada, no entendió mucho a qué se debía tan rara acción.

—¡Sora... intenta saltar por encima de mí ahora!—le ordenó con firmeza desde el lugar donde se encontraba.

—¡Qué!—Sora abrió en grande los ojos de la estupefacción tan grande que le provocaron las palabras del joven Leon. No podía creerlo, es más, no podía siquiera imaginarlo, ¿saltar por encima de él? ¿Acaso estaba planeando un suicidio? ¡Era una completa locura!—.¡Cómo podría hacer yo eso!

—¡No te preocupes, para eso estoy, para ayudarte... no perdamos más tiempo y hazlo, recuerda que es todo o nada!—le aseguró sin perder la compostura estática que había adquirido.

Sora no estaba segura de lograrlo, con el reto tan fuerte que le había impuesto ahora estaba llena de dudas y como forma de amortiguarlo, cerró los ojos y dejó su mente divagar... llegó hasta donde las luces dibujaban su silueta, los espectadores aplaudiéndole, el piso cubierto de flores; ella agradeciéndole con merecidas reverencias y el dulce eco de las ovaciones alimentando su espíritu hambriento de esos maravillosos vitoreos y aplausos.

Kaleido Star: Nothing is impossibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora