El castaño se estaba preocupando, no sabía que hacer o que decir, era la primera vez que tenia estos sentimientos, sentía un cosquilleo en el estómago cada vez que veía al rubio, le encantaba salir a citas con el menor, ver su dulce sonrisa, escuchar su nada discreta risita, todo, absolutamente todo le gustaba de aquel corredor, pero estaba confundido; alguna vez hace mucho tiempo el castaño había tenido estos sentimientos con personas que, solo le habían dejado dolorosas cicatrices, estaba enojado, triste, asustado, le daba miedo el que se le volvieran a formar cicatrices de nuevo; pero esta vez no solo se enfrentaba a sus propios miedos, no, sino que, también tenía que afrontar su nueva realidad, Francesco se estaba perdiendo cada vez más en sus propios miedos, y con cada segundo que transcurría en aquella solitaria habitación los dos se separaban más y más el uno del otro, esa masa que los dividía, ahora se convertía en kilómetros y kilómetros de distancia; McQueen por su lado de la mesa se rompía en miles de pedazos, poco a poco aquel delicado corredor se sumía en la obscuridad se estaba perdiendo así mismo. Mientras que, Francesco por su lado de la mesa se escondía más y más ¿Por qué no podía ser capaz de amar de nuevo?, ¿Por qué no podía estar ahí para McQueen?, ¿Por qué se estaba escondiendo?, ¿Por qué dejaba a aquel delicado corazón ajeno romperse?, ¿Por qué?, ¿Por qué?, estas eran las preguntas que atormentaban a Francesco lentamente.
La respuesta siempre fue muy simple, por MIEDO lo perderá TODO.