Capítulo 24 - DALÍ

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Al final no le costó mucho trabajo convencer a la mujer de vender el libro que no estaba a la venta. Aun así, mientras lo guardaba en una elegante caja con detalles dorados, Sara percibió que ella estaba nostálgica y eso le dio un nuevo valor y respeto a ese libro. Por un momento pensó en devolverlo, pero luego decidió que con lo que había pagado por él podrían comprar algo con el mismo valor sentimental, mientras que ella sólo tenía una oportunidad de sorprender a Alex.

Cuando finalmente le entregó el paquete, Sara hizo una mueca al sostener el peso con ambas manos.

—¿De qué está hecho? ¿De plomo? —jadeó ante el esfuerzo, pero la mujer sólo siguió riendo mientras salía del local.

Sara miró en dirección al lugar donde tenía guardado sus paquetes y decidió no caminar más y entrar a la primera tienda de zapatos que encontró, las vendedoras soltaron risillas al verla dejar la caja sobre el puff y sentarse en el suelo agotada, aunque luego miraron la caja con curiosidad cuando le pagó a una para que la cuidara mientras se probaba algunos zapatos. Cuando ya estaba en medio de su nueva misión fue que al fin recibió la llamada de Alex.

—Acabo de salir de clase —dijo él del otro lado, se escuchaba música de fondo—, puedo pasar por ti en media hora, ¿o prefieres que nos veamos en otra parte?

Sara se mordió el labio.

—Es que no tengo auto y he hecho algunas compras. ¿Puedes venir?

Al otro lado alcanzó a escuchar las risas de Alex.

—¡Mujeres! Ya salgo para allá.

Sara guardó su celular mientras aprobaba unos sneakers Isabel Marant que se estaba probando, ya llevaba elegidos otros pares más, pero ya que Alex iría por ella no habría problema con llevar unos paquetes de más. Una de sus pasiones eran las botas; altas, cortas, con o sin tacón, en diferentes colores, aunque ese día se le estaba haciendo un poco difícil elegir. Para el momento en que Alex llamó avisando que ya había llegado, sólo había agregado a su numerosa compra unos botines color fucsia.

—¿Tenías que comprar todo el centro comercial? Hay más compradores, ¿sabes? —bromeó Alex mientras, con ayuda de uno de los trabajadores de la tienda de calzado, llevaban los paquetes a su convertible.

A pesar de que Alex parecía estar de muy buen humor ese día, Sara se ruborizó.

—No te burles, esto no lo hago muy seguido.

Él seguía sonriendo cuando abrió el baúl, como Sara llevaba la caja con el libro en sus brazos, prefirió esperar hasta que terminaron de subir todo para guardarla con delicadeza.

—Temo preguntar qué puede comprar una chica que pese tanto —murmuró Alex fingiendo un estremecimiento.

—Te sorprendería —ella sonrió cuando finalmente se acercó y lo saludó con un abrazo—. Gracias por venir.

Sara estaba por separarse para ir al puesto delantero, pero Alex la detuvo rápidamente cubriendo su rostro con sus manos. Él se quedó por un momento allí en silencio, tan sólo mirándola y Sara sintió su mente en blanco, no se le ocurría nada que decir. Finalmente fue él quien sonrió y se separó para guiarla a la puerta.

—Quiero llevarte a un lugar —dijo Alex cuando ella empezó a mirar por la ventana notando que se estaban dirigiendo al lado contrario de su casa.

La temperatura estaba empezando a bajar y Sara se cubrió más en su suéter, nunca antes había entrado a la zona universitaria de la ciudad, pero por lo que sabía el área donde iban entrando estaba llena de pubs, bares y lugares no muy recomendables para menores de edad. Aunque no era como si tuviera miedo de ir allí.

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