Capítulo 24 - Falsas sonrisas

16 2 0
                                    

Era viernes -por fin- estaba aún acostada ¿Saben que lo peor es que suene tu maldito despertador y estés en medio de un profundo sueño y que tus ojos no se quieran despegar haciendo que lo único que quieras es taparte con la cobija y que quedes dormida de nuevo? Si, desde que he perdido a mi mejor amigo por estúpida no hago más que suspirar soledad en cada paso que doy.

«¡Oh vamos! No seas tan exagerada»

Cuando -molesta, muy molesta- por fin me levanté odiando todo lo que veía alrededor, me fui al baño a ducharme para sacar esas enormes ganas mías de seguir dormida. Luego de eso, me sequé con la toalla y comencé a vestirme, cepillarme -y si, como todas las personas tengo mal aliento al despertar, mi imperfección perfecta- peinarme -esto ya es una guerra con el peine, mi pelo esta un desastre de enredo- y finalmente maquillarme -no me suelo maquillar, pero con estas enormes ojeras cualquiera se espantaría-. Agarré mi mochila, mis cuadernos y mi cartuchera, las metí ahí y me bajé para desayunar.

—¡Buenos días! —saludó mi madre sirviéndose un vaso de jugo—. ¿Quieres jugo de naranja? Recién lo preparé.

¿Que le pasa? Desde cuando le preocupo para ofrecerme algo, esto si es extraño.

—Claro —agarré el vaso de jugo, tomé un sorbo y agarré las tostadas que estaban en la mesa —. Gracias madre. Ahora me tengo que ir —bajé el vaso en la mesa, comí rápidamente la tostada (nunca comí tan rápido) y me despedí para luego irme —. Hasta luego.

Ahora entiendo el porqué de su "amabilidad" éste domingo será mi cumpleaños.

Dieciocho por fin.

«Vas a cumplir dieciocho y te comportas como una de ocho años»

Me fui hasta donde se espera el autobús, ahí estaban y todos los alumnos bajando de el.

—El autobús se descompuso —se bajó el chofer del autobús—. Se van a la escuela caminando, está cerca y no les cuesta nada. Lo van a tardar en arreglar.

¡Genial! Me iré caminando.

«Algo hermoso para empezar el día»

—¡Hola Alice! —saludó mi tarado, estúpido vecino lo cual odio mucho y no quiero ver alias Josh—. ¿Nos vamos juntos?

JA.

JA.

JA.

¿Ir con el? Ni en la esquina.

—Claro, me encantaría —fingí una falsa (demasiado falsa) sonrisa —. ¿Nos vamos?

«¿Estas consciente de lo que acabas de hacer?»

Lamentablemente si.

«¿Estas loca?»

Tal vez.

Nos fuimos caminando, pasando el montón de alumnos que también se iba, había un silencio incómodo, que de verdad molestaba.

—Así que dime... —comentó mirándome fijamente (oh si, esto me da un no se qué) —¿Te vas hoy?

«Acéptalo, te gusta que te mire así»

Si, claro.

A ti te molesta que haya aceptado ir con él y solo quieres molestar.

—¿Ir? ¿A donde? —pregunté mirando ambos lados—. No se de que hablas.

¿Que? Hay una fiesta donde nadie me invitó.

«A ti no te invitan en fiestas por dos razones, uno es que no te vas y dos es por que ya no quieren invitar y que al final no se vayan»

My big lieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora