Cambios...

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Me esta mirando de arriba abajo como si de una obra de arte me tratase. Me siento alagada por un momento al pensar eso. Este gesto hace que agache la cabeza y me coloque bien la camiseta por la parte delantera.
El chico moreno sonríe y vuelve a seguir hablando con sus amigos. Me doy la vuelta dispuesta a volver con mi padre para ayudarle a montar las cosas.
Por el camino intento memorizar donde se encuentran la mayoría de las cosas importantes aquí.
Para mi sorpresa cuando llego al lugar donde se supone que tendremos que dormir, ya está la tienda de campaña montada y las maletas fuera del coche.
Entro y saco de mi maleta unos vaqueros largos y una blusa blanca que me pondré a juego con mis converses. Agarro también el neceser, menos mal que le hice caso a mamá y lo preparé pienso, y me predispongo a buscar las duchas.
Mi padre me sonríe al verme salir y yo lo ignoro por completo. No paro de mirar hacia los lados esperando volver a encontrarme al grupo de chicos, esto hace que algunas personas me miren raro. Me quedo prácticamente con las ganas y entró a las duchas. Apenas había cola así que entro a los pocos minutos.

No consigo que el agua salga templada así que no tengo otro remedio que volver a ducharme con el agua helada. Tengo el presentimiento de que ya tengo los labios morados, así que me decido por quedarme un poco menos de lo que me gustaría.
Salgo con una toalla reliada al cuerpo para evitar vestirme aquí. Tengo el pelo mojado y despeinado y salgo agarrando la toalla a mi cuerpo como si estuviera cayendome de un precipicio.
Nadie me ha visto nunca desnuda, exceptuando cuando era pequeña y no tenia sentido común, y no pienso que hoy sea la primera vez.

Una mujer me abre la puerta amablemente para que no tenga que soltar el neceser y justo al salir ya siento la fresca brisa. Me veo obligada a seguir andando por el frío que tengo y justo cuando iba a coger la esquina, el chico moreno pasa por mi lado en dirección a las duchas para chicos. No se gira para mirarme pero al pasar por mi lado se para en seco y gira la cabeza para comprobar que soy la chica de antes, o eso creo.
Pone una cara algo extraña y continúa andando, yo hago lo mismo.
Me lleno los pies de tierra al andar por la arena y maldigo varias veces antes de llegar.

Tardo en cambiarme menos de diez minutos, sin contar el tiempo que he tardado en colocar las cosas cuidadosamente para no manchar nada, y lo que es más importante para no mancharme.
Cojo el móvil y pongo la cámara delantera para ver si tengo muy mal el pelo.
Sí, lo tengo horrible. Parece que en vez de ducharme me he metido en una lavadora.
Vuelvo a las duchas porque es el único sitio donde hay espejos y necesito realmente peinarme, o un milagro.

Ni rastro del chico moreno, algo en mi tenía la esperanza de que saldría con una toalla enrollada a la cintura, como en las películas para adolescentes que suelo ver, pero no, solo se aprecian allí dentro hombres de mediana edad cepillandose los dientes. Acabo de peinarme y vuelvo a lo que los de aquí llaman, mi parcela.

Mi padre nos avisa de que vamos a ir a cenar al bar que está en la entrada y ellos salen sin esperarme, yo le mando un mensaje a Brooke para decirle que ya he llegado y salgo en dirección al lugar donde he estado hace dos horas.
Ya casi que es de noche y la luz de los faros en las parcelas de la gente hace que la sombra de los árboles se noten más.
El camping no es tan grande como pensaba pero es agrable estar aquí.

Cuando llego mi hermano y mi padre ya están sentados en una mesa disfrutando de los refrescos que han pedido.
Hay uno para mi en el lugar vacío que queda en la mesa, me siento y les sonrío a los dos para intentar camuflar un poco mi nerviosismo.
Estoy nerviosa sí, estoy apunto de conocer a las personas que me harán compañía los veinte días que voy a estar aquí. Estaría más tranquila si fuera una persona extrovertida pero no es así, hablar conmigo es como hablar con una pared llena de pecas y despeinada.

El camarero nos sirve la comida y me veo obligada a comermela aunque apenas tenga apetito.
Ethan come como si llevase sin comer años y mi padre le mira como rogándole que pare de actuar así.

Mañana, ¿me seguirás queriendo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora