Prólogo

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  Ella se coloco el antifaz, tomo el micrófono entre sus manos y entro al escenario con una radiante sonrisa, miro el escenario, ya era otra, ya no tenía pánico de hablar, aunque ese lugar fuera tan cutre y la peste a alcohol, podía cantar, se sentía tan augusto. 

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  Todos los hombres giraron la mirada hacia ella como hipnotizados por esa piel tostada y ese cabello negro que contrastaban con sus ojos celestes, no tenía demasiada ropa y eso les encantaba, empezaron a gritar pidiendo que cantara, todos adoraban su voz y concordaban en que el apodo de "Sirena" estaba bien elegido.

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   Ella cantó con su hermosa voz y bailo para los clientes, se sentía tan bien cantado, era una dulce sensación que recorría todo su cuerpo. En su mente se veía ante las olas del mar, era como sí golpearan su rostro, y canto como si cantara para el mar, como si cantara para aquel lugar en que deseaba vivir, con paso delicado se bajo del escenario y paseo entre las mesas, se subió a ellas y excito a los clientes, ellos quisieron tocarla pero ella se movía con precisión y solo tentaba, de verdad se sentía como una sirena, solo le faltaba un abismo contra el que hacer chocar a sus "presas".

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 Cautivos por su voz le miraron con admiración, creían que era perfecta, querían tenerla, se lanzaron sobre ella pero fue inútil, ella sabía tratar con esos borrachos quienes al final del día tuvieron que conformarse con mujeres que encontraron en el mismo lugar, incluso los más ebrios terminaron conformándose con otros hombres para terminar arrepintiéndose a la mañana siguiente.

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  Al bajar del escenario el dueño del local la recibió con un abrazo y la chica le sonrió con cierto desagrado, tras el estaba Ricardo Wizard, le sonrió y le dió flores que ella acepto con una sonrisa pero negó con la cabeza antes que él preguntara, ella lo detestaba con todo su ser, él quería tenerla de concubina, pero le parecía más gracioso si lograba enamorarla y ella lo sabía bien.

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  Ricardo era el mujeriego hijo del jefe del imperio criminal más grande de la ciudad y nada le divertía más que jugar con las mujeres en sus tiempos libres, aunque al menos cuando trabajaba su trabajo lo hacía bien, era el principal encargado de eliminar a la competencia de los clientes de su padre, y se decía que en quién ponía el ojo Ricardo, moría "por accidente" en poco tiempo... Pero claro todos sabían quién se encargaba de ello realmente.

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  Sirena hizo cuanta artimaña pudo para librarse de él sin decir palabra alguna, una vez pudo ir a casa fue en silencio, ya vestida de forma casual mientras caminaba por los peligrosos callejones y miraba a todas partes nerviosa, las luces de los faroles titilaban creando una extraña tensión, como todas las noches, pronto llegaría a su miserable casa, quería hablar aunque sea con ella misma, pero no allí...

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  No allí donde alguien pudiera ver su rostro y es que sin explicación aparente sentía un horrible hormigueo y pánico si alguien veía su rostro mientras hablaba, el piso giraba mareandola si hablaba muy cerca de alguien, ella solo podría hacer ruido alguno si estaba lo suficientemente lejos y tenía su rostro tapado, siempre supo lo rara que era pero no podía ir al psicólogo, jamás tuvo el dinero para ir...

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  Finalmente llegó a aquel lugar dónde vivía, era una casa con una habitación que comprendía su pieza y el living, además tenía un baño y eso era todo pero era más que muchas personas, su madre no tuvo ni siquiera una lapida para su tumba y ella probablemente tampoco tendría alguna.

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  Tomo un baño rápido con agua fría y se coloco la camisola que ocupaba como pijama, escucho la radio y luego se echo a dormir en el sillón de su casa. Al día siguiente se vistió rápido, comio una manzana que se robo en el trabajo y se dirigió al bar, ayudo a ordenar y observo en completo silencio el pasar del tiempo hasta la hora de arreglarse y canto de nuevo. Los mismos clientes y las mismas canciones, los mismos movimientos, los mismos problemas y la misma rutina. Pero ella era feliz, podía vivir y cantar, nunca pidió más de la vida, aunque a veces deseara agua caliente, internet, libros y otros pequeños lujos de la vida.

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  Su vida siempre era así, todos los días cantaba en el bar, ella ensayaba tres veces a la semana en su casa, incluso enferma tenía que cantar, siempre temió perder su voz por usarla más de lo necesario.

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  Fue un jueves muy lluvioso cuando él entro en el bar “Marine“, sus amigos habían insistido en visitar bares de barrios bajos para tener algo de emoción y como los negocios iban bien acompañarlos no harían daño, además era su cumpleaños y ¿Que mejor que celebrarlo con sus amigos de la infancia? ¿Había una opción más perfecta que recordar el pasado y sus travesuras? ¡¡Por los viejos tiempos!! Cuando él aun no estaba ayudando de lleno en el negocio de la familia y cuando ellos hacían locuras preguntándose por la gente que vivía diferente.Caminaron por horas descartando lugares antes de elegir ir a ese bar.

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  Francisco Durbett llevaba dos horas caminando con sus amigos, mientras buscaban el lugar perfecto para celebrar su cumpleaños número 25, pero ya empezaba a hartarse de ello, quizá hacer las mimas tonterías que de niño no había sido la mejor elección. Mientras buscaba el lugar al que iría unos viles ojos se posaron en él.

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  Vaya era su día de suerte, allí iba la siguiente presa de su padre. Caminando como todo un niño mimado creyendo que pasear por esos callejones no era más que un simple juego infantil, sin ver el riego que corría. En apenas segundos ideó el plan perfecto para encargarse causalmente de él. Pero primero debía mantenerlo bajo su control y moverlo hacía donde quisiera.

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  —¡Oh! vaya la sirena cada vez atrae más clientes —mencionó un viejo que trabajaba para Ricardo Wizard y sonrió con sus dientes amarillos de cigarrillo.

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  —¿Sirena? —preguntó un amigo suyo con interés.

 

  —¿¡Oh!? ¿No vienen a verla acaso? Casi todos los que vienen por aquí van a verla, es hermosa y su voz es la octava maravilla del mundo, pero cada cuál sus gustos, entonces de seguro van a visitar el faro rojo... salúdenme en ese caso a Maravilla.

 

  —Espera, quisiera conocer a "la sirena" ¿Donde canta? —Al decir esto Francisco los ojos del anciano destellaron siniestramente y los de Ricardo quién miraba a la distancia también lo hicieron. Mientras los amigos del joven supusierón que sería el fin de la búsqueda ya que el cumpleañero quería algo y ya que era él a quién celebraban obviamente era natural que él eligiera.

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  —Canta en el bar Marine, yo los llevo... si claro me invitan una cerveza.

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  Los jóvenes asintieron y aceptaron el trato.

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  Cuando Sirena salió al escenario sus ojos se posaron inevitablemente en los clientes nuevos, jamás los había visto así que no debían ser de la zona, no pudo evitar mientras cantaba dirigir su mirada al que más la atraía del grupo, no sabía que era lo que tanto la llamaba, porque no era el más apuesto de todos, pero había algo en su forma de actuar que la atrajo inmediatamente e hipnotizo su mirada, ella era la sirena pero esta vez le toco ser la cautiva. Su corazón se acelero como nunca cuando le toco cantar cerca de él y por los nervios casi perdió la nota ¿Acaso eso sería lo que llamaban "chispa"?

SirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora