Ella era extremadamente joven, una niña apenas entrando a la adolescencia y él un cretino por posar sus ojos en ella. Luego de que el padre de Kate Reigns junto con su madrastra hayan decidido tomar unas vacaciones y que la dejaran a cargo de su tío...
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Dean salió de su habitación. En la casa lo único que se oía era el silencio. Asomándose por el pasillo, vigiló que Roman no estuviera por ahí para ir al cuarto de Kate. La noche anterior Roman le había gritado y escuchó palabras de él que jamás pensó que oiría. Dean se había tentado en insultarlo también, pero se contuvo y mantuvo la compostura. Mónica había tratado de tranquilizarlo, pero el dolor y la decepción que sentía por su hija era algo que nadie podía reparar.
- ¿Dean?- la voz de Mónica lo sobresaltó, antes de que pudiera girar la manilla de la puerta.- ¿Qué haces?
- Sólo quiero ver por un segundo a Kate.
- Dean...- susurró, con un tono de tristeza en su voz. Se acercó hacia él.- Kate se fue.
- ¿Qué?
- Kate se fue.- repitió.- Roman se fue temprano con ella al aeropuerto, antes de que despertaras.
A Dean se le aceleró la respiración. El corazón le latió con violencia, mientras trataba de entender las palabras de su hermana. Sin pensarlo dos veces abrió la puerta de la habitación, pero en vez de encontrar a
Kate se encontró con la cama hecha. Intacta. El pecho se le cerró. No sabía que hacer o que pensar, pero lo único que sabia, era que Kate se había ido.
* * *
Roman y Kate caminaron por el aeropuerto. Roman miró a su hija. Dios, se le veía tan bonita y a la misma vez tan frágil. Era la replica idéntica de su madre, y daría cualquier cosa por verla feliz....
