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Erik

El sábado llega, no tengo muchas ganas de ver a Sven con Alex, pero es lo que hay.

Son las ocho, y hemos quedado a las nueve y media en un restaurante que también tiene discoteca.

Esta mañana hemos hecho el último entrenamiento, y como no me han convocado para la Eurocopa, pues tengo más de un mes de vacaciones.

Me ducho, me visto poniéndome una camiseta blanca de manga corta, encima una camisa de cuadros abierta también de manga corta, pantalones vaqueros y zapatillas blancas.

Me coloco delante del espejo, y me arreglo el pelo tranquilamente. Dadle gracias a Marco por pegarme esa obsesión por tener el pelo perfecto.

Ya es la hora de irme, cojo mis cosas y me meto en el coche.

Tengo que pasar a recoger a Reus.

Llego a su casa y como siempre tan impuntual.

Lo llamo por teléfono pasados diez minutos.

-¿Sí?

-Señor Marco Reus, ¿podría usted algún día ser puntual? Quiero verlo antes de que me muera a ser posible.

-Ya voy, es que no encontraba mi gorra.

-¿Tú gorra? Tienes millones de gorras y casi todas iguales.

-Lo sé, pero quería una en especial.

-Date prisa- suspiro.

Cuelgo y cinco minutos después aparece.

-Ya era hora, creía que te habías caído buscando la maldita gorra.

-Tampoco he tardado tanto, otras veces has tenido que esperar más rato.

Asiento dándole la razón, una vez tuve que esperar 45 minutos porque no encontraba su peine.

Y claro, un cepillo es sagrado junto a su pelo y Mario Götze.

Ponemos rumbo al restaurante, una vez más somos los últimos en llegar.

-Perdón, aquí el señor vanidoso que no encontraba su gorra.

Algunos se empezaron a partir de risa, Marco Reus es Marco Reus y no va a cambiar nunca.

Comenzamos a saludar a la gente y cuando me toca Alexandra, el corazón se me acelera.

Por mucho que intente olvidarla, no puedo, y se a eso le sumas que está espectacular esta noche...

Por mucho que intente olvidarla, no puedo, y se a eso le sumas que está espectacular esta noche

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Me toca sentarme en frente de ella, al lado a Marco y al otro Mats.

En toda la cena, Sven no para de decirle cosas al oído y ella sonríe.

No puedo más, me largaré en nada.

Me llega un mensaje, es de ella.

Erik

Que

No es lo que piensas con lo de Sven

No tengo que saber nada, disfruta con tu novio al que tanto quieres

Solamente para ti fui un juego, no me quieres, tuviste una atracción sexual hacia mí.

Me levanto, mucha gente está bailando en la discoteca, ni me había dado cuenta de que se habían marchado ya que estaba hablando con ella.

Me voy a fuera, a tomar el aire y a hacer de que la conversación se vaya de mi mente, que se esfume bien lejos.

Alguien me agarra de la mano y me obliga a mirarle.

Alexandra. Miro a otro lado resignado, no quiero verla.

-Te he dejado las cosas bien claras.

-Pero yo no las mías.

-No quiero oírlas.

-Escuchame, por favor y ya después decidirás.

Esta chica no se rinde y tengo muy poca paciencia ahora mismo.

-¿Podemos sentarnos?- me pregunta.

Asiento y vamos caminando a un banco que hay en el lado izquierdo del restaurante, no se ve la entrada al interior.

-Habla.

-Cuando llegué, llamé a mi hermano y se lo conté todo. Terminé, bajé al salón y Sven me pidió salir, yo al principio le dije de que no, pero el se puso como una fiera diciéndome que tenía a otro, quería saber el nombre de ese otro, pero yo le dije de que no había nadie. No tuve otro opción que aceptar, y se calmó. Si estoy con él es para protegerte, no te pude llamar ni nada, porque Sven no se movía de mi lado.

Ahora lo comprendo todo, y todo cuadra.

-Lo siento, no lo sabía, ¿qué vas a hacer?

-Que nos veamos.

-¿Qué? Si Sven se entera nos mata a los dos.

-Pero es que yo no le quiero, yo quiero estar contigo.

-Dejale.

-Volverá otra vez a intentar sonsacarme que por quien es, tan solamente sígueme el juego, como yo se lo hago a él.

-No sé, tendría que pensármelo.

Volvemos a dentro y nos tomamos un par de copas, para olvidar nuestros problemas.

Cogemos nuestra cuarta copa, la mía de vodka y la suya de margarita, y nos volvemos donde antes.

-Alexandra eres tan bella.

-Erik tienes unos ojazos azules...

Ya ni sabemos lo que decimos, ella se sienta a horcajadas sobre mí y me besa.

Probablemente sobrio no lo hubiera hecho ya que correríamos el riesgo a que Sven nos descubriera.

Ella mete la mano por mi camiseta y yo le respondo apretando más mis manos en sus caderas.

-Estaba deseando besarte, ¿sabes?- dice ella.

-Me tienes loco.

Al día siguiente

Me despierto en mi cama, con un horroroso dolor de cabeza.

-Hombre, el señor estoy bien para conducir, me quiero ir con Alex a otro lado, se acaba de despertar- exclama alguien- buenos días bello durmiente.

-¿Mats? ¿Qué haces tú aquí?

-¿Resumen o te cuento tooooda la historia?

Por la forma en que lo ha dicho tiene pinta de ser muy largo lo que pasó ayer.

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