II. Destino

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Al principio a Dennis le pareció sencillo, solo tenía que encontrar sus recuerdos, pan comido, sin embargo, después, la cosa no sonaba tan simple. Quizá fue el agotamiento, o el golpe de valor y alegría que le dio saber que podía recuperarlos, o que Winnie estuviera allí echándole una mano. No lo sabía con certeza, aunque ahora que lo pensó, no sería tan fácil.

—¿Y cómo piensas hacerlo? —preguntó Vlad, arqueando una ceja y con una pequeña sonrisa. Parecía que le diera gracia el ímpetu de su bisnieto—. Primero; no sabes quién te los robó. Segundo; no sabes dónde se encuentra el que te los robó. Tercero; en caso de que sepas quien fue y donde está, ¿cómo piensan llegar a él? Cuarto y último; posiblemente no sepas usar tus poderes de vampiro.

—Volvemos al inicio —murmuró Dennis, decaído.

Winnie le lanzó una mirada suplicante a Drácula, quizá para que dijera algo que le levantara los ánimos. Drácula carraspeo haciéndose de la atención de su padre y le susurró algo al oído.

—Pero no todo está perdido, Denisovich —agregó Vlad, luego de un rato—. Puedo tratar de localizar dónde está el causante de todo.

Dennis y Winnie miraron a Vlad con las esperanzas renovadas.

—Aunque no puedo decirles dónde está y quien es. Verán —explicó—, usar ese tipo de magia y más aún esa clase de maldición es demasiado difícil, es casi imposible para un solo monstruo. Debe tener o un ayudante o un artefacto que lo potencie, ve tú a saber cual.

»Pero como todo, siempre deja una huella; las maldiciones primarias no son la excepción. Puedo concentrarme en ubicar las zonas que tengan una gran concentración de energía y comunicarles a ustedes las distintas posiciones. Será complicado porque como estamos en abril algunos monstruos están más... —Pareció elegir cómo continuar— agitados.

—¿Cuánto tiempo duraría? —preguntó Winnie.

Vlad se llevó una mano al mentón, por más increíble que le pareció a Dennis, no se causó ninguna herida con semejantes garras.

—Para la noche, tal vez.

—¿Tanto?

Vlad se encogió de hombros.

—¿Es seguro que de esa manera daremos con el que me quitó mis recuerdos? —indagó Dennis.

Vlad movió la mano hacia los lados.

—Más o menos. De algo servirá. —Vlad frunció el entrecejo—. Algo que me intriga es el por qué solo te afectó la memoria. Claro, la maldición Oblivio es algo que requiere mucho odio, una de las cuatro emociones primarias, pero no es algo que alguien usaría, a menos que... —Vlad dejó la frase en el aire, aunque su ceño fruncido pasó a preocupación—. En fin, cuando de con los lugares yo les aviso.

Dennis le lanzó una mirada a Winnie, comunicándole sus pocas esperanzas, ella le dio una sonrisa para calmarlo. Se dieron media vuelta y salieron del salón de Drácula. Aún le costaba procesar semejante golpe de información. No sabía nada de él mismo, y eso le hacía preguntarse: ¿quién querría hacerle algo así?

Cada paso que daba le costaba un mundo en darlo, sentía las piernas de goma y sospechaba que dentro de poco caería rendido en una cama por el agotamiento. ¿Qué rayos le hizo su supuesto bisabuelo?

Ahora que pensó en él, fue otra joya para asimilar. ¿Se supone que debía creer que esos vampiros eran parientes suyos? Vale, no iba a negar que sintiera una extraña sensación de aprecio y cariño por ambos, pero aún se le hacía demasiado loco creer eso. Aunque si por esos lares se iba, más loco era despertar en una cama con una mujer loba, no era una parte mala, claro que no, aunque igual era algo difícil de imaginar.

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