A las personas no les importa nada que no sean ellos mismos, eso se puede apreciar en mi día a día, y en el todo el mundo aunque algunos sean buenos disimulando. Nadie me pregunta por mi estado de ánimo, ni por mis problemas. Llega a un punto que ya ni siquiera me importa el no tener a nadie para expresarme. Por eso escribo, no soy más que una chica de 15 años, con las hormonas revueltas, exceso de películas románticas para adolescentes, un grupo de amigas algo más que egoistas y que vive en una ciudad en donde la máxima locura que puedes hacer es irte sola andando a casa. A veces llego a añorar un poco de libertad más allá de mis notables altos y las cuatro agobiantes paredes de mi habitación.
Mi mundo se basa en levantarme como un zombie a las siete de la mañana para ir al instituto, pasar seis horas allí dibujando en la última página de la libreta de cada asignatura pensando en como seria mi vida si todo fuera diferente a como ha sido durante los años de mi existencia, sobrevivir a las quejas de mi madre cuando no le contesto a sus charlas educativas a la hora de comer, subirme a mi cuarto y tumbarme en la cama a esperar a que se ponga la luna para poder cerrar los ojos y perderme en mis sueños, es triste, pero es lo único que consigue aislarme.
Y eso es todo amigos, esa es mi vida.
Bienvenidos.Interrumpo mi discurso mental y presto atención de nuevo al profesor de ciencias sociales, está explicando lo que entra en el examen final del curso, por eso he puesto atención, no creais que normalmente lo hago.
El timbre lo deja con la palabra en la boca y en menos de medio segundo la clase ya está vacía, Brooke me espera en la puerta mientras se acomoda el pelo, como de costumbre. Recojo mis cosas de la mesa y salgo disparada, antes de que el profesor me pare para pedirme explicaciones de por qué últimamente no hago los deberes.La verdad ni yo misma lo sé, en los ultimos meses me esta costando mucho concentrarme y más en cosas que no me importan, como es lógico, ciencias sociales.
- ¿Me estas escuchando? -. Grita Brooke parándose en seco en mitad del pasillo.
- Si, por favor no me grites -. Le digo en voz baja incitandola a continuar andar.
- Eff últimamente te veo más apagada, ¿te pasa algo? -.
- No, de verdad estoy igual que siempre. Bueno me voy que está allí esperándome mi madre, hablamos luego -. Y me dirijo hasta el coche de mi madre que esta el otro lado de la carretera, está lejos pero no me apetece darle explicaciones a Brooke sobre mi estado de ánimo actual.
Me monto y le doy un beso en la mejilla, como ella misma me ha acostumbrado a hacer desde que era pequeña. Ella empieza a hablar y yo subo la radio hasta que apenas puedo distinguir su voz entre las canciones de rap de mi disco. Reviso WhatsApp de vez en cuando para contestar a la pesada de Brooke mientras ella sigue contándome como el chico que le gusta sigue subiendo fotos a Instagram con frases muy raras, típica cosa de chicas, darle vueltas a todo aunque no tengamos nada que ver. Brooke siempre me ha replicado de que nunca he sido así, es decir, nunca me he sofocado por un chico, ni he revisado la última conexión de este cada vez que se ha a dormir, ni nunca en general he tenido a nadie que me importe lo suficiente para hacerlo.
Cierro los ojos y me quejo mentalmente por el calor que hace en mi ciudad en verano, bueno casi verano.
Abro los ojos y me doy cuenta de que han pasado seis meses desde que ha empezado el año y apenas he hecho nada de los propósitos que me puse en noche vieja.Llego a mi casa, tiro la mochila, literalmente, en la escalera y voy al comedor. Tardo apenas cinco minutos en acabar de comer y vuelvo a subirme a mi habitación.
Observó la mesita de noche y veo que la montaña de libros que hay encima no está ordenada de mayor grosor a menor.
- ¡Ethan! -. Grito abriendo la puerta de mi habitación.
- ¡Te dije que no entraras en mi cuarto! -. Vuelvo a gritar abriendo la puerta de la habitación de mi hermano el gilipollas.
Ethan está sentado en su escritorio con el móvil en la mano, me paro un momento a mirar su mano y veo que su móvil está enchufado a mi cargador.
- Te he dicho millones de veces que no me robaras cosas de mi cuarto -.
Se gira y sonríe, menudo imbécil.
- Va enserio, la próxima vez que cojas algo te mataré -. Acabo de hablar y vuelve a reírse, esta vez a carcajadas.
Así es mi hermano, tiene 19 años y apenas parece que ha cumplido 11.
Salgo de su cuarto enfadada con el cargador en la mano, que por cierto casi arranco la pared del tirón que le he pegado, y vuelvo a entrar en el mio.
Ordeno los libros y cojo el pijama que esta encima de la silla de mi escritorio, me lo pongo y me siento a leer los problemas de matemáticas que nunca conseguiré resolver. Me absuelvo en ellos durante una hora de dudas y soluciones incorrectas. Me levanto como si acabase de pasar una hora durmiendo para bajar a por algo para comer, escucho a mi madre hablar por teléfono y presto atención a lo que está diciendo- Chase, hablamos que nada de vacaciones -. Chase es mi padre y al parecer quiere llevarnos de vacaciones, que simpático oye.
Hace que no vamos de vacaciones un par de años y la verdad se agradecería que me sacasen de aquí por un tiempo. He pensado bastantes veces en recoger mis cosas e irme lejos de aquí, pero nunca he tenido el valor suficiente para hacerlo.
- Solo con una condición -. Sigue hablando mi madre - que no sea muy lejos -.
Sonrio al imaginarme alejada de esta ciudad de mierda y continuo andando.
- ¿Qué te pasa? -. Le pregunto a mi madre haciéndome la desentendida al verla con cara de enfadada.
- Nada -. Responde resoplando.
Agarro una manzana y le doy la espalda, no puedo evitar una sonrisa con algo de maldad al verla así.
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Mañana, ¿me seguirás queriendo?
Teen FictionNo soy más que una chica de 15 años con las hormonas algo revueltas y exceso de peliculas románticas para adolescentes. En mis años de mi existencia la libertad ha sido algo ausente y la verdad es que nunca he llegado a sentirla. Esto cambia cuando...