Los dos chicos ya llevaban bastante tiempo caminando; su cita era toda un maravilla, primero Francesco llevo a McQueen a un restauran sencillo pero elegante, justo del tipo de restaurantes que le gustan a McQueen, y perfecto para no generar grandes escándalos, lo que le convenía a Francesco.
Al terminar la cena romántica, McQueen condujo a Francesco hasta un pequeño bosquesillo lejos de la ciudad, alguna vez en su infancia su padre lo había llevado a el y a su madre, a ese lugar, para un día de campo familiar; para McQueen era un lugar importante y realmente hermoso e impresionante. Por esa razón llevo ahí a Francesco , las siguientes 3 horas se la pasando conversando sobre cosas triviales, personales, familiares, entre otros aspectos de sus vidas; de lo único que nunca hablaron fue sobre las carreras, Francesco no era capaz de sostener una conversación respecto al tema, ya que le recordaba su rivalidad con McQueen y que solo estaba ahí sentado platicando tan amena-mente con su rival, por la insaciable curiosidad que sentía por probar tener una relación con un hombre; o ¿Quisas por otra cosa?, aunque para Francesco le era imposible tan solo formularse esa pregunta, ya que el era DEMASIADO ciego para verlo de esa forma.
Después de estar acostado por horas en la orilla de un pequeño lago situado en el centro de bosque comenzó a anochecer, ellos todavía no se levantaban de sus respectivos lugares, ya que había comenzado un expectaculo realmente placentero para cualquier persona que pudiese presenciarlo; el cielo estrellado, con la luna llena apenas asomándose, se reflejaba en aquel pequeño lago, el cual era iluminado por las tenues pero visibles luces provocadas por las pequeñas luciérnagas que ahora se encontraban rodeando el lugar con un pequeño vals de luces que solo ellas podían entender, todo era perfecto el ambiente, el lago, el cielo, el momento, Francesco no pude resistir más, en un intento rápido llamo la atención de su Acompañante poniendo su mano encima del ya mencionado; el rubio con un pequeño gesto de asombro y un leve sonrojo en su cara, bajo la mirada del estrellado cielo para dirigirla hacia Francesco, quien en un gesto rápido, atrapo los pequeños y dulces labios del rubio en un pequeño, pero tierno beso, que respondió con gusto, algo apenado pero feliz, los minutos pasaban como la eternidad misma mientras los dos chicos se daban besos o muy apasionados o muy cortos, lo cual hacia mas romántica la velada, nada podía ser mejor para el inocente McQueen, o para el egocéntrico de Francesco, quien llevaba a la perfección su plan.
El hacerte el ciego ante ciertas situaciones, no siempre te alejara de los PROBLEMAS.
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