2. I might be gone, but I'm still here.

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Cuando esa"amnesia matutina" se le pasó, la sensación de angustia se abrió en su pecho. Pero no lloró. Contuvo todas sus lágrimas, porque llorar lo haría peor. Así que tomó las llaves y las introdujo en el contacto. Cambió de asiento y enderezó ambos respaldos. Trató de alcanzar los pedales como pudo. Seguramente habría viajado en ese Jeep más veces que el propio Stiles, y sin embargo, nunca había tenido la oportunidad de tomar el volante.

Arrancó el motor y dejó el estacionamiento de la escuela. Si nadie se acordaba de él, era probable que tampoco de su auto, y no creyó que el auto de un extraño estacionado en la escuela le iría muy bien al director. Lo llevó al garaje de su casa. Llevarlo a la casa Stiles tampoco era una opción. Se preguntó que le habría pasado a su habitación. A todas sus cosas. A su tabla de pistas...

Bajó del Jeep. Pero antes de cerrar la puerta se dio cuenta de que había algo en el asiento trasero. Era un pequeño marco negro. Adentro, debajo del vidrio estaba su dibujo del Nemeton. Y tal y como lo recordaba, en la parte de atrás había una nota: "Para Lydia."
Cerró la puerta y dejó las llaves del vehículo en una estantería. Y mientras subía las escaleras, se dedicó a leer la carta.

" Querida Lydia,
No se si esta carta llegará alguna vez a tus manos. Por lo que sé, todo rastro de mi desaparecerá. Pero no podía no despedirme. Menos después de lo que pasó esta noche. Y te tengo aquí, delante mío, durmiente, y sin embargo no puedo decírtelo a la cara. Porque hacerlo te pondría en una situación en la que muy probablemente estarás esperando que vuelva. Y hacerlo haría que todo sea más difícil. Así que te dejaré está carta, para que la leas cuando ya no esté. Para que sepas que tienes el derecho de seguir adelante. Sólo quiero que seas feliz.
Me pregunto si me sigues recordando, o si volverás a ser la vieja Lydia. Si volverás a ser esa niña superficial y egoísta, pero que en su interior guarda a la Lydia de la que me despedí anoche. Y si es así, espero que de alguna manera vuelvas a ser esa Lydia. Esa persona inteligente y auto determinante que ha soportado mucho dolor en su vida pero que ha salido adelante. Esa persona de la que me siento orgulloso porque ya no tiene que ocultar lo que realmente es o fingir ser otra persona para sentirse bien consigo misma. Esa persona que yo siempre supe que estaba debajo del caparazón de chica mala.
Y si me recuerdas, Lydia, hay tantas cosas que me gustaría decirte, pero si lo hiciera, esta carta no terminaría jamás. Así que sólo puedo decirte unas pocas cosas:
Busca la manera de evitar que más personas sigan siendo tomadas por los Ghost Riders. Has lo que puedas por ello. Pero no arriesgues tu vida. Y más importante, no la arriesgues por mi. Si le entregas esto a Scott, tal vez te creerá si le cuentas sobre mi. Y tal vez, incluso si ha perdido sus poderes, podrá ayudarte.
Y hay algo que quiero decirte, no se cómo lo tomarás, pero hay una gran posibilidad de que si no te lo confieso ahora, no lo podré hacer nunca. Lydia, te amo. Sí, por más absurdo que suene. Y estoy enamorado de ti. No se que sientes tú por mi, y no se si mis sentimientos son correspondidos. Pero son verdaderos. Y a donde sea que vaya los llevaré conmigo.
No sé si algún día volveremos a vernos. No sé si habrá alguna manera. Pero hasta entonces, cuídate. Te quiere,
Stiles."

En ese momento, lágrimas comenzaron a descender desde sus ojos hasta empapar su rostro. Se sentó contra la pared en un esfuerzo por encontrar equilibrio. Estrujó el papel y dejó que las lágrimas siguieran cayendo. La tristeza y el enojo se mezclaban en ellas. Y el no olvidar a Stiles se convirtió, desde ese momento, en su único propósito. 

Recordar, recordar, recordar. La primera vez que lo había visto. En el tercer grado. Cuando al principio era extrovertido e insoportable, y le gustaba hacer chistes malos, y luego de la muerte de su madre se había vuelto más callado y tímido. El baile. Cuando se había ofrecido en lugar de ella a Peter. Cómo la perseguía llegada su adolescencia, la perseguía porque sabía su secreto: ella no era feliz. Él le había hecho ver la verdad. Y luego habían empezado a ser amigos, compañeros de manada, y compañeros de investigaciones sobrenaturales. Esa vez en la que había tenido que besarlo para poder detener el ataque de pánico. Esa vez en la que tuvo que entrar en su mente para salvar su vida. Esa vez en Eichen, cuando casi los asesinan. Cuando la rescató del Dr. Valack, las veces que la había ido a visitar a pesar del odio de su madre. Y todo lo que sabía sobre él. Todo lo que recordaba. Cómo se sentía por él.
-Recuerda... Recuerda... Recuerda... Recuerda...

Cuando llegó a la escuela, ya se había limpiado el rostro, maquillado y se había recogido el cabello en una trenza. Y se aseguró de que la carta la acompañase en alguno de sus bolsillos. Corrió, hasta que encontró a su primer objetivo: Malia. 

—Malia, tienes que ayudarme. Tenemos que averiguar algo —su voz era jadeante y entrecortada. 

—¿Averiguar qué?

—Dónde está Stiles.

—¿Quién es Stiles? —él ya le había dicho que la gente había comenzado a olvidarlo, pero enfrentar que Malia Tate hubiera olvidado a la que pensaba era una de las personas más importantes de su vida era devastador.

—¡Stiles! —trató, pero no dio resultado.

—¡Lydia! ¿Segura que te sientes bien?

—¡Sí, Malia! —se rindió. No lo recordaría— No importa. 

Salió del salón y corrió hasta el laboratorio de biología. Scott estaba ahí.

—¡Scott! 

Pero el tampoco tenía idea de lo que estaba habalando. Tampoco recordaba haber hablado con alguien durante la práctica de Lacrosse el día anterior. Y que Scott McCall no recordara a su hermano era peor que escuchar a Malia decir que no sabía quién era. Liam tampoco lo recordaba. Nadie lo recordaba. 

Solo pudo volver a su casa, sentarse en el Jeep y dejar que esas lágrimas cayeran de nuevo. Lloró, lloró, lloró. Y sentada donde Stiles lo hacía usualmente, releyó esa carta una y otra vez. Su madre no estaba, por lo que no le importaría que su hija llorara todo el día en el garaje. Pero había elegido el Jeep, porque era lo poco que le quedaba de él. Era el vehículo que los había llevado en todas sus aventuras. De alguna extraña manera, conservaba algo de normalidad. 

Y no midió el tiempo que transcurrió mientras lloraba y se recordaba lo mal que estaba todo. Porque cuando se dio cuenta, cuando despertó a la mañana siguiente, supo que todo seguía igual de desastroso.

Remember (Stydia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora