- El desayuno esta listo - se escucho una voz desde la cocina.
- Buenos días Francesco - contesto el rubio mientras se frotaba los ojos y entraba a la cocina, se notaba que acababa de despertarse, era tan obvio, tan solo con ver su aspecto podías deducirlo, cabello despeinado, pies descalzos, unos boxers azules,y una camisa enorme que le quedaba algo sancona; en verdad este chico era perfecto, el problema siempre fue Francesco.
Al sentarse el rubio en una de las sillas del desayunador, el mayor paso bruscamente un plato con dos huevos estrellados y dos ricas porciones de tocino, posicionando este en frente del menor asustándole un poco por las acciones del contrario. Francesco al notar la reacción del menor dio un largo suspiro e intento relajarse, no quería empezar mal el día, normalmente no le tomaba tanta importancia a asuntos de este tipo, pero esta vez era diferente, McQueen era diferente, aunque esa idea también le molestaba bastante.
-¿Qué no tienes una carrera hoy en la tarde? - Dijo cortante Francesco sin despegar la mirada de su plato .
- Ah si... es cierto... - Contesto algo tímido, dejando la respuesta en el aire, como si fuera a decir algo más, que, en realidad no se atrevía a decir, algo que en realidad quería guardarse para si mismo.
-Si quieres decir algo dilo McQueen - contesto frío Francesco esta vez levantando la vista para observar al rubio, que se encontraba cabizbajo jugando con su tenedor, pensativo, como perdido en su mundo; a Francesco de cierta forma le incomodaba esa situación, el ver a aquel rubio en ese estado por alguna rara razón le causaba un punzante dolor en el pecho.
- Amm... pues... yo... yo me... me preguntaba si... si tu quisieras... ser mi novio - Dijo por fin el rubio, esté tenia planeado confesarse antes, pero nunca había encontrado el momento perfecto, quisas este era el mejor momento para hacerlo.
- ...... - ó al menos eso pensaba el menor de los dos.
- ¿Francesco? -
