No tengo otra salida. Y dudo que mi día pueda ir peor, a menos que sea un psicópata y un asesino en serie. Eso sí que sería malo.
Asiento con la cabeza e intento agacharme para tomar mis cosas pero no me lo permite, más me vuelve a parar. Si no estuviese tan mal y tan congelada como lo estoy en este momento, probablemente ya habría destrozado su bonita cara por primero reírse de mí y segundo; cogerme del brazo como si fuésemos amigos. Tampoco te pases viejo, que no porque parezcas un modelo sacado de revistas puedes toquetearme así.
Me abre la puerta del copiloto y asegura que me siente y me ponga el cinturón bien. Cierra y se devuelve por mis cosas, que posteriormente pone en los asientos traseros. Volteo hacia atrás y verifico que vaya todo..., bueno, que vayan mis dos cajas que anteriormente fueron marcadas por un perro.
En cuanto él se sube al auto, enciende el radio que está conectado a su Iphone (uno de los últimos, al parecer) con un cable USB. Le baja el volumen, pero aún así logro escuchar el tema que pone de fondo; Paint It Black — Rolling Stones. La reconozco porque papá solía escucharla cuando arreglaba su querido coche. Bueno, ahora es sólo ''querido'', puesto que es hoy mi coche. Mi coche. Joder, quizás a qué lugar fue a parar. Mendigo señor pelón. Juro que si ese hombre no me devuelve mi auto, lo denuncio.
— Amanda.
Una voz masculina interrumpe mis pensamientos y caigo en cuenta de que estoy en un auto que no es el mío y junto a un hombre que no es mi padre. Alzo la mirada y me encuentro con unos azules ojos. Efectivamente no es papá.
— ¿Eh?
Continúo mirándole, pero mi ceño se frunce en cuanto aquel repugnante olor comienza a invadir mis fosas nasales. Intento disimular, pero espero que vuelva a fijar su vista en el frente y cuando lo hace, empiezo a olfatear mi ropa. No soy yo. Olfateo una vez más y aquel olor me hace viajar a cuando tenía nueve años y le rogué a papá que me regalara un perrito. En realidad, quería quedarme con uno que andaba perdido fuera de mi casa. Él dejó que el cachorrito estuviese solamente una noche en casa, puesto que andaba perdido y sus amos podían estar buscándole desesperados. Eso me dijo. Así fue que esperé que se durmiera y por la noche lo entré a mi habitación y lo acosté a mi lado. Aquella noche soñé que papá y yo estábamos en la playa y la pasábamos increíble. El sueño empezó a transformarse en pesadilla en el momento que me di cuenta que el mar se convertía en un hediondo pantano. Al despertar vi que mis preciosas y preferidas sábanas de ballet estaban arruinadas y fétidas al igual que mis cajas que se encuentran sobre los caros asientos de Christian. ¿Cómo pagar eso ahora que estoy sin trabajo? Ni idea.
— ¿Tienes frío?
Vuelve a interrumpir mis pensamientos. Niego y alzo una ceja. ¿Por qué habría de tener frío?
— Lo digo por tu labio inferior..., está tiritando.
Me dice, como si estuviese leyendo mis pensamientos. Él relame sus labios y continúa manejando. Quito la mirada de él rápidamente y paso las yemas de mis dedos sobre mis labios y siento una leve vibración allí. Estaba tan pendiente de otras cosas que ni siquiera había notado cuán congelada me encuentro. Mis ojos se posan sobre un pequeño botón que indica calefacción, y mis dedos desesperados ya quieren saltar sobre él pero como si Ferrer leyera mis pensamientos, lo enciende. Por mi parte, mis brazos rodean mi pecho y suspiro mientras llevo la mirada al frente.
— Puede dejarme aquí.
Con el dedo índice le indico una esquina, donde se encuentra mi local de comida rápida favorita; ''Mr. Fast''. Se me hace agua la boca en cuanto empiezo a pensar en aquellas hamburguesas y bebidas heladas. Mi lengua anhela sentir aquellos manjares sobre ella.
El auto se detiene y suelto el cinturón de seguridad que me rodea el torso. Mientras mi mano se alza para así abrir la puerta, veo que Ferrer se me ha adelantado y es él quien lo hace. Alzo la mirada en el momento que mi pie derecho pisa tierra firme, y me encuentro con su mirada fría e impenetrable. ¿Qué estará pensando? Desde seguro en cuán tonta he sido con él desde que nos conocimos..., pero qué va, eso no me importa, ha sido él quien me ha molestado desde un principio. Se burló de mí y de mi Ford Capri que es prácticamente una reliquia para mí.— Gracias.
Murmuro y él no responde. Abre la puerta trasera para sacar mis pertenencias y fijo la mirada en él. ¿Estará enojado? ¿Habré sido muy malagradecida? No, no, no. Yo he sido una dama a diferencia de él que se burló de mi desgracia y me trajo a casa. Bueno, quizás no es taan malo... Bah, ya ni sé lo que digo. Mejor dejaré de pensar en cosas absurdas.
Sin siquiera darme cuenta, ya tengo las cajas sobre mis brazos y él ya está dentro de su Audi A3 Cabriolet. Un auto demasiado cómodo, pero por nada del mundo cambiaría mi bebé con aroma a fresas por uno con olor a pipí. Pipí. El saber que he dejado su auto con aquel aroma fétido me hace sonrojar de vergüenza pero a la vez río levemente. Él parece notarlo y frunce su ceño. Posterior a ello, posa sus ambas manos sobre el volante y da un leve suspiro. ¿Estará enfadado porque ensucié su auto? No lo sé. No me permite descifrar lo que siente.
— Tenga una buena noche, Amanda.
— Igualmente, señor Ferri.
Asiento con la cabeza y él hace marchar su auto que sin problema alguno se desliza por la fría calle. Paso por el lado de Mr. Fast y me encamino a casa, que queda a tan sólo unas manzanas más.
Con bastante torpeza saco de entre mis cosas las llaves y posteriormente las introduzco por el agujero la cerradura. Ésta sin problema la recibe y ayudándome de fuerza por parte de mi hombro, la empujo con cuidado para así entrar y poner por fin mi pie izquierdo dentro de mi casa.
— ¿Papá?
Digo alzando la voz y observo con detenimiento la habitación principal. Papá no está por ningún lado, pero sí sus herramientas. De seguro fue a comprar algo al almacén que está cerca. Dejo las llaves sobre la mesa de arrimo y dejo las cajas en el piso. El mal olor se separa por fin de mí y eso me alegra un poco la noche. Me encamino a la cocina, puesto que quiero tener todo preparado para cuando llegue papá y servir el pastel que compré antes de que se pusiera a llover..., bueno, si es que se puede comer. Yo creo que sí porque el cachorro sólo hizo pipí en la caja de abajo; la de mis pertenencias. Pero veo de pronto una luz encendida arriba. De verdad que es extraño, y es que papá siempre sale y deja las luces apagadas. Cambio mi rumbo, y ésta vez me dirijo al segundo piso para ver de dónde proviene aquella misteriosa. Una vez arriba, miro hacia los lados y no veo a nadie ni escucho algún ruido.
— ¿Papá?
Vuelvo a alzar la voz y frunzo el ceño al acercarme al marco de la puerta, donde me apoyo. Y entonces le veo. Papá está tumbado en el piso. De su nariz hay sangre y parece estar inconsciente. Suspiro pesado, intentando no sollozar y le rodeo con mis brazos, para así apegarle a mí. Intento gritar para así pedir ayuda, pero para mi mala suerte la voz no sale. Trago con la intención de hacer bajar aquel nudo que siento en mi garganta.
— ¡Ayuda! ¡Necesito ayuda!
Las lágrimas empiezan a brotar de mis ojos y siento mi corazón destruirse por completo. Temo perder lo más importante en mi vida..., a mi papá.
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Unexpected.
RomanceAmanda tenía una vida como cualquier otra mujer en la tierra. Tenía un trabajo normal, una casa normal, un sueldo decente y un padre que cuidaba de ella, a pesar de ser ya adulta. Pero su vida tuvo un cambio drástico en el momento que a John, su pad...