Salí de casa acompañado por Alice. La policía estaba tan ocupada con mis abuelos y los vecinos tan ocupados queriendo colarse a la casa, que nadie acaparó en nuestra presencia.
Mis nervios estaban por los cielos. Estaba desesperado. Mi rostro, más pálido que lo común, seguía mojado por llorar, tenía mocos por toda la nariz y, para mejor, se me habían empezado a notar las ojeras. Si luego de esto, a Alice le seguía pareciendo atractivo, me debería de casar con ella.
Agarrando mi móvil con las dos manos, y estampándolo contra mi pecho, me detuve en la calle, luego de alejarme una cuadra de mi casa, y miré a Alice.
—¿Estás segura de que quieres venir conmigo? Esto puede llegar a ser realmente peligroso.
—Déjate ya de bobadas Félix. No te dejaré solo, además, si lo hiciera, tú te mueres. Me necesitas. —Esto último lo dijo de modo sarcástico, claramente haciéndome una broma. Me sorprendía que, aún en esta situación espantosa, ella mantuviera su humor. Me agradaba.
—Está bien, gracias, porque pues sí, moriría.
Ella rió, y volvió a caminar. Yo la seguí. Estábamos yendo al lugar que el mensaje de texto nos había indicado.
"Si quieres ver a tu madre ven a la casa abandonada, en frente del parque Violet Hill Gardens.
Puedes venir acompañado por tu linda noviecita.
Ni se te ocurra de avisarle a la policía porque mato a tu madre.
—P."Y así, sin avisarle a nadie, íbamos caminando despacio a nuestro desagradable encuentro.
Al llegar a la plaza, pues esta misma no quedaba a sólo más de un par de cuadras de mi hogar, nos detuvimos y buscamos con la mirada la casa.
Conocía esa plaza. De pequeño iba siempre. El tobogán era increíblemente alto, o eso recordaba de mi niñez, las hamacas te podían llevar hasta la altura de las copas de los árboles, y la calesita estaba limpia y bien pintada. El pasto bien podado y las flores mostrando su majestuosidad.Alice temblaba, y noté que era más de por miedo que de por frío, así que me acerqué a ella y entrelacé sus dedos con los míos. Ella me besó la mejilla.
—La salvaremos. —Me dijo.
—¿Cómo? Hasta donde yo sé, este hombre, loco de remate, puede estar armado y puede tener como objetivo matarnos a todos. Y nosotros estamos yendo directo a darle lo que quiere.
—Tengo raid para los ojos. —La miré pensando en que eso no serviría de nada, que estábamos fritos, pero no le respondí, no pretendía ser cruel con ella.
Encontramos la casa. Madera vieja, con hongos y humedad. Las persianas estaban bajas y la puerta semi abierta. La naturaleza había estado recuperando lo que era suyo, pues más plantas de las que se podía contar trepaban por las paredes y el techo. El pasto estaba alto y los árboles necesitaban ser podados urgentemente. Temerosos, y sin soltar nuestras manos, nos adentramos al horroroso lugar.
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Amenaza en carta
Mystery / ThrillerEn un principio, Félix creyó que las cartas eran nada más que una broma de los muchachos de su instituto, pues no le resultaba extraño que lo molestaran. La sensación de que lo perseguían por la calle, nada más que su propia imaginación. Pero, el dí...