Capitulo III

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No podía creerlo. Quería estar en un sueño, pero por más que intentara despertar, no lo lograba. No quería aceptar que era la realidad.
-VAMOS KARIME!!! ¡CÚBRETE!- exclamó Karina.
Karime reaccionó y se fue a el primer muro de paja que vio. En el estaban Emilio y Román. Ambos de vez en cuando salían y disparaban y luego se volvían a ocultar. Karime intentó lo mismo, jalo del gatillo y la primera bala fue a parar al ojo de un soldado imbécil y la otra al soldado que estaba atrás de el. Traía una escopeta que disparaba dos balas.
-Como salimos de aquí?- grito Karime, pues no escuchaba por tantos balazos y explosiones por todas partes.
-Hasta que un bando se rinda!!!- grito Emilio
-no nos podemos rendir?- gritó ella
-NO!!! ESO NO SERÍA HONOR!!!-
-pero tú no peleas por honor si no por obligación!!!-
-Mira, solo mata al capitán del otro bando, así el equipo contrario tomaría medidas exageradas y entre ellas... huir-
Karime se tomo a pecho la misión de matar al Capitán y se puso manos a la obra, primero lo localizó, vio su ubicación y cada cuanto tiempo cambiaba de ella. Luego vio sus tiempos de disparo, observó cada cuanto tiempo salía a disparar. Normalmente cada 15 segundos y disparaba por 3.
No iba a ser fácil matarlo. Traía demasiada protección.
Intentaba esquivar las balas, pero le dolía ver que a compañeros que nunca conoció morían frente a sus ojos. Solo quería que Karina, Román, Emilio y Santiago, no fueran alcanzados por balas en lugares mortales.
Decidió que iba a acabar con eso, empezó a moverse de un lado a otro jalando el gatillo de la escopeta a donde salieran las balas. Le alcanzó a dar a 3 soldados y matar a 2. Se ubicó al lado del general, al igual que los oponentes, pues el capitan estaba con otro soldado. Esperó a que El Capitan saliera para clavarle una bala en la cabeza. Entonces el soldado que estaba al lado del general salió con una granada activada en la mano. Sabia que si la lanzaba iba a ser su fin, así que antes que la lanzara, le disparó en la granada, y obviamente, explotó . Envolvió en llamas al soldado y al capitán hasta matarlos.
La armada enemiga, en intento desesperado, huyó con el alma a los pies.
No podía creerlo... ¡había sobrevivido! Se dirigió con sus amigos, todos estaban agotados, sudorosos y sobre todo aterrados. El tema de haber matado les helaba la sangre.
No tardó más de quince minutos que varios helicópteros los recogieran. Varios soldados eran de otros barcos, habían alrededor de 6 barcos unidos. Uno lo habían hundido
Después de regresar al barco Karime se sentía agotada y fue directamente a su cama a descansar, se quitó el traje militar y el casco, se sintió alegrada de haber regresado, aunque tenía pena por los que no regresaron con vida o en una sola pieza, pues muchos habían perdido extremidades.
Karina entró en su habitación.
-Karime, pronto va a ver junta con el general.-
-claro, ¿a que hora?- dijo agotada
-en 10 minutos-
-de acuerdo.-
Karina de retiró, Karime se levantó y se cambió, acto seguido fue a esperar en el aula central.

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-AAAAAAAAAAATENCIÓN!- gritó el general mientras todos hacían el mismo movimiento brusco.
-estuvieron durante una batalla muy corta, pero aún así, tuvimos grandes bajas. Hemos perdido más de 40 soldados y entre ellos, muchos de los mejores. Solo tomen un descanso.-
El general se retiró al igual que los soldados.
Karime reunió a sus amigos en la habitación 5.
Ya adentro, empezaron a planear.
Sobre una mesa estaban los mapas de el navío. Cada cosa qué hay que saber, estaba allí.
-muy bien, Román, tú haces líquidos que duerman porfa.-
-Como? No entendí-
-Dardos tranquilizadores, me contaron que sabes hacerlos de calidad- hizo una breve pausa -Karina, tu bajaras al aula de torpedos y dormirás a los guardias, allí activarás un torpedo que se dirija al fondo Del Mar para distraer a los demás soldados.-
Fue contando los detalles del plan hasta que se pusieron manos a la obra, Román hacia el suero y Los demás hacían cinturones con agarraderas para los dardos, una para cada quien, luego esperarían por una oportunidad.

-3 semanas después-

-De acuerdo- dijo Karime - vamos a quedar claros. Necesitamos ocultar los cuerpos dormidos y quitarles el dardo vacío. Es importante, vale?-
-de acuerdo- dijeron todos en coro
Cuando se levantaron de las camas para ponerse manos a la obra, un dardo se asomaba por la puerta sin que nadie se diera cuenta.
Karina bajó al aula de torpedos mientras los demás se dirigían a sus posiciones e inyectaban el suero a los que se cruzaran en su camino.
Al parecer todo iba perfecto, hasta que se dio cuenta...
-¡EL DARDO!- aulló mientras corría a toda velocidad hacia la Habitación 5. Desesperada por qué si alguien lo veía, la mataban.
Entró a su habitación y empezó a investigar, desesperada, no lo encontraba, después se dio media vuelta, y se le fue el alma a los pies, vio una sombra y la vio con pánico.

Era el general.

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La cabina del general era fría y lujuriosa, tenía de los mejores vinos en ella. Estaban parados en una columna, de la izquierda a la derecha, el orden era: Román, Karime, Emilio, Karina, Santiago.
-Les tengo una pregunta...- hizo una pausa -...¡PORQUE HICIERON ESO!?- aulló el general. -El torpedo lo pudimos haber usado sabiamente... ¿pero para huir? ¡NO ME HAGAN REÍR! Su deber es servir a la patria, no escapar!
-disculpe- dijo Román -nosotros no queremos servir a la patria, fuimos OBLIGADOS.-
El general hizo como si no hubiera escuchado el comentario.
-van a ser castigados. Vamos a mandarlos a todas las batallas que peleemos hasta que mueran.-
-Disculpe- volvió a interrumpir Román. -se supone que estamos aquí para luchar, y ese es un castigo sin sentido.-
El General se quedaba sin paciencia
-muy bien, entonces serán castigados sin comida por dos semanas.-
-moriríamos en el lapso de ese tiempo.- interrumpió Román -necesitamos comida para vivir-
El general se quedo sin paciencia, sacó un revólver, lo activó, le apuntó en la cabeza y jaló el gatillo. Un estruendo inundó la sala y un chillido agudo cruzó los oídos de todos, líquido color rojo vivo salpicó la cara de Karime y la pared. El cuerpo inmóvil de Román caía lentamente al suelo.
-Bueno- dijo El general guardando el revólver -supongo que esa es su advertencia- se retiró de la sala
Karime gritaba pero no podía escuchar sus propios alaridos. Todavía no podía creer que Román había muerto frente a sus ojos.

La armada incomprendidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora