Capitulo IV

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No había pasado más de una semana desde la muerte de Román. Claramente se le veía a Karime que últimamente no había dormido y comido bien. Sentía toda la culpa en sus entrañas.
Estaba en la cafetería, solo picoteaba el puré de papa con el tenedor, estaba recargada sobre su hombro y no hablaba.
-Karime...- dijo Karina -¿que sucede?
-es mi culpa.- dijo casi en susurro -todo es mi culpa. Mi culpa que muriera Román, que casi nos mataran... ¡TODO!- dijo entre sollozos
-No es culpa de nadie- le dijo Emilio
-entonces como sucedió esto?-
-nosotros no somos... comunes- dijo Santiago -para los demás somos... Incomprendidos.-
-por lo menos nos tenemos unos a los otros- dijo Karina con sinceridad
-vamos- dijo Emilio. -que la culpa no te consuma-
-Todos queremos salir de aquí, pero si fallamos, hay que aferrarnos a las consecuencias.- Dijo Santiago
-por cierto Emilio- dijo Karime -nunca me dijiste que le pasó a Diego-
-Ah! Claro, lo qué pasó fue que...-
-REGRESEN TODOS A SUS TRABAJOS!!!- interrumpió El Capitan.
Los cuatro se retiraron de la cafetería, y fueron a sus respectivos trabajos.
-KARIME!- exclamó Karina mientras se acercaba a toda velocidad -no sientas culpa, no dejaremos que Romi muera en vano-
-es fácil para ti decirlo, no fue tu culpa-
-NO FUE CULPA DE NADIE!-
-mira, no sé por qué te pones así, ¿es por algo de tu pasado?
Karime guardó completo silencio, odiaba su pasado, no quería recordarlo. Pero se decidió por contarle.
-cuando yo era niña, mis padres eran judíos, y pues Hitler se los llevó. Logré escapar a un orfanato donde me adoptaron unos padres que ni siquiera me querían. Me golpeaban y me he echaban la culpa de todo. Me llevaban a una escuela en muy malas condiciones. Los niños me robaban mis cosas y me golpeaban, los grandes me usaban como objeto sexual. Mis padres adoptivos fallecieron en un tiroteo, después de eso me llevaron a un centro militar, y de allí para acá.- dijo entre sollozos. -por eso me siento culpable. Porque fui acostumbrada a ser la culpable de todo.-
-discúlpame... Yo... Yo no sabía-
Karime se recargó en el hombro de Karina y rompió en llanto, le dio un par de palmadas en la espalda, la enderezó y le limpió las lágrimas.
-Supongo que deberías descansar.-
Karime se acostó en su cama, cerró los ojos y se quedó en un profundo sueño.

Estaba sobre pasto, le dolían los hombros y tenía sangre por toda la cara. Habían cuatro siluetas alrededor suya, eran altas e imponentes, gritaban cosas como "danos el dinero para el almuerzo" "pásame la tarea y solo te pegaré un par de veces" la pateaban y la golpeaban, lloraba, lloraba profundamente, hasta que... ¡BUM! La puerta principal de la escuela voló en pedazos, allí divisó diez y nueve, no, veinte soldados que se llevaba a la gente, y a la que se resistía, le daban un baño de plomo hasta morir. Ella salió corriendo hacia dónde la llevara en viento, veía a gente morir cruelmente en el lugar que alguna vez llamó escuela. Se dirigió a una trampilla que dirigía a un sótano oscuro y sucio. Bajó lentamente hasta que la trampilla se cerró detrás suya. Todo se volvió oscuro. Golpeo varias veces la trampilla, desesperada por poder salir. Hasta cansarse y esperar a morir entre polvo y cucarachas.

Despertó con sudor en la cara, estaba empapada, salió a la cafetería, y de pronto, la alarma roja atacó de nuevo.
Otra vez no! se dijo a sí misma
No quería volver al campo de batalla. No después de lo sucedido.
Karina llego corriendo a toda velocidad y le empezó a gritar que se alejara de la cafetería. Pero Karime, curiosa, se dirigió hacia allá para ver que sucedía.
Estaba en llamas.
Soldados y cadetes salían llenos de sangre, con quemaduras graves, o algunos... muertos.
-necesito que salga de aquí- le dijo la cadete 971, Sandra.
-lo siento, pero tengo que ver a mis amigos- dijo Karime abriéndose paso.
-lo lamento, pero tiene que...- una explosión destrozó la pared y los pedazos de esta, aplastó a Sandra.
Karime retrocedió corriendo, alcanzó a Karina, pero resbaló y cayó, se golpeó la cabeza y se desmayó

La armada incomprendidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora